lunes, 12 de diciembre de 2016

Evangelio según San Lucas 1,39-48. 
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz". 

RESONAR DE LA PALABRA
José Luis Latorre, cmf
Queridos amigos

La corona de Adviento nos indica a quién esperamos: a Jesús, luz del mundo. Cada domingo que pasa encendemos una vela: estamos más cerca de la Navidad, la gran fiesta de la luz y de la vida. El Adviento es un camino que hacemos hasta llegar a Belén a adorar al Niño Dios, y la Palabra que escuchamos durante este tiempo nos va indicando con qué actitudes debemos acercarnos.

Hoy el Evangelio nos presenta una actitud no muy correcta: cuando Jesús pregunta, sus interlocutores por cobardía o por orgullo contestan “no sabemos” cuando en realidad sí sabían la respuesta. No querían comprometerse ni quedar mal ante la gente. Tal vez pretendían que Dios actuase como ellos pensaban; que Dios se acomodase a sus planes y deseo

Para reconocer a Jesús como “la estrella” –la luz- hay que ir a Belén como los pastores y los Magos: con un verdadero deseo de aceptar al Niño como JESÜS, es decir el Dios Salvador. Jesús se da a conocer a los humildes y pequeños que tienen un corazón limpio de orgullo e hipocresía; un corazón que acepta con confianza los proyectos e ideas de Dios. 

En América hoy es la Fiesta de la Virgen de Guadalupe, la Patrona del Continente. Transcribo estas hermosas palabras que nos indican qué lugar ocupa María en la vida de los cristianos americanos: “A lo largo de los últimos quinientos años hemos visto a María caminando, como en el evangelio, por nuestros valles, llanuras y montañas. La hemos visto entrar a nuestras casas, sin protocolos ni privilegios, solo saludando y compartiendo lo mejor de su vida, Jesús de Nazaret. Por su sencillez y ternura no podemos aguantar las ganas de gritarle a Dios: Gracias por permitir que la Madre de nuestro Señor haya puesto su morada en nuestro continente. Gracias, María, porque, a pesar de la pobreza y las debilidades de nuestro pueblo, sigues poniendo tu corazón en nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestras comunidades… Gracias, María, porque hemos aprendido de ti un estilo de fe que, como en las bodas de Caná, nos dice: “haced lo que él os diga”.

Fuente del comentario CIUDAD REDONDA

No hay comentarios:

Publicar un comentario