La realización plena de la Iglesia se dará únicamente en la eternidad. El Concilio Vaticano II afirmó que “es en el final de los tiempos que será gloriosamente consumada (la Iglesia) cuando, según se lee en los Santos Padres, todos los justos desde Adán, del justo Abel hasta el último elegido, serán congregados junto al Padre en la Iglesia universal (LG,2).
“La Iglesia a la cual somos llamados en Jesucristo sólo se consumará en la gloria celeste, cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas y como el género humano, también el mundo entero que está intimamente unido al hombre y por él alcanza su fin, será totalmente renovado en Cristo” (LG,48). Muchos pasajes de las Escrituras muestran esto: “Enviará él, el Cristo que vos fue destinado, Jesus, aquel que el cielo debe conservar hasta los tiempos de la restauración universal, de la cual habló Dios por la boca de sus santos profetas” (Hech 3,21). En relación a su venida gloriosa, Cristo inaugurará su Reino definitivo y toda la creación será renovada. “Después, vendrá el fin, cuando se entregue el Reino a Dios, al Padre, después de haber destruído todo principado, toda potestad y toda dominación. Porque es necesario que él reine, hasta que ponga todos los enemigos debajo de sus pies… Y cuando todo le esté sujeto, entonces también el propio Hijo rendirá homenaje a aquel que le sujetó todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos ( 1Cor 15,24-28).
San Pablo nos enseña que este es el “misterioso” designio de la voluntad del Padre en la plenitud de los tiempos: “Reunir en Cristo todas las cosas que están en la tierra y en el cielo” (Ef 1,10). San Pedro dice no del fin del mundo sino de la “renovación” del mundo y de la gloria de la Iglesia:”Nosotros, sin embargo, según su promesa, esperamos cielos nuevos y una nueva tierra, en los cuales habitará la justicia” (2Pe 3,10-13). El profeta Isaías ya había dicho: “Hago un cielo nuevo y una tierra nueva y nadie más recordará las cosas pasadas, ellas no volverán más a la mente” (Is 65,16). “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tiera habían desaparecido” (Ap 21,1). Es interesante notar lo que Jesus dijo a los apóstoles: “En el día de la ‘renovación’ del mundo, cuando el Hijo del hombre esté sentado en el trono de la gloria…’ (Mt 19,28) .
Con relación a la fecha en que se dará la renovación del mundo y la inauguración definitiva del Reino de Dios, nadie lo sabe y no se debe especular al respecto. Muchos se equivocaron sobre esto y llevaron a muchos a la desesperación. Hasta grandes santos de la iglesia se equivocaron en este punto. Podemos citar por ejemplo, S. Hipólito de Roma (†235) – llegó a afirmar que el fin del mundo sería en el año 500… San Irineu (†202) – confirmaba la tesis de Bernabé de que el final sería en el año 6000 después de la creación del mundo … S. Gaudêncio de Bréscia (†405) – indicaba el ano 7000 después de la creación. En el siglo V, con la caída de Roma (476), S. Jerónimo (†420), S. Juan Crisóstomo (†407), S.León Magno (†461), defendian que frente la caída de Roma, el fin del mundo estaba cerca.
En el siglo VI y VII, San Gregorio Magno (†604) afirmaba que la venida de Cristo está cerca… muchas veces las profecías sobre la venida inminente de Cristo son sugeridas por la necesidad que tenemos de encontrar una “salida” para los tiempos difíciles que se vive. Por eso la Iglesia es muy cautelosa en ese punto y siempre nos recuerda: “No vos corresponde tener conocimiento de los tiempos y momentos que el Padre fijó por su propia autoridad (Hech 1,7). “En relación a aquel día y aquella hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mc 13,32). El Magisterio de la Iglesia quiere que se respete esta voluntad de Dios de dejar oculta a los hombres este momento. En el Concilio Universal de Letrán V, en 1516 fue decretado: “Mandamos a todos los que están o futuramente estarán incumbidos de la predicación que de ningún modo presuman afirmar o pregonar determinada época para los males venideros para la venida futura del Anticristo o para el dia del juicio.
Con efecto, la Verdad dice: “No les corresponde a ustedes tener conocimiento de los tiempos y momentos que el Padre fijó por su propia autoridad. Consta que hasta hoy osaron afirmar tales cosas, mintieron y por causa de ellos, no poco sufrió la autoridad de aquellos que predicaron con rectitud.”.
Que nadie se atreva a predecir el futuro apelando a la Sagrada Escritura ni afirmar lo que sea, como si lo hubiese recibido del Espíritu Santo o de revelación particular, ni ose apoyarse sobre conjeturas vanas o despropositadas. Cada cual debe, según el precepto divino, predicar el Evangelio a toda criatura, aprender a detestar el vicio, recomendar y enseñar la práctica de las virtudes, la paz y la caridad mutuas, tan recomendadas por nuestro Redentor”.
En 1318, el Papa Juan XXII, condenando los errores de los llamados Fraticelli dijo: “Hay muchas otras cosas que esos hombres presunciosos describen como que en sueño al respecto del curso de los tiempos y del fin del mundo, muchas cosas al respecto de la venida del Anticristo, que les parece estar a puertas y que ellos anuncian con vanidad lamentable. Declaramos que tales cosas son, en parte, frenéticas, en parte enfermas, en parte fabulosas. Por eso, nosotros los condenamos con sus autores en vez de divulgarlas o refutar” (Curso de Escatologia – D. Esteban Bettencourt, págs. 123 / 124).
Profesor Felipe Aquino
Miembro de la Comunidad Canción Nueva, reconocido por su trabajo de promover el bien y el desenvolvimiento de la Iglesia Católica como “Caballero de San Gregorio Magno” por el Papa Benedicto XVI
Miembro de la Comunidad Canción Nueva, reconocido por su trabajo de promover el bien y el desenvolvimiento de la Iglesia Católica como “Caballero de San Gregorio Magno” por el Papa Benedicto XVI
No hay comentarios:
Publicar un comentario