miércoles, 29 de abril de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 290420


«Yo soy el pan de vida»

Cristo dijo: «!El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed!» (...) Y el salmista dice: «El pan que da fuerza al hombre» y «el vino que le alegra el corazón» (103,15). Para los que creen en él, Cristo es alimento y bebida, pan y vino. Pan que fortalece y refuerza (...), bebida y vino que alegra (...). Todo lo que en nosotros es fuerte y sólido, gozoso y alegre, que nos ayuda a cumplir los mandamientos de Dios, a soportar el sufrimiento, a cumplir con la obediencia y defender la justicia, todo esto lo podemos realizar gracias a este pan que es fuerza y a ese vino que es gozo. ¡Dichosos los que obran con fuerza y alegría! Y puesto que nadie lo puede lograr por sí mismo, dichosos los que desean ardientemente llevar a la práctica lo que es justo y honesto, y en todas las cosas se ven fortalecidos y alegrados por aquel que ha dicho: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5,6). Si Cristo es el pan y la bebida que ahora aseguran la fuerza y el gozo de los justos ¿cuánto más lo será en el cielo cuando él se dará a los justos sin medida?

Fijémonos en que, en las palabras de Cristo (...), a este alimento que permanece para la vida eterna se le llama pan del cielo, verdadero pan, pan de Dios, pan de vida (...). Pan de Dios para distinguirlo del que prepara y hace el panadero (...); pan de vida, para distinguirlo de este pan que se corrompe, que ni es la vida ni la da, sino que con trabajo la conserva y sólo por un tiempo. Aquél, por el contrario, es vida, da vida, conserva una vida que nada debe a la muerte.


Balduino de Ford (¿-c. 1190)
abad cisterciense, después obispo
El sacramento del altar II, 3 (Cfr SC 93)

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