lunes, 20 de abril de 2020

MEDITACIÓN PARA HOY: JUAN 3, 1-8

No te extrañes. (Juan 3, 7)

Nicodemo sí se extrañó de lo que acababa de escuchar. Jesús le dijo que para ver el Reino de Dios era necesario “renacer de lo alto.” Desde luego, Jesús no se refería al nacimiento físico; sino a un nacimiento espiritual.

Es posible que a nosotros también nos parezca curioso este concepto de nacer de lo alto. Vivimos en un mundo que confía más en los sentidos físicos: ver, tocar, oír, degustar y oler. Pero Jesús vino para vivificar nuestros sentidos espirituales para que podamos “verlo” y “tocarlo” de una forma aún más profunda; vino a enseñarnos a caminar por fe y no solo por lo que vemos.

Entonces, ¿qué significa “nacer del Espíritu”? ¡Significa muchas cosas! Aquí plantearemos solo algunas de ellas.

Primero, nacer del Espíritu nos convierte en vasijas del Espíritu, es decir, que el Espíritu Santo habita en nosotros y está siempre pronto a animarnos, mostrarnos que hemos pecado, llenarnos de paz e impulsarnos a hacer su voluntad. Significa también que podemos ser guiados por el Espíritu, en lugar de seguir la guía de los deseos y los impulsos de nuestra naturaleza pecadora.

Segundo, nacer del Espíritu significa que podemos empezar a pensar cómo Jesús piensa, es decir, tener la “mente de Cristo” (1 Corintios 2, 16). Si cuando alguien nos hace daño tendemos a reaccionar con enojo o molestia, el Espíritu puede hacernos ver que la persona que nos ofendió también fue creada por Dios y es igualmente objeto de su amor. Puede enseñarnos a perdonar sin demora y de verdad, discernir claramente el bien del mal y estar más dispuestos a servir en vez de exigir ser servidos.

Finalmente, nacer del Espíritu significa ser diferentes, al menos desde la perspectiva del mundo. Nicodemo vio algo verdaderamente exclusivo en Jesús. ¿Serían los milagros que hacía? ¿Sería la paz que irradiaba? ¿O sería la forma en que sus palabras le llegaban al corazón? Fuera lo que fuera, podemos estar seguros de que, si permanecemos cerca del Señor, los demás notarán algo distinto en nosotros y se sentirán intrigados por saber qué es aquello que nos hace diferentes. Verán que llevamos un distinto estilo de vida y eso los hará más receptivos a la buena noticia de Cristo.
“Señor Jesús, abre mis ojos espirituales, te lo ruego. Espíritu Santo, Señor, hoy te necesito más que nunca.”
Hechos 4, 23-31
Salmo 2, 1-9

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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