viernes, 20 de marzo de 2015

LA MUERTE DEL JUSTO

La muerte del Justo (IV Viernes de Cuaresma)

Por Angel Moreno  para Ciudad Redonda - Viernes, 20 de marzo de 2015
IV Viernes de Cuaresma
(Sb 2, 1a. 12-22; Sal 33; Jn 7, 1-2. 10. 25-30)
La muerte del Justo
El viernes es día consagrado especialmente a contemplar la Pasión de Cristo. Las lecturas escogidas por la Iglesia para hoy centran su mensaje en la persecución del hombre justo: “Lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él” (Sb 2, 20) Profecía de la persecución que sufrirá Jesús: “En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo” (Jn 7, 1-2).
Siempre resulta misterioso el padecimiento de quienes sufren aun siendo buenos, aunque el salmo adelanta que no son abandonados de Dios. “Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo librará el Señor” (Sal 33). Sin embargo, solemos creer que, si acudimos al Señor, si le somos fieles, deberíamos tener alguna protección contra el sufrimiento.
Una verdad que se nos revela a través de las Sagradas Escrituras es, precisamente, que el justo no está exento de la prueba, ni los padecimientos significan por sí mismos maldición. Por el contrario, es el momento en que el justo se abandona a las manos providentes. Mientras que los descreídos “discurren, y se engañan, porque los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable” (Sb 2, 22).
Al acercarnos a los días santos de la celebración de los misterios de la Pasión de Cristo, no solo podremos contemplar lo que Él pasó por nosotros, sino también iluminar nuestra existencia desde la Cruz del Señor.
Santa Teresa de Jesús
Es momento de contemplar con Santa Teresa la Pasión de Cristo, aquellos pasos que a ella le conmovieron tanto y le dejaron gustar la consolación de la compasión. “… licencia nos da el Señor ­a lo que pienso­, como nos la da para que pensando en la sagrada Pasión, pensemos muchas más cosas de fatigas y tormentos que allí debía de padecer el Señor, de que los evangelistas escriben” (Los Conceptos del Amor de Dios 1, 8).
Precisamente, la doctora mística, en las más altas moradas del Castillo Interior, nos invita a considerar los padecimientos de Cristo: “Llamo yo meditación a discurrir mucho con el entendimiento de esta manera: comenzamos en la oración del Huerto y no para el entendimiento hasta que está puesto en la cruz; o tomamos un paso de la Pasión, digamos como el prendimiento, y andamos en este misterio, considerando por menudo las cosas que hay que pensar en él y que sentir, así de la traición de Judas, como de la huida de los apóstoles y todo lo demás; y es admirable y muy meritoria oración” (Moradas VI, 7, 10).
No importa el nivel cultural de la persona, según indica la maestra de oración: “Pues tornando a lo que decía, ponémonos a pensar un paso de la Pasión, digamos el de cuando estaba el Señor a la columna: anda el entendimiento buscando las causas que allí da a entender, los dolores grandes y pena que Su Majestad tendría en aquella soledad y otras muchas cosas que, si el entendimiento es obrador, podrá sacar de aquí. ¡Oh que si es letrado! ... Es el modo de oración en que han de comenzar y demediar y acabar todos, y muy excelente y seguro camino, hasta que el Señor los lleve a otras cosas sobrenaturales” (Vida 13, 12).
¿Te sientes probado? Y en la prueba, ¿te sientes castigado o invitado al amor?

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