domingo, 12 de abril de 2020

MEDITACIÓN: JUAN 20, 1-9

Adaptado de una homilía anónima sobre la Pascua de Resurrección, c. 175 d.C.

Ya brillan los sagrados fulgores de la luz de Cristo; la luz diáfana del espíritu purísimo resplandece y los tesoros celestiales de la gloria y la divinidad se despliegan. Las tinieblas fueron sorbidas; la oscuridad impenetrable quedó disipada en él, las sombras amenazantes de la muerte fueron cubiertas de luz. Mientras la vida se derrama sobre todas las cosas, éstas brillan con luz radiante; el amanecer de los amaneceres alumbra todo el universo. Aquel que es anterior al lucero matinal, el gran Cristo, inmortal e inconmensurable, resplandece sobre toda la creación, con luz más potente que la del sol.

Llega la Pascua mística, prefigurada por la Ley pero hecha realidad en Cristo; la maravillosa Pascua, que manifiesta la excelencia de Dios y las obras de su poder; un memorial festivo y eterno (Éxodo 12, 14); brota de la mortalidad, la inmortalidad; de la muerte, la vida; de la herida, la curación; de la caída, la elevación; del descenso, el ascenso. Así realiza Dios sus obras poderosas; así crea maravillas de la adversidad, para que se sepa que solo él puede hacer todo cuanto se propone.

Luego, que Egipto declare las prefiguraciones, y que la Ley proyecte las imágenes de la realidad anunciada, y que un heraldo anuncie la visitación del gran Rey.

Que celebren gozosos los primeros en recibir el divino Espíritu; que los ángeles y arcángeles del cielo se alegren; que todas las cortes celestiales y los ejércitos angélicos exulten de gozo al ver que su Señor y Rey viene en cuerpo y alma al mundo. Que los coros de estrellas aplaudan, anunciando al que aparece antes que el lucero de la mañana. Que toda la tierra se gloríe, bañada en la preciosa sangre del Cordero. Que toda alma humana cante ¡Aleluya!, reanimada ya por la resurrección para el nuevo nacimiento.
“Alabado y bendecido seas, mi Señor y glorioso Salvador, pues por tu muerte y tu resurrección has abierto, para mí y para todos tus fieles, las puertas del cielo.”
Hechos 10, 34. 37-43
Salmo 118 (117), 1-2. 16-17.22-23
Colosenses 3, 1-4

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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