jueves, 3 de septiembre de 2015

Quien espera en Dios no espera en vano


 Padre Adriano Zandona - foto: arquivo cancaonova.com

Estamos hablando de felicidad, y mira que escena más macabra encontramos en el Evangelio de hoy en que celebramos al profeta San Juan Bautista, día de su martirio.

Jeremías apunta tres características de un profeta: Coraje, fortaleza y fe. Todo profeta tiene coraje, no tiene temor, parresia y fortaleza para no permitirse sucumbir delante del poder de los poderosos.
Todo profeta tiene fe porque sabe que en el fondo, en el fondo de todo Dios puede actuar.
Quiero resaltar dos aspectos del evangelio: No podemos dar respuestas con euforia y no podemos oír cualquier consejo. El rey Herodes gustaba oír a Juan Bautista, pero actuó en un momento de euforia, con impulsividad mandando matar a Juan. Salomé oyó el consejo errado de su madre. No podemos oír los consejos de quien no quiere llevarnos a Dios. Debemos oír a quien nos quiere llevar hacia el Señor, necesitamos de consejos, pero para eso es necesario discernir los buenos y los malos consejos.
Algunas veces en nuestras vidas, muchas voces nos alertan, pero no sabemos escuchar a las personas que nos alertan. No las sabemos oír.
Volviendo el mirar hacia el martirio de San Juan, aquellas personas que eran cercanas de él quedaron tristes por su muerte.
Necesitamos entender la intuición para conquistar la libertad interior.
Había un médico que cultivaba árboles y no los regaba. las personas decían que era necesario regarlos, de lo contrario ellos morirían, él decía que no, y así lo hacía. A lo largo del tiempo los árboles crecieron y a medida que eso acontecía necesitaban buscar humedad, por esto, ellos profundizaron sus raíces. Es to hizo que ellos se fortaleciesen y ningún viento lo derrumbase.
Podemos comparar lo acontecido con los árboles con el sufrimiento. El no existe para destruirte, sino para que profundices tus raíces en el corazón de Dios para sustentarte en las situaciones. Las sequedades de la vida vienes por las pérdidas, daños, sueños que no se realizan y tantas otras situaciones. Delante del sufrimiento podemos posicionarnos en búsqueda del agua viva o usar del sufrimiento para estacionarse y no buscar nada.

Un diario ingles presentó una pesquisa apuntando las consecuencias de la amargura. Es silenciosa, no la percibimos, pero contamina. Más allá de ser un "asesino silencioso" trae raíces negativas, una persona así se vuelve rencorosa, envidiosa, encuentra que sabe todo, acaba aislándose porque nadie la soporta. Úlceras, mala digestión, jaquecas, fibromialgias son dolencias que personas amargas pueden desenvolver, eso no significa que si tienes alguna de estas dolencias tú seas amargo.

Padre Adriano preside Santa Missa na Canção Nova - foto: arquivo cancaonova.com
Foto: arquivo cancaonova.com
Pero, delante del sufrimiento no podemos cultivar amargura, sino más bien esperanza.
El Papa Francisco dice que aún en medio de la oscuridad puede brotar algo nuevo, un campo sin vida puede volver a tener vida, porque el bien siempre tiende a renacer y esparcirse.
La fe es el fundamento de la esperanza.
Los cimientos son los que sustentan todo el resto.
Cultivar la esperanza es cultivas la fe en Dios. Puede ser que estés en ruinas en muchas situaciones de tu vida y todo eso cause sufrimiento, pero la fe puede cultivas la esperanza dentro de tu corazón. Quien espera en Dios no espera en vano.
Quien deja de tener fe y deja de esperar ya comenzó a morir en pequeñas situaciones.
Dios puede abrir las puertas de tu historia, aunque no sepas oírlo. Fue esto lo que las personas hicieron después de la muerte de Juan, lo que alimentó el corazón de los amigos fue la esperanza.
La amargura es una espada que corta el alma y arranca la esperanza de ti. El Señor quiere darte libertar interior y fecundar tu corazón.
No podemos tener miedo a las fragilidades humanas y de los misterios de Dios, como propone san Juan Pablo II.

Sobre una adaptación de una homilia original en portugues.
fuente Canção Nova en español

No hay comentarios:

Publicar un comentario