jueves, 21 de julio de 2016

Meditación: Mateo 13, 10-17


Los discípulos estaban desorientados. ¿Por qué Cristo les hablaba del Reino de Dios en parábolas? ¿Por qué no hablaba claro para que todos entendieran? En realidad, Jesús les dio a todos la oportunidad de comprender el Evangelio. Las parábolas las usaba para ir separando la paja y el trigo, es decir, los que se sentían autosuficientes y los que realmente anhelaban conocer a Dios (Mateo 3, 12).Muchos de los oyentes eran incapaces de ver o percibir las verdades del mensaje de Cristo, a pesar de que oían perfectamente bien (Mateo 13, 13).

Algunos se sentían cómodos con la vida que llevaban y no se interesaban por recibir una mayor revelación de Dios. Deben haber pensado que ya tenían todo lo que necesitaban. Las parábolas de Cristo tenían significados que eran a la vez claros y simbólicos, y se referían a temas de la vida cotidiana de su época.

En un plano, estas parábolas resultan entretenidas; pero en un plano más profundo, son capaces de revelar verdades acerca del Reino de Dios y transformar el corazón humano. Los que sienten que las parábolas les estimulan la curiosidad y el deseo de aprender tienen la oportunidad de buscar un significado más profundo y encontrar la revelación que ellas contienen. Los que sólo las consideran como relatos o comparaciones agradables, pero no desean reflexionar en su significado más profundo, se pierden la oportunidad de recibir la Palabra de Dios que ellas contienen.

El maligno siempre está actuando para tratar de frustrar la gloria de la vida en el Espíritu. En realidad, es fácil decir “Es cierto lo que dice la parábola, pero yo no necesito buscar un significado más profundo. Después de todo, no tengo interés en ponerme fanático con la religión. Basta con ser bueno con los demás y tratar de superar los malos hábitos.” Pero, Jesús desea dar la revelación completa de sus palabras a quienes lo buscan; esa revelación que tanto necesitamos conocer. Por tanto, cuando escuchemos una parábola, aprovechemos la oportunidad de abrir el corazón en la oración y pidámosle a nuestro divino Salvador que nos conceda la plenitud de su amor y su sabiduría.

“Jesús, Señor mío, que nos prometiste que todo el que te buscara te encontraría, ayúdame a darme cuenta de lo mucho que te necesito, para que te busque de todo corazón. Tengo un profundo deseo de conocerte cada día más.”

Jeremías 2, 1-3. 7-8. 12-13
Salmo 36(35), 6-11

fuente del comentario DEVOCIONARIO CATÓLICO LA PALABRA CON NOSOTROS

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