domingo, 30 de octubre de 2016

Meditación: Lucas 19, 1-10

Hoy ha llegado la salvación a esta casa. (Lucas 19, 9)
Cuando Zaqueo descubrió quién era Jesús, se sintió conmovido y dijo: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más” (Lucas 19, 8). Estas son expresiones de un hombre transformado en su espíritu, para quien amaneció la luz y llegó la salvación. Es la manifestación de alguien que ha conocido a Jesús y ha sido liberado para amar y servir a Dios y al prójimo.

Los recaudadores de impuestos eran despreciados por los judíos devotos. Eran gente rica, pero conocidos como engañadores, deshonestos y explotadores. Zaqueo era un “jefe de cobradores de impuestos y persona de mucho dinero” (Lucas 19, 2), es decir, era la personificación de todo lo que los judíos despreciaban, aparte de que dirigía las actividades de los demás recaudadores que tenía a su cargo.

No se sabe cuál era su motivación, pero nos consta que Zaqueo quería conocer a Jesús, y como era bajo de estatura subió a un árbol para verlo mejor. El Señor, viendo su afán, le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa.” En otras palabras: “Baja, Zaqueo, no puedes conocerme si me ves sólo de lejos, porque el pecado no te deja ver bien y apenas puedes conocer algo de mí. Si de veras quieres conocerme, entrégate a mí y arrepiéntete de tus pecados. Entonces, yo te perdonaré, te sanaré y te daré una nueva vida.”

Zaqueo obedeció al instante, lleno de alegría. No sabemos cómo fue la visita de Jesús a su casa, pero una cosa es cierta: Zaqueo llegó a ser una persona completamente diferente. Se sintió liberado, pudo reconciliarse con aquellos a quienes había estafado y aprendió a amar y servir a sus conciudadanos de una manera diferente.
“Amado Jesucristo, mi Señor, yo también quiero conocerte personalmente. Te invito a venir a cenar en mi casa, es decir, que entres en mi corazón, y así me des una vida nueva de paz, armonía y salud, no sólo a mí sino a mi familia también. Gracias, Señor.”
Sabiduría 11, 22—12, 2
Salmo 145(144), 1-2. 8-11. 13-14
2 Tesalonicenses 1, 11—2, 2
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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