jueves, 18 de febrero de 2016

Día a día el cerco en mi casa - 18 FEB



La joven María visita a la anciana Isabel

Lucas 1, 39-45
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

Luego de enterarse por el Ángel de que Isabel estaba en cinta, María corre rápidamente hacia ella. Va sin demora, dice Lucas. El evangelio siempre nos hace apurar, impulsa a salir de las propias costumbres, de las propias preocupaciones y de los propios pensamientos. ¡Cuántos pensamientos tiene María en esos momentos, ya que la palabra de Dios le ha alterado completamente la vida! El evangelio nos hace levantarnos por nosotros mismos y nos impulsa a salir de nuestras casas y de nuestras preocupaciones, para ir al encuentro del que sufre o del necesitado como la anciana Isabel que está afrontando una maternidad difícil. Podríamos decir que una joven muchacha va al encuentro de una anciana señora. Es un ejemplo que muchos jóvenes deberían imitar. Apenas ve a la joven María llegar a su casa, Isabel se alegra profundamente, hasta la entrañas. Es la alegría de los ancianos que son visitados por los jóvenes. Es la alegría de los débiles y de los pobres cuando son ayudados por las “servidoras” y por los “servidores” del Señor, por los que han creído en el cumplimiento de las palabras del Señor. La palabra de Dios crea una alianza nueva en el mundo, una alianza inusitada, entre los discípulos del evangelio y los pobres, y entre los jóvenes y los ancianos.

ALGUIEN NOS ESPERA

Esta página del evangelio es para nosotros: en estos dias nos esperan los abuelos o algún vecino de casa, particularmente solo y anciano. No lo ignoremos!

fuente: Una casa Rica en misericordia

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