sábado, 18 de febrero de 2017

COMPRENDIENDO LA PALABRA 180217

Anastasio de Sinaí (c. 700), monje 
Homilía para la Transfiguración
El misterio de la crucifixión es la belleza del Reino de Dios.

      La montaña de la transfiguración es la montaña de los misterios, el lugar de las realidades inefables, la roca de los secretos escondidos, la cumbre de los cielos. Aquí se revelaron los símbolos del reino futuro; le misterio de la crucifixión, la belleza del reino de Dios, la llegada de Cristo en su segundo advenimiento lleno de gloria. Sobre esta montaña la nube luminosa cubre de esplendor a los justos; los bienes futuros se realizan ya. La nube que envuelve esta montaña prefigura la ascensión de los justos sobre las nubes; nos enseña hoy nuestro aspecto futuro, nuestra configuración con Cristo.

      Mientras Jesús estaba en medio de sus discípulos, les había explicado su reino y su segunda venida en gloria. Pero, porque ellos no estaban seguros del todo sobre lo que él les había anunciado acerca del reino, Jesús quiso que estuvieran del todo convencidos en su corazón, y que los acontecimientos presentes les ayudaran a creer a la hora de lo que iba a suceder. Por esto, en el monte Tabor les dio a contemplar esta maravillosa manifestación divina, como una imagen que prefigura el reino de los cielos. Como si les dijera: “Para que la tardanza no engendre en vosotros la incredulidad, pronto, ya mismo, os lo digo de verdad, entre los que estáis aquí hay algunos que no verán la muerte antes de ver al Hijo del Hombre venir sobre las nubes en la gloria de su Padre. (Mt 16,28) “Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago y los llevó a una montaña muy alta y se transfiguró delante de ellos” (Mt 17,2)...

      “¡Qué terrible es este lugar! ¡Nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo!” (Gn 28,17). Hacia ella nos apresuramos.

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