miércoles, 20 de julio de 2016

Meditación: Mateo 13, 1-9



En este pasaje del Evangelio, Jesús enseña como un catedrático en la asignatura del Reino. Con las parábolas, el Señor comunica su experiencia más profunda de cómo Dios actúa en la historia, por ejemplo, con la parábola del sembrador nos dice que Dios siembra el Reino con una generosidad extraordinaria, dejando caer la palabra en terrenos donde parece imposible que vaya a dar frutos, y él mismo explica más tarde el sentido de esta parábola.

La semilla es la palabra que el Señor proclama y el sembrador es él mismo, y no busca sembrar sólo en el terreno fértil para asegurarse la mejor de las cosechas, porque ha venido para que todos “tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10, 10). Por eso, no duda en arrojar la semilla a manos llenas, ya sea “a lo largo del camino”, “entre las piedras”, “entre abrojos” o “en tierra buena”.

Así, las semillas que salen de manos generosas producen el rendimiento que las posibilidades les permiten. El Concilio Vaticano II nos dice: “La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega” (Lumen Gentium, 5).

“Los que escuchan con fe”, nos explica el Concilio. Tú, hermano, estás habituado a escucharla, tal vez a leerla y quizá a meditarla. De la fe con que la escuches dependerá la abundancia de frutos que puedas dar. Pero, si bien éstos vienen, en cierta forma, garantizados por la fuerza vital de la semilla de la Palabra, no es menor la responsabilidad que todos tenemos de escucharla con atención, con amor y con humildad. Por eso, “el que tenga oídos, que oiga.”

La gente de Galilea, campesinos de tierras áridas y de caminos polvorientos entendía la comparación, pero Jesús les dejaba tratando de dilucidar el sentido de la parábola, como diciendo, ahora les toca a ustedes buscar y escudriñar el sentido. La parábola no es una doctrina que haya que aprender de memoria, es una provocación para buscar cómo Dios interviene en la historia y cómo nosotros, los pobladores del Reino, tenemos que actuar en la cotidianidad sembrando la semilla del Reino.
“Amado Señor, ayúdame a tener el corazón preparado diariamente para escuchar tu palabra y dar mucho fruto, como un terreno fértil.”
Jeremías 1, 1. 4-10
Salmo 71(70), 1-6. 15. 17

fuente del comentario DEVOCIONARIO CATÓLICO LA PALABRA CON NOSOTROS

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