martes, 27 de diciembre de 2016

Meditación: Juan 20, 2-8


San Juan Apóstol y Evangelista

Hoy honramos a San Juan Apóstol, que por su cercanía a Jesús experimentó una profunda transformación en su vida. De los doce, Juan, Santiago y Pedro fueron los más cercanos a Jesús y, aquella gloriosa mañana de la Pascua de Resurrección, Juan vio la tumba vacía y se convenció.

Dios permitió que Juan conociera mejor a Jesús, haciéndole pasar de un plano meramente intelectual y lógico a uno en el que pudiera percibir y reconocer las verdades espirituales.

El vocablo griego usado en Juan 20, 8 para decir que “vio”, no sólo se refiere a la vista física, sino también a la vista espiritual que da la capacidad de entender el significado profundo del hecho observado. Dios desea que todos comprendamos de esa manera el nacimiento de Jesús, y lo podemos hacer gracias a la acción del Espíritu Santo.

Conforme al perfecto plan de Dios para la salvación de la humanidad, Jesús tomó para sí un cuerpo y se unió íntimamente al género humano en sus sufrimientos, penurias y alegrías. Por eso, cuando somos bautizados, nos sumergimos en la muerte y la resurrección de Cristo. Porque la vida del espíritu implica darse a los demás y servir. Jesús les dijo a Santiago y Juan que si querían lugares de honor en el cielo, tendrían que estar dispuestos a servir y darse a los demás, según su ejemplo (Marcos 10, 35-45).

El Señor advirtió a sus seguidores que a muchos les tocaría sufrir por ser testigos suyos, pero eso no significa que estarían pagando por sus pecados ni ganando el favor de Dios. No, Jesús nos amó y quiso salvarnos a todos desde antes de que naciéramos y de que cometiéramos algún pecado, y fue por amor al ser humano que cumplió a cabalidad la obra de la redención en la cruz.

Por eso, cuando reconocemos nuestras faltas y maldades con sinceridad de corazón, Dios nos perdona, y no tenemos por qué seguir cargando con nuestras culpas. Pero eso sí, hemos de trabajar y esforzarnos para llevar una vida recta y santa, a fin de no perder la salvación que Cristo, con su dolorosa pasión, consiguió para todos sus fieles.
“Dios y Señor nuestro, que por medio del apóstol San Juan nos has revelado el misterio de tu Palabra hecha carne, concédenos, te rogamos, llegar a comprender y amar de corazón aquello que tu apóstol nos dio a conocer.”
1 Juan 1, 1-4
Salmo 97(96), 1-2. 5-6. 11-12

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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