En el mundo en que estamos,
puede parecer difícil vivir de la Divina Providencia,
pero el Señor nos muestra el secreto para vivir así
“No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús” (Fl 4, 6-7).
¿Nosotros siempre tenemos necesidad?
Sí, y ellas pueden ser muy grandes; quizás problemas insolubles. El Señor no esta diciendo que no tenemos problemas; al contrario, Él nos da el secreto para enfrentar las dificultades: “Manifiesta a Dios vuestras necesidades por medio de oraciones, suplicas y acciones de gracias”.
Aquí esta el secreto:
manifiesta tus problemas para el Señor, cuenta para Él tus necesidades,
y que tenga una maravillosa intercesión de la Virgen María.
Sí, y ellas pueden ser muy grandes; quizás problemas insolubles. El Señor no esta diciendo que no tenemos problemas; al contrario, Él nos da el secreto para enfrentar las dificultades: “Manifiesta a Dios vuestras necesidades por medio de oraciones, suplicas y acciones de gracias”.
Aquí esta el secreto:
manifiesta tus problemas para el Señor, cuenta para Él tus necesidades,
y que tenga una maravillosa intercesión de la Virgen María.
Cuando Luzia Santiago [cofundadora de Canción Nueva] fue la primera vez a Medugorje, trajo una palabra: Nuestra Señora, en Medugorje, recomendó mucho y pidió que los jueves fuera consagrada a adoración al Santísimo, y que leyesen esta pasaje del Evangelio de San Mateo 6,24, lo que garantiza que el Señor proveerá en todas nuestras necesidades.
“Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?” (Mt 6, 24-25).
En otras palabras, tu cabeza y tu corazón no pueden estar en Dios y en el dinero; tampoco tus preocupaciones y proyectos, porque si tu todo lo antepones a bienes materiales, terminarás adorando el “dios del dinero”. A menudo piensas: “¡Tengo que conquistar el dinero!”. El Señor dice, en todo el Antiguo Testamento, que si el no guarda la casa, en vano los guardias vigilan. En el Nuevo Testamento, se habla mucho de la providencia. No soy yo, Monseñor Jonas Abib, hablando, es el propio Jesús: “Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús” (Fl 4,19).
María también nos enseña a confiar en la Divina Providencia, porque ella es canal para que eso ocurra. Nosotros no podemos tener vergüenza de rezar con Nuestra Señora. Necesitamos conversar con ella, como conversamos con otras personas; ella es la Madre; nosotros solos no vemos.
María es la omnipotente suplicante, como dice San Bernardo. Significa que todo lo que ella pide el Hijo lo atiende. Hablando con ella, tu hablas con el Señor, como ocurrió en las bodas de Caná.
Sea cual sea la situación que estés viviendo, habla con el corazón abierto a Nuestra Señora y manifiesta a ella sus necesidades. En este tiempo de violencia, necesitamos de la presencia de Dios, y Ella pone la Madre a nuestro lado.
Es eso que Nuestra Señora podría hablar: “Dios colmará con magnificencia todas las necesidades de ustedes, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús” (Fl 4,19). San Pablo, cuando escribió esta carta, quedo con el corazón lleno de alegría. ¡Por eso, confía, confía! ¡Aprende a confiar en Dios y en Su Divina Providencia! Sea como el niño en los brazos de la madre.
Predica ‘Dios proveerá’, de Monseñor Jonas Abib, en 13 de diciembre de 2002.
Fuente Canción Nueva
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