miércoles, 19 de octubre de 2016

Meditación: Lucas 12, 39-48


San Juan de Brébeuf y San Isaac Jogues y Compañeros

Si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando. (Lucas 12, 39)

¿Por qué se compara Jesús con un ladrón para enseñar sobre su segunda venida? ¿Por qué usó el ejemplo de un patrón muy estricto que castiga severamente a sus servidores por no estar preparados?

Para quienes hayan descuidado su comunión con Dios, estas ideas son sin duda un llamado de atención. Pero, los que hemos estado haciendo lo mejor posible para seguir fielmente los pasos del Señor, ¿deberíamos preocuparnos?

Claro que no. El Señor no quiere que de puro susto entremos en su Reino; pero es cierto que hay un cierto elemento de misterio en lo que se refiere a su segunda venida. Por ejemplo, por muy espirituales que seamos, ese acontecimiento nos va sorprender.Sabemos que vendrá “en las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Mateo 24, 30), pero no sabemos exactamente cómo ni cuándo sucederá esto.

¡Sólo podemos suponer que cuando lo infinito se haga presente en lo finito, la vida normal que conocemos se transformará!

Y como el regreso de Cristo nos sorprenderá a todos, cabría suponer que no hay ningún modo de prepararse, aunque las propias palabras del Señor nos dicen que la vida cristiana entera depende de lo bien dispuestos que estemos; es decir, que tomemos nuestra cruz diariamente y le sigamos, porque si queremos encontrar la vida, tenemos que perderla (Lucas 9, 23-24).

Siendo así, la mejor manera de prepararse para el regreso de Jesús es dejar que él haga su morada en nuestro corazón. En su tiempo de oración, trate usted de estar atento a lo que el Señor quiera decirle, no sólo mediante su palabra en la Escritura, sino mediante la voz suave y susurrante del Espíritu o bien a través de las acciones y palabras de otras personas.

Mientras usted cumple sus diarias labores, ponga atención a las interrupciones. Las peticiones inesperadas que le hagan parientes, amigos o compañeros de trabajo pueden ser en realidad oportunidades que el Señor le esté dando para servirle. ¡Claro! No hay que esperar al final del mundo para ver a Cristo, él está tocando a su puerta ahora mismo.
“Señor mío Jesucristo, te doy la bienvenida en cualquier forma que vengas hoy día, en las verdades de tu santa Palabra, en la interacción con una persona o en las bendiciones que me das.”
Efesios 3, 2-12
(Salmo) Isaías 12, 2-6

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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