viernes, 5 de enero de 2018

JESUS, SALVADOR

San Romano el Melódico (?-c. 560), compositor de himnos
Segundo Himno para la Epifanía, §15-18 (Trad. ©Evangelizo.org)
Jesús, Salvador

      Elevemos todos la mirada hacia el Señor que está en los cielos, exclamando como el profeta: «Aquel que ha sido visto sobre la tierra, ese mismo es nuestro Dios quien por efecto de su voluntad, ha venido a conversar con los hombres» (Ba 3:38). Aquel que se reveló a los profetas bajo diversas apariencias, aquel que Ezequiel contempló bajo la apariencia de un hombre en un carruaje de fuego (1:26-27), y que Daniel vio como Hijo de hombre  y Anciano de los días, viejo y joven a la vez (7:9.13), proclamando en él un sólo Señor, es él quien ha aparecido y que lo ha iluminado todo. 

      Es él quien disipó la siniestra noche, gracias a él todo es mediodía. La luz sin noche resplandeció sobre el mundo. El país de Zabulón está en la abundancia e imita el paraíso, pues «en el torrente de tus delicias los abrevas» (Sal 35:9) y se abre en él una corriente de agua siempre viva. En Galilea contemplamos «la fuente de la vida » (v.10)  que ha aparecido y que ha iluminado todo.

      Yo también te veré Jesús, iluminar mi espíritu y decirle a mis pensamientos: «El que tenga sed que venga a mí» (Jn 7:37). Riega este corazón humillado que mi caminar errado ha roto, que se consume de hambre y de sed: hambre pero no de comida, sed pero no de bebida; sino de escuchar la palabra del Espíritu (Am 8:11). Es por esto que gime, esperando tu juicio, a ti que has aparecido y que has iluminado todo.

      Dame una clara señal, purifica mis faltas escondidas, porque mis heridas secretas me socavan. Caigo a tus pies, Salvador, como la mujer que pierde su sangre. Yo también, atrapo el borde de tu manto diciendo: «si solamente logro tocarla, seré salvado» (Mc 5:28). Que mi fe no sea vana, médico de almas, te encontraré para mi salvación, a ti que has aparecido y que todo has iluminado.

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