martes, 27 de marzo de 2018

Pureza cristiana

«”¡El cuerpo no es para la impureza, sino para el Señor!” (1 Cor 6,13): la motivación última de la pureza es, pues, que «¡Jesús es el Señor!». Nosotros no somos sólo genéricamente «de» Cristo, como su propiedad o cosa suya; ¡somos el cuerpo mismo de Cristo, sus miembros! Esto hace todo inmensamente más delicado, porque quiere decir que, cometiendo la impureza, yo prostituyo el cuerpo de Cristo, realizo una especie de sacrilegio odioso; «violento» al Cuerpo del Hijo de Dios. Dice el Apóstol: «¿Tomaré pues los miembros de Cristo y haré de ellos los miembros de una prostituta?» (1 Cor 6,15). No es verdad que el pecado de impureza termina con quien lo comete. Hay una solidaridad de todos los pecados entre sí»

Raniero Cantalamessa
5ta. prédica de cuaresma al Papa y la curia romana
2018

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