miércoles, 15 de abril de 2020

MEDITACIÓN PARA HOY: SALMO 105 (104), 1-4. 6-9

 Te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina. (Hechos 3, 6)

La muerte y la resurrección de Cristo Jesús fueron acontecimientos tan extraordinarios y trascendentales que cambiaron totalmente el curso de la historia y gracias a ellos ahora los fieles podemos invocar el nombre del Señor y experimentar su poder, su realidad y la grandeza de su don a la humanidad. Así fue como, en la lectura de hoy, Pedro y Juan invocaron el nombre de Jesús cuando un mendigo inválido les pidió limosna. Éste esperaba dinero, pero los apóstoles tenían un tesoro mucho más valioso que darle.

Cada día, cuando Pedro y Juan iban al Templo a rezar, pasaban junto a la puerta “Hermosa”, que los estudiosos creen que estaba adornada con bronce repujado y oro. ¡Debe haber sido un deleite para la vista! Sin embargo, también pasaban junto a un mendigo lisiado que yacía al pie de esta puerta. Nunca antes se habían fijado en él, tal vez porque, estando en aquel entorno tan impresionante, el hombre parecía insignificante.

Pero, por alguna razón, ese día el Espíritu Santo decidió abrirles los ojos a Pedro y Juan. Al ver al pordiosero sintieron compasión y pensaron que podía ser curado. Instándolo a ponerse de pie, el hombre lo hizo y fue restablecido, y reaccionó con tal entusiasmo al reconocer el milagro que todos los que lo presenciaron lo reconocieron y vieron que él era también una persona valiosa. En efecto, todo ser humano tiene valor para Dios, cualquiera sea su condición de vida o salud.

La belleza del mundo siempre está delante de nosotros y debemos apreciarla. Sin embargo, Dios también quiere que abramos los ojos y veamos los tesoros velados que él ha puesto a nuestro alrededor. El Señor quiere enseñarnos a mirar más allá de cuantos tenemos cerca cada día y veamos lo valiosos que son para él. Y lo hace no simplemente para que admiremos a las personas, sino para que reconozcamos su valor y los tratemos con la dignidad que merecen. Imagina la salud, la restauración y la paz que podemos brindar a este mundo si reconocemos el valor, la hermosura y la gloria presentes en cada una de las personas. Hermano, si haces esto que aquí te proponemos, estarás avanzando bastante por el camino de la salvación y la perfección.
“Señor, ayúdame a ver cuán valiosas son para ti todas las personas, y concédeme compasión para compartir tu amor con ellos.”
Lucas 24, 13-35
Hechos 3, 1-10

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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