domingo, 28 de febrero de 2016

Comprendiendo La Palabra

San Romano el Melódico (?-c. 560), compositor de himnos 
Himno 18, el Hijo Pródigo
“Tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.” 
Lc 15,32

    El hijo mayor dice a su padre, encolerizado: “hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes....pero llega ese hijo tuyo, ...y le matas el ternero cebado” (Lc 15, 28ss).

    Apenas oyó el padre hablar a su hijo de esta manera que le responde con dulzura: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.” –Escucha a tu padre, tú no estás separado de la Iglesia, tú estás siempre presente a mi lado, con todos los ángeles. Pero éste ha venido cubierto de vergüenza, desnudo y sin belleza, gritando: “Misericordia, porque he pecado, padre, y te suplico como culpable ante tu rostro. Trátame como uno de tus jornaleros y aliméntame, porque tu amas a los hombres, Señor y Amo de los siglos.-

    Tu hermana ha gritado: -Sálvame, padre santo!-... ¿Cómo no podía tener piedad, de no salvar a mi hijo que gime, que solloza?.... Júzgame tú, tú que me recriminas... Mi alegría, en todo momento, consiste en amar a los hombres...Son mis criaturas, ¿cómo no tener compasión? ¿Cómo no tener en cuenta su arrepentimiento? Mis entrañas engendraron a este hijo que acojo con entrañas de misericordia, yo, el Señor y Amo de los siglos.-

    “Así, pues, hijo mío, ¡alégrate con todos los invitados al banquete, y mezcla tus cantos al de todos los ángeles, porque tu hermano estaba perdido y ha sido encontrado, estaba muerto y ha vuelto a la vida.” Con estas palabras, el hijo mayor se dejó persuadir y cantó: “¡Gritad de gozo! Dichosos aquellos a quienes son perdonados los pecados y borradas sus culpas” (cf Sal 131,1). -Te alabo, Amigo de los hombres, tú que has salvado a mi hermano, tú el Señor y Amo de los siglos.-

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