jueves, 3 de septiembre de 2015

Con la espalda aliviada

Me gusta visitar al Señor temprano.
Cuando salgo de casa, y mis pasos se dirigen hacia Él,
comienzo a experimentar Su Gracia visitándome.
Son unos pocos pasos en silencio;
Algunas veces voy de la mano de María.
Otras siento a mi ángel caminando a mi lado;
Pero no siempre todo es tan claro, ni tan fácil.
A veces me levanto agitado,
sin poder aquietar mi mar interior;
son los días en que mi paso se vuelve apurado,
irracional, instintivo,
inconsciente de la mochila que me he cargado.

Pero frente a Él no hay muchas palabras.
A veces no son más que unas miradas.
Fue hoy, en ése diálogo silencioso,
que me invitó a bajar mi mochila.
Literalmente "bajar mi mochila.
Y así lo hice.
La dejé caer sobre el suelo.
Y sentí mis manos ocupadas
ellas también tenían su peso,
un pequeño manojo de llaves.
Las dejé sobre el banco...

Y así, libre mi cuerpo de toda carga,
comprendí que mi vida debía rendirse delante de Él,
libre de toda mochila.
Libre de toda llave.
Y mi espíritu voló a sus alturas,
y la Gracia abrió sus puertas.

Si andás con alguna mochila.
Dejala en el suelo.
Si hay llaves que te hablan de lugares por cerrar
y lugares por abrir...
dejalos sobre el banco.
Tal vez como a mí, Él quiera conducirte más libre.

Miguel
Comunidad piedras Vivas


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