martes, 24 de marzo de 2015

VANIDAD Y ENVIDIA

La envidia y la vanidad son riesgos para la desintegración de nuestro corazón

La iglesia necesita descubrir una forma de llegar hasta el corazón del artista. No por la misma via y por la misma forma con que se llega al corazón de las personas. Tienes una forma de ser y necesitas ser tratado como alguien particular pues, si no cuidamos nuestra propia forma de ser, seremos transformados en mostruos. El romántico corre el riesgo de ver la vida pasar sin vivir, perdiendo el sentido de la realidad con ilusiones.
La envidia es el gran riesgo de la primera desitengración de nuestro corazón de artista por querer lo que no nos pertenece. Una de las cosas que me impresionan de Jesús es la capacidad que El posee para hacer que los otros crean realmente en sí mismos, en lo que son. ¡Pare de imaginarse y de proyectarse en realidades que no son concretas en su vida, pues  eso equivale a no vivir.!

padrefabio

El concepto de persona dentro de la filosofía y de la teología es establecido dentro de dos polos:
1º Ser persona es despojarse de si
2º Es despojarse para el otro
Pues, si no eres dueño de lo que es tuyo, ¿como vas a ofrecerlo al otro? Conversión es un proceso de apoderarse de aquello que se es. Dios no puede trabajar a partir de lo que no soy o finjo ser, él no trabaja con títeres.
Ser persona es antes de cualquier cosa, tener la disposición de hacer que la vida valga la pena aún cuando se tiene por delante límites y cualidades. No hay ser humano realizado, feliz y cristiano si no existe la búsqueda de aquello que se es. Su conversión pasará por esa comprensión.
Gracias a Dios esa no es una realidad que está por encima de nosotros, sino que es un movimiento que nos hace reflexionar sobre lo que somos para que descubramos quienes somos nosotros.
Nuestra naturaleza artística es naturalmente artificial. Si por un lado somos dotados de profundidad, por otro lado caemos fácilmente en artificios, visto que muchas veces nuestras vidas se iluminan con algunas novedades. Nuestra alma es estética, tenemos una facilidad muy grande para encantarnos por la estética, por lo bello, lo que no es defecto sino una diferencia que necesita ser domada.

Nuestra inestabilidad afectiva es tan concreta que si no nos proyectamos en aquello que realmente somos, nosotros nos volvemos “prostitutos de lujo” de nuestro arte. De esta forma corremos tras cualquier artificio pasajero y damos respuestas rápidas. Y por no saber demorar, nos decepcionamos y cavamos en nuestro interior una ausencia de disposición de nosotros mismos.
Y así colocamos la vida en la mano del otro y dejamos que éste decida por nosotros. Por eso, nosotros no tenemos condiciones de disponernos para el otro, porque dejamos de disponernos a nosotros mismos. Es por eso que el compromiso para el artista es tan dificil de llevar adelante.
Tomemos cuidado para que el mismo Dios tampoco se vuelva nuestra vanidad! el destino de esta vanidad somos nosotros quien lo escogemos: o la dominamos o ella nos domina. Nuestra vanidad se multiplica de varias formas, por eso no inventemos un personaje.
Al descubrir donde está nuestro defecto más grande, descubrimos donde está nuestra santidad. Una cosa es saber lo que somos, otra cosa es saber lo que hacemos con lo que somos. Y lo peor es lo que dejamos que el otro haga en nosotros. No tenemos el derecho de dejarnos transformar en la imaginación del otro.

Si asumimos el compromiso de saber lo que Dios hizo y hace en nuestra vida, comenzamos a trabajar junto con Él, pues lo que el Señor hizo en ella aún no está listo. El nos da las semillas, la plantación es nuestra. Dios no viene a plantar en nuestra selva.

Si queremos afirmarnos, sin temer la verdad antropológica, esta es la verdad: ” Por la raíz que nos hizo frutos, disfrutamos de la divina condición”. El hombre es el “tu” de Dios, el acontece plenamente en el corazón cuando se dispone a ser lo que Dios es e hizo de él. Nosotros somos Dios en la vida del otro, de la enamorada, de nuestro hijo, entre otros, no es asumir una divinidad a parte, nuestra divinidad solo acontece con nuestra participación y comunión con Dios y con los hermanos.

Si salimos de la mira de todo lo que es sagrado, no sabemos más quien somos. Eso es vivir la identificación con Dios. Es vivir el arte de ser humano y divino al mismo tiempo, esas no son realidades que se oponen, sino que asocian dos realidades que se dan juntas.

Vivamos una historia de amor con nosotros mismos y no permitamos que el otro nos secuestre. Enamorémonos de nosotros mismos. El amor al otro solo es posible en el momento en que nos amamos.

Padre Fábio de Melo
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