lunes, 19 de octubre de 2015

RESONAR DE LA PALABRA - 19 OCT 2015

Evangelio según San Lucas 12,13-21. 
En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?". Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas". Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'. Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'. Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios". 
RESONAR DE LA PALABRA
Óscar Romano, cmf.
A la paz de Dios:

Lo que me faltaba, parece decir Jesús: meterme en asuntos de herencias. Jesús debió poner cara de circunstancias cuando uno del público se levantó para hacer esta petición. Imagino que no sería de los seguidores habituales, aquellos que conocían, más o menos, el pensar de Jesús. Nosotros también en ocasiones con peticiones tan extrañas…
La vida no depende de los bienes. Me paro y escucho.



La vida no vale nada si no es para perecer
porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama.
La vida no vale nada si yo me quedo sentado
después que he visto y soñado que en todas partes me llaman.
La vida no vale nada cuando otros se están matando
y yo sigo aquí cantando cual si no pasara nada.
La vida no vale nada si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar mi corazón que se apaga.
La vida no vale nada si ignoro que el asesino
cogió por otro camino y prepara una celada.
La vida no vale nada si se sorprende otro hermano
cuando supe de antemano lo que se le preparaba.
La vida no vale nada si cuatro caen por minuto
y al final por el abuso se decide la jornada.
La vida no vale nada si tengo que posponer
otro minuto de ser y morirme en una cama.
La vida no vale nada si en fin lo que me rodea
no puedo cambiar cual fuera lo que tengo y me ampara.
Y por eso para mí la vida no vale nada."
Pues bien, parece decir Jesús: si queréis que hable de estas cosas lo haré. Este es el camino de la codicia. Empieza con una gran cosecha (o un golpe de fortuna, o una herencia recibida, o duros trabajos). Se derriban los graneros y uno empieza a perder el contacto con la realidad. Se continúa levantando otros más grandes (y aquí ya la codicia se va adueñando de la vida). Cuando uno almacena allí todas sus posesiones, el afán de poseer ya es más importante que el resto de las cosas de la vida. Y uno quiere más posesiones y almacenes más grandes. Y ya nada es suficiente. Y decide darse la buena vida, que no es tan buena, y ni siquiera es vida.

Y al final para qué, ¿para ser el más rico del cementerio?

Tu hermano y amigo
Óscar Romano, cmf.
para Ciudad Redonda - publicado octubre 2015

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