viernes, 22 de julio de 2016

Meditación: Juan 20, 1-2. 11-18


María Magdalena fue al sepulcro muy temprano. (Juan 20, 1)

Pocas mujeres que figuran en la Sagrada Escritura han sido objeto de tanta conjetura e indagación como Santa María Magdalena, cuya fiesta celebramos hoy, y a pesar de toda esta atención, la cultura popular todavía piensa que es la “pecadora” arrepentida de Lucas 7, 36-50. Pero la verdadera cualidad de María fue su inquebrantable fidelidad al Señor, a pesar de las dificultades que sin duda tuvo que afrontar por esa razón.

María tenía buenas razones para estar agradecida de Cristo. Él había expulsado siete demonios de ella (Lucas 8, 1-2), y eso fue lo primero que probablemente la llevó a seguirlo fielmente y la encaminó hacia un discipulado sincero. Ella fue una de las mujeres que seguían a Jesús y le asistían con sus bienes y lo siguió incluso hasta el Calvario.

¡Cuántos milagros habrá presenciado María y cuánto entusiasmo sentiría ella en su caminar con el Señor! Pero no todos eran señales y maravillas. El mismo camino que la llevó a ver hechos extraordinarios la llevó también al pie de la cruz, donde observó cómo el Señor era crucificado y moría bajo la inhumana crueldad de la cruz. Afligida y confundida, seguramente María debe haberse sentido totalmente abandonada y desorientada. ¿Qué iba a pasar ahora?

Pero aquí es donde vemos más claramente la fidelidad y el amor de la Magdalena. Sin pensar en huir y distanciarse de los discípulos de Jesús, ella fue una de las pocas personas que permanecieron junto al Señor cuando él era sepultado; fue una de las tres mujeres que se arriesgaron a ser arrestadas sólo para ungir el cuerpo de Jesús. Y al final su fidelidad fue recompensada: ¡Fue la primera persona en la historia que vio al Señor resucitado!

¡Qué extraordinario honor y bendición! Con toda razón merece ella el título de “Apóstol de los Apóstoles”, porque cumplió la asombrosa misión de llevar a la Iglesia, y especialmente a quienes se habían escondido por el miedo y la incredulidad, el testimonio de que Cristo estaba vivo. Ella fue la apóstol de los apóstoles, una mensajera vital para que ellos salieran a cumplir la misión de llevar el Evangelio hasta los confines del mundo.
“Amado Señor Jesús, gracias te doy por el ejemplo de Santa María Magdalena, por su vida y su fidelidad. Concédeme la gracia de imitarla en su amor y devoción.”
Jeremías 3, 14-17
(Salmo) Jeremías 31, 10-13

fuente del comentario DEVOCIONARIO CATÓLICO LA PALABRA CON NOSOTROS

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