lunes, 30 de marzo de 2015

LO MEJOR DE NOSOTROS A LOS PIES DE JESUS

Entreguemos a los pies de Jesús lo mejor de nosotros
¡No ofrezcamos a Dios nuestras sobras y migajas.
Entreguemos a los pies de Jesús siempre lo mejor de nosotros,
de nuestro corazón, de nuestra alma y lo que tenemos y somos!

Entreguemos a los pies de Jesús lo mejor de nosotros 1

“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume” (Jn 12,3).
Amados hermanos y hermanas, en esta semana tan santa, Semana Mayor del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección glorioso de Jesús, queremos comenzar a los pies del Maestro. Él que estaba seis días antes de Su Pascua en la casa de Marta, de María y de Lázaro, sus amigos.
Tu vas recordar que María siempre se pone a los pies del Maestro para escucharlo y, en aquel momento, también para ungirlo y darle el verdadero culto. Sin embargo, a menudo pareció un gesto escandaloso, porque el perfume de nardo, puro y muy caro, utilizado por María, podría haber sido utilizado para otra cosa. Sin embargo para el Señor se utiliza y siempre se da lo mejor: ¡lo mejor de nosotros, de nuestro corazón, de nuestra alma, de lo que tenemos y somos! No vayamos hasta Dios con nuestras sobras y migajas; llevemos a los pies del Señor aquello que somos y tenemos: nuestra vida y nuestro corazón.
¡No es tiempo para entregar a Dios lo que sobra, es lo mejor de nuestro tiempo, es lo mejor de de nosotros, lo que debemos dar, es calidad de encuentro! Lo que necesitamos es estar a los pies del Señor, adorándolo, glorificando, exaltando, sufriendo con Él y caminando con Él hacia a Jerusalén, Y en Su Pasión y Muerte, adorando su cuerpo, aún desfigurado, porque Jesús desfigurado es el mismo Jesús glorioso.
¡Por eso hoy queremos ponernos a los pies del Maestro para darle lo mejor de nosotros! Cuando Él nació los reyes magos ofrecieron oro, incienso y mirra. Ahora que Él esta a punto de morir está María a Sus pies dándole el mejor perfume, porque para Dios toda la dignidad, toda la riqueza y toda la belleza para el culto de Aquel que es nuestro Dios.
¡Nosotros adoramos al Señor, le exaltamos, glorificamos y bendecimos!
Sin embargo, no puede haber contraste entre el Cristo, de quien nosotros cuidamos en las capillas, en los altares, en nuestras iglesias y en las ropas litúrgicas, y el Cristo que sufre en las calles, en las puertas de nuestras casas y donde nosotros vivimos. Como dijo el Señor, los pobres siempre los tendremos en el medio de nosotros (cf. Juan 12,8), porque cada pobre es el rostro de Cristo desfigurado.
Cuidemos de Cristo que esta en nuestras iglesias y entre nosotros en los altares. Y también de Cristo que está entre nosotros, en nuestro hermanos, sobretodo, especialmente los más pobres sufridos y más necesitados.
¡Cristo quiere ser honrado con nuestra adoración en el altar; del mismo modo, Él quiere ser cuidado en la persona de aquellos que más sufren y necesitan de Su amor, de Su bondad y de nuestra solidaridad humana!
¡Dios te bendiga!

Padre Roger Araujo
Sacerdote de la Comunidad Canción Nueva

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