martes, 31 de marzo de 2015

APRENDE A LIDIAR CON LA CÓLERA

La irritación puede convertirse en un veneno para el alma
Yo quiero resaltar dos partes opuestas, pero que tienen una fuerte lección para nosotros. Pienso que es lo que el Señor está queriendo decirnos. Por un lado, aquello que Jesús leyó en el libro del profeta Isaías, en la Sinagoga de Nazaret:
“El Espíritu del Señor reposa sobre mí” (Isaias 61). Suelo decir que esta palabra "reposar" es la misma usada al comienzo de la Biblia, en el libro de Génesis: “El Espíritu Santo se movía sobre las aguas”. Todo era un caos al comienzo de la Biblia, pero el Espíritu se movía sobre el. De ese "caos", se  produjo la belleza, el orden y la vida.

“El que dice: Amo a Dios», y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?” (1 Jn 4,20). Si tu, que amas a Dios y le sirves, si eres un consagrado, pero no amas a tu hermano, entonces eres un mentiroso. Yo diría: bien hecho porque, en el fondo, mereces esta palabra.

Tu te irritas con las personas, aún con aquellos que conviven contigo. ¿Y quien de nosotros está libre de tener personas que hagan cosas que nos irritan? Existen muchas cosas que nos irritan, y muchas personas también. Entonces, comenzamos a “chocar” con la “irritación”, luego viene el odio. Te advierto: el amor atrae y une,  pero la irritación es lo contrario. No quieres saber de aquella persona, aunque sea tu padre o tu hija, porque ella te molesta.

¿Por qué los hijos, muchas veces, se enojan con sus padres? Viene de estas irritaciones. Hablo también a los hijos y a nosotros mismos, que también tuvimos padre y madre. Tal vez tienes padres que ya murieron, pero estás cultivando la decepción con aquello que ellos dijeron. ¿Quien de nosotros nunca desobedeció a su padre y madre? Desgraciadamente, muchos de nosotros tenemos o tuvimos, padres y madres irresponsables, brutos; padre infiel, que se prostituía Yo sé que la decepción duele, y aquello que padre y madre hicieron, hiere mucho.

Aprenda a lidiar con la irritación 1

Mi hija, mi hijo, no cultives este sentimiento malo que nace en ti. Este sentimiento es un “huevo de cobra” y te envenenará, va envenenar cada vez más tu relación con papá y mamá.

¿Eres padre?  Date cuenta como tus hijos son rebeldes. Muchas veces por cosas que tu hiciste, irritaste a tus hijos. ¡Puede ser que tu no hayas sido irresponsable, ni bruto, pero quien de nosotros no hace cosas que no agradan las personas principalmente a los adolescentes!

Existen también los adolescentes que “todo les cansa”, que se aburren con cualquier cosa. Los hijos cultivan este sentimiento, porque los padres no les dan la libertad que quieren o no los dejan estar con los amigos; y eso hace nacer un sentimiento malo dentro de ellos.
Lo que hablé sobre padres e hijos, puedo decirlo sobre marido y mujer. ¿Que marido y cual esposa no se decepcionan? Y si están cultivando cosas que se dijeron años atrás, están cultivando “huevos de cobra”. Hoy, ya no es solo una cobra, sino una serpiente que está en la cama junto contigo. Y, sin darse cuenta, hasta se acostumbran a ello.

En la Carta a los Efesios, 4,26-27 leemos: “Si se enojan, no se dejen arrastrar al pecado ni permitan que la noche los sorprenda enojados, dando así ocasión al demonio”

Existe cosas que se mezclan en nosotros y nos encolerizan. San Pablo, por ejemplo, era muy colérico. Tal vez tu también seas colérico, pero si permaneces con este sentimiento,  estarás durmiendo con “huevos de cobras”.

Es el momento de entrar en razón y basarse en la Palabra de Dios, no en el mundo. El pecado original, que está en nosotros, es un nido muy bien preparado y caliente como una incubadora, que tiene el calor suficiente para incubar los huevos. Todos nosotros somos así, si no tenemos cuidado, pronto estaremos poniendo “huevos de serpiente” en medio de nosotros. Por eso, necesitamos combatir este mal; necesitamos amar y luchar contra esta serpiente. No dejes que crezcan serpientes en tu vida.

Predicación: ‘El sentimiento de adolescente’, de Monseñor Jonas Abib, en 6 de enero de 2005.

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