viernes, 23 de enero de 2015

Un momento de impacto


El encuentro personal entre
Jesús y Pablo

H
ay momentos en la vida que pueden ser catalogados como momentos de impacto. Es ese momento en el cual logras ver con una luz especial, lo ves todo con ojos nuevos, ese instante donde toda tu realidad cobra sentido; desde donde cada pieza de tu vida y de tu historia encaja como en un perfecto y enorme rompecabezas.

Es en ese momento de impacto que llegamos  a nuestro Damasco personal. Y como al Apóstol Pablo nos envuelve una gran luz que lo ilumina todo y que nos saca de las oscuridades del error; caemos rostro en tierra en actitud de adoración, posición en la cual nos despojamos de nuestro orgullo, prepotencia, delirios de grandeza; escuchamos una voz que nos devela el verdadero rostro de Dios; quedamos  ciegos ante el resplandor del misterio; todo esto para emprender un nuevo camino en el cual hemos dejarnos conducir por la comunidad de creyentes. En ese dejarnos conducir se nos van cayendo de los ojos como una especie de escamas que nos impedían ver la verdad que es Dios mismo. (cfr. Hch 9, 1-18)
Gracias a ese momento de impacto descubrimos el tesoro escondido en el campo (Mt 13,44), astuta y alegremente vamos, vendemos todo cuanto tenemos para volver y comprar aquel campo, para poseer el tesoro allí escondido. Pablo descubrió que el conocer a Cristo Jesús era el tesoro más grande que él podía poseer. Todo lo demás era considerado basura al compararlo con el AMOR que le había manifestado Jesús. Y es que un momento de impacto hizo posible el encuentro entre Jesús y Pablo; un momento de impacto hace posible el encuentro entre Jesús y tú.
Simona Rosario Acosta, fsp.

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