jueves, 26 de febrero de 2015

Oración de súplica en Jueves de Cuaresma I

I Jueves de Cuaresma
(Est 14, 1. 3-5. 12-14; Sal 137; Mt 7, 7-12)
Oración de Súplica
Podríamos creer que las personas de oración tienen experiencias especiales en su trato con Dios, y que la oración de súplica es expresión de menor calidad en ese trato.
Sin embargo, por los ejemplos que nos presenta la Biblia, hoy en concreto el de la reina Ester -“Líbranos con tu mano; y a mi, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo” (Est 14, 5)-, y la afirmación del salmista: “Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma” (Sal 137)-, no podremos infravalorar esta forma de oración, tan existencial.
Jesús, en el Evangelio, avala la oración de súplica con un argumento contundente: “Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!” (Mt 7, 10-11).
Desde la enseñanza que hoy nos da la Palabra, no hay pretexto para no orar, pues ¿quién no puede recitar una jaculatoria? No se trata de pronunciar fórmulas mecánicas, y menos expresiones un tanto atávicas, como si tuvieran poder mágico, sino de manifestar la fe y la confianza en la ternura de Dios y en su compasión.
Precisamente la maestra de oración, Teresa de Jesús, nos recomienda con su testimonio la oración de súplica y la oración vocal.
Santa Teresa de Jesús
Presento tres ejemplos de oración teresiana, que nos demuestran la posibilidad de orar, por cansados y secos que estemos.
Oración vocal: “Yo conozco una persona bien vieja, de harto buena vida, penitente y muy sierva de Dios, y gasta hartas horas, hartos años ha, en oración vocal, y en mental no hay remedio; cuando más puede, poco a poco en las oraciones vocales se va deteniendo” (Camino de Perfección 17, 3).
Rezo de letanías: “Por el amor de Dios le pido encarecidamente que se junte a mi hija Catalina (ya  que las dos tienen tanta familiaridad con nuestro buen Jesús), al cual han de pedir que nos ayude e ilumine sobre lo que debemos de hacer, y los medios de que hemos de echar mano. Por esto quiero que por quince días se digan en el coro las letanías, y que se añada una hora de oración a la ordinaria” (Cartas 257, a Ana de Jesús, en Beas).
Rezo del rosario: “Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y así nos hacía serlo” (Vida 1, 6). “Estando una noche tan mala que quería excusarme de tener oración, tomé un rosario por ocuparme vocalmente, procurando no recoger el entendimiento, aunque en lo exterior estaba recogida en un oratorio. Cuando el Señor quiere, poco aprovechan estas diligencias. Estuve así bien poco, y vínome un arrebatamiento de espíritu con tanto ímpetu que no hubo poder resistir” (Vida 38, 1).
Angel Moreno - Miércoles, 25 de febrero de 2015
fuente CIUDAD REDONDA

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