viernes, 23 de octubre de 2015

Buen día, Espíritu Santo!

Te damos gracias,
Padre fiel y lleno de ternura,
porque tanto amaste al mundo
que le has entregado a tu Hijo,
para que fuera nuestro Señor y nuestro hermano.
El manifiesta su amor para con los pobres y los enfermos,
para con los pequeños y los pecadores.
El nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano;
su vida y su palabra son para nosotros la prueba de tu amor.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
así tú sientes ternura por tus fieles...
Por eso, te alabamos y te glorificamos
y, con los ángeles y los santos,
cantamos tu bondad y tu fidelidad, proclamando el himno de tu gloria...

Fortalece a tu pueblo con el cuerpo y la sangre de tu Hijo
y renuévanos a todos a su imagen.
Que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos
y crezcamos en la fidelidad al evangelio.
Que nos preocupemos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas,
las alegrías y las esperanzas de los hombres,
y así les mostremos el camino de la salvación.


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