III Domingo de Adviento
En el Evangelio de hoy, cuando Jesús dijo que el más pequeño en el Reino de Dios era mayor que Juan Bautista, se estaba refiriendo al amor, la sabiduría y la alegría que da el Espíritu Santo a cuantos creen en él. El Espíritu nos permite experimentar la vida de Dios de una manera completamente nueva y más plena que lo que hemos conocido hasta ahora.
La venida del Reino de Dios por medio de Jesús trajo aparejados muchos cambios que podemos experimentar en nuestra vida. Uno de esos cambios se aprecia en la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan: Cristo vino a destruir las obras del diablo, y a curar todas las enfermedades físicas y espirituales que entraron al mundo por efecto del pecado.
Los físicamente ciegos recuperaron la vista, los espiritualmente ciegos vieron su pecado y se arrepintieron. Los sordos pudieron oír; los que se empeñaban en rechazar el Evangelio fueron transformados y renovados. Por el Bautismo y la fe en Cristo, el Reino de Dios viene a nosotros y nos permite experimentar el poder de Jesús, que nos sana física y espiritualmente.
Otro fruto de la venida del Reino celestial fue la restauración de los designios originales de Dios para su pueblo. Desde el comienzo, el Padre quiso tener muchos hijos e hijas que fueran llenos del Espíritu Santo y que creyeran en su Hijo unigénito y lo adoraran como Señor y Rey. El dominio del pecado que afligía al mundo desde los primeros días de la historia nos impedía experimentar la plenitud de esta vida con el Padre.
Jesús destruyó la tiranía del pecado y abrió una nueva senda para que pudiéramos renacer a la gloria de su resurrección. Por el Bautismo y la gracia del Espíritu, todos los que creemos en Cristo podemos recuperar la capacidad de gozar de la condición de ser hijos e hijas de Dios.
“Padre eterno, te damos gracias por el Reino que nos trajo tu Hijo, nuestro Salvador. Señor, te pedimos que liberes en nosotros el poder de tu Espíritu Santo, para que en este Adviento experimentemos plenamente la nueva vida del Reino de Dios.”Isaías 35, 1-6. 10
Salmo 146(145), 6-10
Santiago 5, 7-10
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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