Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: "Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado". Pero él les respondió: "¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado".
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos
“Quiero que seáis compasivos y no me ofrezcáis sacrificios”, dice Jesús hoy. Ante una persona necesitada (enfermo, hambriento, refugiado, parado, disminuido…) la única respuesta humana y evangélica es la ayuda y la solidaridad. Lo demás es anteponer intereses personales o grupales. Cuando está en juego la vida de una persona lo primero es salvarla y darle un porvenir digno. La ley jamás debe estar sobre el ser humano, pues para Jesús Dios es respetado y honrado cuando cuidamos de los más necesitados. Ya decía San Ireneo: “La gloria de Dios es que el hombre vida”. No podemos gastar nuestras fuerzas en cumplimientos de ritos, liturgias y tratados que perjudican a los necesitados…y que sin la misericordia no dicen nada a Dios. Aquí se aplica aquella palabra de Jesús: “que vuestro lenguaje sea si o no”, no caben la ambigüedad y las interpretaciones.
Cuando las doctrinas fundamentalistas se imponen, el corazón se endurece y se olvida de la compasión y la misericordia, y la persona es capaz de matar pensando que da gloria a Dios o que está haciendo un bien a la humanidad, Por eso Jesús establece que la ley más importante es ser compasivos y misericordiosos. La bondad de corazón es la gozosa y clara señal de la identificación con Cristo que vino a perdonar y a servir a todos. El Papa Francisco ha dicho: “El nombre de Dios es misericordia”. Y vivir la misericordia, es decir “corazón ante la miseria humana”, es honrar y respetar a Dios, y estar en sintonía perfecta con la vida de Jesús.
Y hay que estar muy atentos “al espíritu fariseo” –la ley por la ley- porque es como un mal crónico que sigue afectando a personas e instituciones religiosas y humanas. Además esa actitud lleva a los cristianos a “absolutizar” ciertas normas inmemoriales que fueron respuesta válida a problemas concretos de otra época, pero que ahora ya no sirven porque han cambiado la realidad y las circunstancias. Todo culto cristiano, personal o público, desvinculado de un compromiso serio y eficiente por el pobre y el excluido será un culto vacío, sin misericordia y farisaico.
Fuente del comentario Ciudad Redonda
No hay comentarios:
Publicar un comentario