viernes, 17 de febrero de 2017

Meditación: Marcos 8, 34—9, 1


Los Siete Santos Fundadores de la Orden de los Siervos de la Virgen María

Las palabras que Jesús nos dice hoy de salvar y perder la vida no hacen otra cosa que infundir ansiedad en nuestra mente si no pensamos más que en el dolor y la pérdida. Pero eso no es todo. ¡Alabado sea Dios porque el Señor quiere abrir nuestros ojos para que veamos un cuadro más completo de su plan de salvación! Jesús no murió solamente para que renunciáramos a nuestra vida antigua; ¡murió también para que ganáramos su vida resucitada! Es decir que podemos contemplar la cruz con un sentido de temerosa admiración y expectativa por todo lo bueno que Dios nos promete, porque precisamente por el hecho de que Jesús haya muerto en la cruz, podemos recibir ahora la purificación del corazón y la renovación de la mente.

Jesús nos invita a iniciar esta vida nueva ahora y aquí mismo. Lo cierto es que a veces dedicamos tiempo y dinero a buscar placeres mundanos y las cosas de esta vida, pero al hacer eso corremos el riesgo de perdernos el tesoro más valioso de la vida verdadera que Dios tiene reservada para sus hijos.

En realidad, Jesús no nos pide privarnos de muchas cosas. ¡No se trata de eso! Lo que quiere es que renunciemos a los impulsos ilícitos y pecaminosos que tratan de controlarnos y que, en cambio, nos pongamos de corazón en manos de Dios para que el Espíritu Santo nos ayude a llevar la vida nueva que recibimos en el Bautismo. El afán de autosuficiencia e independencia y la irresponsabilidad son actitudes que llevan a la infelicidad y al dolor. ¡Estas son las cosas a las que Jesús vino a dar muerte en nosotros!

Sí, en la cruz se pierde algo. ¿Qué cosa? La esclavitud del pecado. ¿Y qué ganamos? Una conciencia limpia, libertad de los hábitos de pecado, intimidad con Dios y el descubrimiento de que somos hijos amados de Dios. Jesús nos invita a depositar nuestra autosuficiencia, egoísmo y hábitos de pecado a los pies de su cruz para recibir allí el poder del Espíritu Santo e iniciar una vida nueva. ¡De él viene la salud y la liberación!
“Padre celestial, ayúdame a poner mi vida a los pies de la cruz para llegar a ser la persona que tú quieres que yo sea. Confío plenamente en la promesa de Jesús de que si estoy dispuesto a perder esta vida, ganaré la vida verdadera.”
Génesis 11, 1-9
Salmo 33(32), 10-15

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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