martes, 9 de julio de 2019

Santa Catalina de Siena y la Preciosísima Sangre # 4

Santa Catalina de Sena, por sus dulces palabras, obtuvo de un noble joven de Perusa, llamado Nicolás, que sufriese con resignación una sentencia de muerte que le parecía injusta. Decíale la Santa: “Irás a la muerte rociado con la Sangre preciosísima del Hijo de Dios, y morirás con el dulce Nombre de Jesús en tus labios” y de esta suerte le libró del grande dolor y del horror que tenía de ser decapitado, y del temor de no poder perseverar hasta el último momento en su resignación. Hizo aún más la Santa: quiso ella misma asistirle en su último momento. Verificólo en efecto, exhortándole a acordarse de la Sangre del Cordero divino, y el joven no cesaba de repetir: “Jesús mío, yo os amo; Jesús, Jesús.” Así murió, y cuando la cabeza fue separada del cuerpo, Catalina fijando los ojos en el cielo, vio a Jesucristo que conducía a esta alma dichosa al reino eterno. (Vida de esta Santa por Frigerio)

JACULATORIA

Eterno Padre, te ofrezco la Sangre de Jesucristo en rescate de mis pecados y por las necesidades de la Iglesia.

INDULGENCIA

El Soberano Pontífice Pío VII concedió cien días de Indulgencia por cada vez que se diga la anterior jaculatoria. Así consta del rescripto que se conserva en los archivos de los Padres Pasionistas de Roma.

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