lunes, 26 de septiembre de 2016

RESONAR DE LA PALABRA 26092016

Evangelio según San Lucas 9,46-50. 
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande". Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros". Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes". 



RESONAR DE LA PALABRA
Eguione Nogueira, cmf

¡Queridos hermanos y hermanas en Cristo!
En esta semana nos acompaña en la primera lectura el hermoso libro de Job. Muchos ven en Job alguien que pacientemente acepta todo, sin cuestionar. Esto, no corresponde del todo a su personalidad. Un profesor de teología me decía que el libro de Job es como una obra de arte: el prólogo y el epílogo en prosa(cap. 1 – 2; 42,7-17) son como la moldura del cuadro, y el cuerpo poético (3,1 – 42,16) el interior del cuadro. La historia de Job tiene por detrás una crítica a lo que llamamos “Teología de la Prosperidad”, muy presente en algunas iglesias cristianas, especialmente en países latinoamericanos. El texto de hoy nos habla de la situación económica, familiar y religiosa de Job. Su fe es vista, por el “Adversario”, por causa de los bienes que tiene, porque Dios le protege.

Sin embargo, vemos que las situaciones difíciles que se acechan a la vida de Job no le hacen dudar, sino que relativiza todo, incluso su familia, pues sabe que su vida y todo lo que tiene está en las manos de Dios. La vida de Job se asemeja a la nuestra. Posiblemente hemos vivido alguna situación que cuestiona nuestra fe: ¿qué he hecho para merecer esto? ¿por qué me ha pasado eso si temo a Dios? ¿será un castigo de Dios? Preguntas parecidas pueden aparecer en nuestro horizonte cuando algo no nos va bien y no comprendemos las razones. Muchos buscan la respuesta en el mérito personal: portarse bien es equivalente a recibir beneficios y portarse mal equivale a recibir castigos. Pero la vida no se resuelve con una fórmula matemática, pues el justo también sufre y el malvado puede vivir impune. La respuesta para nuestros sufrimientos y situaciones que escapan al nuestro control es más compleja y Job nos enseña el camino de la paciencia que busca comprender el misterio de la vida.

El Evangelio también nos ofrece una reflexión en esta línea: ante Dios nadie es insignificante, por más culpable que sea. Él siempre nos acoge con el corazón misericordioso de Padre. De igual modo, nosotros somos llamados a hacer lo mismo con los demás, especialmente con los que más necesitan.

Fraternalmente. 

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