sábado, 1 de octubre de 2016

RESONAR DE LA PALABRA 011016

Evangelio según San Lucas 10,17-24. 
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo". En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!". 

RESONAR DE LA PALABRA
¡ Queridos hermanos y hermanas en Cristo!

Después de acompañar el drama de Job llegamos al desenlace de su vida: Job da respuesta a su propio problema. El libro de Job es un camino para todos aquellos que tratan de adecuar su vida personal y su experiencia del sufrimiento a las exigencias de su fe. Cómo decía un teólogo, el libro de Job está “inconcluso”, a la espera de que sea terminado por todos los que se acercan a él, dejándose afectar por el dolor su dolor, sus cuestionamientos y su experiencia de fe. El libro no responde a todas las dudas, pero el autor nos enseña algo precioso: las respuestas no las encontramos en la ciencia o en la teología, sino en  la poesía. Además de ser una terapia, la poesía es el modo más eficaz para hablar de lo inefable.

La lectura que nos acompaña termina con una bellísima oración cuando Job descubre la respuesta a sus preguntas ante el misterio: “Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42, 5). Una fe madura es capaz de pasar del conocimiento de “oídas” a lo que los ojos pueden ver, es decir, la fe que nos transmitieron necesita pasar por la experiencia personal del encuentro con el Señor. Infelizmente muchos viven de una fe de “oídas”, en la que no son protagonistas, que no se dejan afectar por la fe que profesan. Conocí a algunos católicos que participan frecuentemente en la misa, escuchan la Palabra y reciben la Eucaristía, pero nunca tuvieron un encuentro personal con Jesús. Viven una fe superficial, de ritos y de cumplimientos religiosos, pero no de un encuentro personal y gozoso con Jesús.
La experiencia personal es insustituible en la vida cristiana. Job encontró a Dios en su viaje por la creación, que es un viaje interior, en la profundidad de su ser. Quizás el Camino de Santiago sea algo parecido al itinerario de Job en el que el peregrino va descubriéndose a sí mismo a lo largo de cada etapa del camino, muchas veces muy duras por la soledad, el cansancio y el sufrimiento. Al final el peregrino siente que no fue él quien hizo el camino, sino que el camino quien lo hizo a él.

La Iglesia celebra la memoria de Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones. Ella también hizo su itinerario de fe, llamada por ella de “pequeño caminito”. El pequeño caminito es el amor, las pequeñas obras del cotidiano, los gestos sencillos de acogida, de una sonrisa amable… Pidamos su intercesión por nosotros, para que descubramos también nuestro propio itinerario espiritual si aun no lo tenemos, que interceda por todos los misioneros que llevan la Buena Noticia del Reino, como los discípulos del Evangelio, y sientan la alegría de saber que sus nombres están escritos en el corazón de Dios.

Fraternalmente,
Eguione Nogueira, cmf

Fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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