viernes, 9 de diciembre de 2016

Meditación: Mateo 11, 16-19


San Juan Diego

La sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras. (Mateo 11, 19)

Tal como Dios se lo dijo a los israelitas de la antigüedad, hoy nos recuerda lo mucho que desea que sus hijos obedezcan sus mandamientos. ¿Por qué? Porque si lo hacemos, tendremos una vida de felicidad duradera; nos llenaremos de su paz y podremos trabajar tranquilos y reposar en la seguridad de su amor.

Dios nos manda que seamos perfectos, pero afortunadamente bien sabe que en realidad no lo somos. El Señor está consciente de que somos imperfectos, débiles y necesitados de su ayuda; pero no hace falta preocuparse de que nos vaya a rechazar por no ser perfectos, porque Dios es tan misericordioso que siempre nos vuelve a recibir cuando nos arrepentimos de verdad y le pedimos perdón.

Pero junto con perdonarnos, enseñarnos y reconfortarnos, el Señor nos da su Espíritu Santo como consejero y fuente de fortaleza. La función primordial del Espíritu es ayudarnos a tomar decisiones y realizar acciones que nos mantengan en contacto continuo con nuestro Dios. Cada día, el Espíritu procura hacernos evitar todo lo que nos aleje del Padre y nos urge a mantenernos firmes en la fe y la obediencia, cualquiera sea la circunstancia. Si seguimos las inspiraciones del Espíritu Santo, Dios nos ira formando cada vez más en la imagen de Jesús, nuestro Señor, y nos llenará de la paz de Cristo.

Querido lector, ¿por qué no das nuevos pasos de fe en los días venideros, ahora que se acerca la Navidad? Pídele al Señor que te conduzca por el camino recto con mayor claridad; invoca al Espíritu Santo, para que te llene de su poder y su gracia. Si emprendes iniciativas de fe y obediencia, confía que el Señor te guiará; ten por seguro que Cristo te ama y ten la plena confianza de que el Señor te auxiliará siempre, aun cuando cometas errores. Dios es un Padre bondadoso y te va a colmar de la paz de Cristo, siempre que tú seas dócil y confíes en su protección. ¿No es acaso magnífico saber que nuestro Dios, que es todopoderoso y lleno de amor, nos protege y nos dirige a cada paso del camino?
“Jesús, Señor y Dios mío, tú eres el Príncipe de la paz. Te amo, Señor y te doy gracias por guiarme por el camino de la vida. Ayúdame a seguir la senda que tú me señalas.”
Isaías 48, 17-19
Salmo 1, 1-4. 6

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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