domingo, 24 de julio de 2016

Salmo 126 (125)

“Cuando el Señor cambió la suerte de Sión
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.”

La vida es como marea que sube y baja, y yo he visto muchas mareas altas y  mareas bajas en ritmo incesante a lo largo de muchos años y cambios y experiencias. Sé que la esterilidad del desierto puede trocarse de la noche a la mañana en fertilidad cuando de desbordan los “torrentes del Negueb.” Torrentes secos del sur, a los que una súbita lluvia primaveral llena de agua, cubriendo de verde sus riberas en sonrisa espontánea de campos agradecidos. Ese es el poder de la mano de Dios cuando toca una tierra seca… o una vida humana.

Toca mi vida, Señor, suelta las corrientes de la gracia, haz que suba la marea y florezca de nuevo mi vida. Y, entretanto, dame fe y paciencia para aguardar tu venida, con la certeza de que llegará el día y los alegres torrentes volverán a llenarse de agua en la tierra del Negueb.

Es ley de vida: “Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.” Ahora me toca trabajar y penar con la esperanza de que un día cambiará la suerte y volveré a sonreír y a cantar. En esta vida no hay éxito sin trabajo duro, no hay avance sin esfuerzo penoso. Pare ir adelante en la vida, en el trabajo, en el espíritu, tengo que esforzarme, buscar recursos, hacer todo lo que honradamente pueda. La tarea del sembrador es lenta y trabajosa, pero se hace posible y hasta alegre con la promesa de la cosecha que viene. Para cosecha hay que sembrar, y para poder cantar hay que llorar.

¿No es mi vida entera un campo que hay que sembrar con lágrimas? No quiero dramatizar mi existencia, pero hay lágrimas de sobra en mi vida para justificar ese pensamiento. Vivir es trabajo duro, y sembrar eternidad es labor de héroes. Sueño con que la certeza dela cosecha traiga ya la sonrisa a mi rostro cansado: y pido permiso para tomar prestado un canto de la fiesta del cielo para irlo ensayando con alegría anticipada mientras siembro aquí abajo.
“Al ir, iba llorando,llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.”

p. Carlos Valles sj 

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