sábado, 6 de septiembre de 2014

Amigo, alguien que nos lleva lejos

Un amigo nos lleva lejos lejos, aún cuando nos escondemos

Conscientes o no, el hecho es que todos necesitamos unos de los otros para ser verdaderamente felices en este mundo. Podemos hasta trabajar para tener el pan en nuestra mesa, pero eso se vuelve mucho más sabroso si es degustado en la presencia de personas queridas. Nos esforzamos para alcanzar estas metas y conquistar sueños pero ¿de qué serviría vencer si no tuviésemos con quien compartir la victoria? O sea, todo el mundo pasa por la necesidad de tener con quien contar y poder compartir su vida, un amigo entra justamente en ese espacio sagrado de nuestro ser donde, por la fuerza de la amistad, el “yo” da lugar al “nosotros” y el egoísmo pierde su poder.

Es por eso que quien tiene el coraje de vivir una gran amistad puede ir más allá en muchos aspectos de su vida. Ziza Fernandes (cantante católica brasilera) afirma en una de sus canciones que “un amigo nos lleva lejos aún cuando nos escondemos“. Desde mi punto de vista, esa es una de las grandes virtudes de la amistad.

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Un buen amigo cree en el otro, consigue ver sus capacidades muchas veces escondidas detrás de los miedos y de las marcas del pasado y lo ayuda a superarlo. Sabemos bien que una de las cosas más importantes en esta vida es escuchar, en el momento indicado, a alguien que nos diga: “Continúa, ve adelante, eres capaz, yo creo en ti”. Es como si estas palabras prendieran millones de luces en nuestro interior, haciéndonos ver nuestro potencial y permitiendonos experimentar un poco del cielo en la tierra. Quien es amigo sabe hacer eso con verdad y coherencia. Además, amistad está totalmente relacionada con verdad, respeto y libertad. Nadie, nisiquiera el mejor amigo, tiene el derecho de “mandar en la vida del otro”, mucho menos, a costa de una buena inteción, pasar por encima de sus valores, llevando a la persona a una especie de dependencia afectiva, que antes de ser signo de amistad, es signo de egoísmo. Recuerdo una historia que mi padre me contaba cuando era niña, que nos ayuda a percibir el valor de la libertad en la amistad.

“Había una niña que vivía en una casa en el campo, y todo ahí se resumía a armonía y sosiego. Se podía escuchar nítidamente el canto de los pájaros y contemplar todos los días el nacer y la puesta de sol. Hasta que una vez, la niña observó que un majestuoso canario venía todas las tardes y cantaba bien cerca de su ventana. El gesto se repitió varios días, entonces, la niña cosideró que el canario era su amigo, comenzó a apreciar más su canto, a alegrarse con su llegada y principalmente, a contarle sus secretos. El pájaro también se fue acostumbrando con la niña, ya no tenía miedo de ser capturado y cada vez se acercaba más. Acostumbraba quedarse un poco más después de cantar, saltando entre una rapa y otra, como que escuchando sus conversas. La niña aguardaba ansiosa su regreso el día siguiente, a pesar de que para ella le parecía una eternidad, pues quería su presencia y su canto el tiempo entero.

Un día, ella tuvo la infeliz idea de poner una trampa y capturar al canario. Entonces, al final de aquella tarde, cuando él llegó a cantar, fue capturado en una jaula que sería su residencia. La alegría de la niña se contrastaba con la tristeza del pájaro, que se movía de un lado a otro, queriendo su libertad de vuelta. En aquel día no hubo canto ni conversa, la niña se molestó por percibir que al canario no le gustó la jaula que ella había mandado construir con tanta perfección. Ya lo sabía, se desorientó por percibir que en realidad, nunca fue su amiga. Los próximos días, el pájaro continuó sin cantar y estaba cada vez más cansado, así que la niña decidió soltarlo afirmando que él no servía para ser su amigo. El por su parte, voló tan lejos que nunca regresó.”

La moraleja de la historia es esta: si la niña realmente fuese amiga el pájaro no lo hubiera encerrado. Un verdadero amigo nunca quita la libertad del otro, tampoco es egoísta, no enjaula. El respeto por las particularidades del otro es algo sublime y fundamental en todos los relacionamientos, incluso en la amistad. Pienso que quien consigue valorizar y amar a sus enemigos por aquello que cada uno es, sin esperar nada a cambio y sin robar su esencia, trae un poco del cielo a la tierra, pues es así que Dios nos ama.

Aprovecha, por lo tanto, este día para fortalecer los lazos de amistad que hacen parte de tu historia. Dedica tiempo de calidad a tus amigos, aprende a “apreciar el canto sin encerrar al canario”. Expresa tu gratitud y afecto a cada uno, rompe distancias con una llamada, mensaje o si es posible, ve al encuentro de tus amigos y llevales un abrazo, una sonrisa sincera y la disposición para acogerlo; así lo ayudarás a experimentar aquí en la tierra un poco del cielo.

Djanira Silva
Misionera de la Comunidad Canción Nueva
fuente PORTAL Canción Nueva en español

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