viernes, 24 de febrero de 2017

LA AMISTAD QUE NO NOS DECEPCIONA

Bendito sea Dios por Su amistad con el Espíritu Santo, que se compromete con nosotros y nos consuela


Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, en realidad, estamos recibiendo el abrazo de Dios. Cuando tenemos una experiencia con El Señor, todo en nuestra vida cambia. Es imposible recibir el Espíritu del Señor sin que ocurra un cambio radical dentro de nosotros.

Muchas veces, nuestra propia consciencia nos tortura por causa de nuestros errores. Tener consciencia de ello, algunas veces, llega  a imposibilitarnos, pero en relación a esta situación, la Palabra de Dios nos enseña que contra toda acusación el Señor esta con nosotros.

El Señor viene en nuestra ayuda
La primera liberación que recibí de Dios fue de mis pecados. Me di cuenta que yo tenía miedo de quien yo no debería tener: del Señor. Él siempre me amó, y no era a Dios a quien yo necesitaba temer.

Dios tomó posesión de mi corazón, fue capaz de defenderme incluso de mí mismo. Cuando reconocemos nuestras debilidades, el Señor viene a defendernos. ¡No tengamos miedo! ¿Lo que has hecho mal importa? Sí, importa; pero no es suficiente para alejarse del Señor.
Cuando David compuso el Salmo 31, que es una oración hermosa, él había experimentado eso, porque ese Salmo nació de una vivencia de David. Presta atención: Dios no solo perdonó el pecado sino también la pena de este pecado. La pena es la consecuencia, es fruto del mal que hicimos y que se levanta contra nosotros. Pero el Señor nos quito aún esa misma pena, esa consecuencia.

El Todopoderoso atiende y acoge a los necesitados. Él está y nos envuelve en la alegría de Su salvación. Debes poner fuera de tu vida toda tristeza, ponerte a los pies de la cruz, porque Dios que te ama, te llama a participar en la alegría de Tu salvación.

Debemos invocar el Espíritu Santo hasta que Él venga, y cuando Él viene, necesitamos parar, cesar de invocarlo. Cuando le hemos acogido, comenzamos debemos contemplar Su presencia junto a nosotros. Y cuando hablamos de contemplar, hablamos de ser como un niño que para, mira y observa, por eso consigue ver las maravillas que dejamos pasar en nuestra vida.

Necesitamos admirarnos de la presencia del Señor, que esta en medio de nosotros y decir: “¡Nosotros Te admiramos, Señor, porque Tu eres nuestro Amigo!”.

¡Bendito seas Padre por tu amistad con el Espíritu Santo!
Él es el Paráclito, palabra griega que, para ser comprendida es necesario que sea traducida en tres palabras: Intercesor, Defensor y Consolador.

El Espíritu Santo se compromete con nosotros y nos consuela. Él es mucho más que un Abogado, es un gran Amigo, que siempre nos acompaña.

¡Cualquier amigo que tu encuentres en este mundo, un día te decepcionará. Tal vez tu amigo te engañe, te traicione, te niegue ayuda, pero el Espíritu Santo nunca va decepcionarte!
Márcio Mendes
Comunidad Canción Nueva
Artículo producido a partir de la predica del autor en Julio/2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario