jueves, 20 de octubre de 2016

RESONAR DE LA PALABRA 20102016

Evangelio según San Lucas 12,49-53. 
Jesús dijo a sus discípulos: "Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra". 

RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos:

El fuego, el agua anegadora y amarga, la espada: el fuego, para la tierra toda; el agua anegadora, para él mismo; la espada, incluso para las relaciones de familia.

En el mensaje de Jesús hallamos un espectro muy amplio de palabras. Las hay de consuelo y acogida: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré. Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero, y mi carga, ligera” (Mt 25,28-30). Hay palabras que hablan al anhelo de las personas: en el sermón del monte encontramos un buen puñado. Y hay palabras que desafían y ponen en crisis, que llaman a la decisión: basta recordar la llamada al personaje importante que ha cumplido los mandamientos desde pequeño y quiere saber qué le falta para conseguir la vida eterna.

No nos está permitido hacer una selección de palabras y quedarnos con las que más nos gusten; nos haríamos un flaco favor. Como tampoco podemos quedarnos con la Navidad y suprimir la Semana Santa. En la vida de Jesús ha habido misterios de gozo, de luz y de dolor, y a través de ellos ha llegado a los de gloria (cf Lc 24,26). A los discípulos les costó entenderlo, pero al final acogieron esta revelación. Y en nuestra vida ha habido y habrá también sus tiempos para el gozo, para el anhelo y la esperanza, para la decisión dolorosa (por las rupturas que entrañe en cada uno, o en su relación con otros), para la oscuridad. A cada tiempo le corresponden sus palabras.

Que el Señor nos conceda vivir, en cada situación, la certeza de que no estamos solos y de que no nos faltará su palabra. Y, cuando tengamos que pasar por fuego y por agua, que Él nos dé respiro.

Con mi saludo
Pablo Largo
fuente del Comentario Ciudad Redonda

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