lunes, 15 de septiembre de 2014

Los excesos de nuestra vida

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Todo exceso hace mal

Muchos de nosotros ya nos encontramos haciendo algo en exceso: comer, beber, jugar, limpiar, comprar, amar, depender afectivamente de alguien, mentir, tener celos… Es un impulso casi incontrolable, en el cual las personas se precipitan y, muchas veces, tienen dificultad para planear cualquier tipo de tarea o incluso planear el corte de esa compulsión.

¿Cuantas veces vemos personas, cuyo “hábito” es comprar para tener cada vez más, porque nunca satisfacen con lo que poseen? Tal “hábito” moviliza nuestro sentido de felicidad: teniendo esto o aquello, jugando determinado juego, comiendo eso o aquello, seremos más felices y llenaremos el vacío que hay en nosotros.

Las causas de los comportamientos compulsivos pueden ser las más variadas: predisposición, hábitos adquiridos, de tipo histórico familiar (que también son aprendidos) razones biológicas. Al percibir que algo “es mucho”, por exceder los límites de lo normal y saludable, deberemos decidir dejar de hacerlo. El acto de parar puede darse naturalmente para muchas personas, pero para otras esto no funciona. O sea, el comportamiento, llamado compulsivo o adictivo, continúa repitiéndose paralelamente a la ansiedad que la vivencia la persona.

Generalmente, son hábitos pocos saludables o inadecuados, repetidos muchas veces, por eso tienen una consecuencia negativa como el uso del alcohol, de drogas en general, o el hábito de comer exageradamente, gastar fuera de control, huir del contacto social, practicar deportes excesivamente, lavar las manos de forma exagerada (hasta llegando a lastimarse), participar de juegos de azar. Hay también los que se vician en las relaciones virtuales, en el exceso de uso de medicamentos o en las consultas a médicos buscando alguna enfermedad. Tales actitudes se realizan casi automáticamente, y quienes las practican no se dan cuenta, al principio, de los perjuicios.

El comportamiento compulsivo surge como respuesta inconsciente a determinados deseos, por diversas razones, como hábitos aprendidos y seguidos de alguna gratificación emocional, y como alivio de la angustia y la ansiedad; es decir, la personas que sufre ese disturbio hace algo para recibir otra cosa en cambio. Con los perjuicios que esa persona puede tener en sus relaciones, en el trabajo, en la salud o incluso cuando los demás le hacen notar ese disturbio, ahí comienza a observarse detenidamente. Aquello que, en un primer momento era fuente de gratificación, posteriormente pasa a dar una sensación negativa, porque la persona cede ante eso.

Si por detrás de esa compulsión existe un desequilibrio es importante canalizar esa energía, que antes iba hacia los excesos, en otras actividades e intentar “retirar” el foco del comportamiento que acarrea perjuicio a la persona.

Vale la pena recordar que todos tenemos rutinas y hábitos, y eso es muy saludable; ¡prestemos atención solo a los excesos! Como dice el dicho popular “todo exceso hace mal”. Entonces, si identificas algunos excesos en tu vida, procura analizar los afectos que te faltan y como vienes canalizando tus energías, si has buscado el tener o hacer en lugar del ser.

Abrazo fraterno

Elaine Ribeiro (elaine.ribeiro@cancaonova.com)
Psicóloga Clínica y Oganizacional, colaboradora de la Comunidad Canción Nueva.
fuente Portal Canción Nueva

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