sábado, 31 de diciembre de 2016

Meditación: Juan 1, 1-18


San Silvestre I

Ya en el principio él estaba con Dios. (Juan 1, 2)

El Evangelio según San Juan comienza con un hermoso himno de homenaje y exaltación de la “Palabra” o “el Verbo Divino”, que estaba con Dios desde el principio de todo. Cualquier judío que leyera este pasaje lo habría entendido, porque sabía que en la historia de la creación, Dios pronunció su Palabra y las cosas comenzaron a existir: “Dios dijo: ‘Que exista la luz.’ Y la luz existió.” (Génesis 1, 3). Como señal del poder creativo de Dios, cada palabra que él pronuncia trae a la existencia algo nuevo, bueno y maravilloso. ¡Así de poderosa es la Palabra de Dios!

Pero, pese a lo difundida que era la idea de que la Palabra de Dios es creativa, Juan presenta una revelación completamente nueva: Que la Palabra de Dios es no sólo creativa, no sólo poderosa y no sólo eterna, sino que la Palabra de Dios es una Persona. Juan dice que ya en el principio “él estaba con Dios”, usando en esta frase un pronombre personal masculino, y luego añade que esta Persona ¡vino al mundo y habitó entre nosotros! ¡Es Jesucristo, el Mesías!

Probablemente todos hemos oído o leído la frase bíblica “el Alfa y la Omega” (Apocalipsis 1, 8; 21, 6), cuyo significado es que antes de que todo empezara, o sea desde mucho antes de la creación, la Persona del Verbo ya existía; y en efecto lo sabemos porque Jesús el Hijo de Dios es coeterno con el Padre.

Estamos ya al final de 2016. Reflexione por unos momentos sobre cómo ha sido el año para usted, principalmente desde el punto de la fe. ¿Se ha acercado más a Dios? ¿Está yendo a Misa cada domingo solo o con sus seres queridos? ¿Ha recibido los sacramentos? ¿Está leyendo la Sagrada Escritura? Todo esto es necesario para que al final del año el resultado sea no sólo positivo sino prometedor. Pero no se sienta mal si no lo ha hecho tan bien: siempre se puede empezar de nuevo. Acérquese a la Iglesia porque allí le espera el Señor con una sonrisa y con los brazos abiertos.
“Espíritu Santo, Dios mío, gracias por tu constante presencia y protección durante todo el año que hoy termina. Me pongo en tus manos y te ruego que seas el primero en mi corazón y en mis prioridades en el año nuevo y todos los días de mi vida.”
1 Juan 2, 18-21
Salmo 96(95), 1-2. 11-13

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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