viernes, 13 de febrero de 2015

RESONAR de la Palabra - VIERNES 13 de Febrero

Lectura del Génesis (3,1-8):
La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?» 
La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte."» 
La serpiente replicó a la mujer: «N33o moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.» 
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se le abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron. Oyeron al señor que pasaba por el jardín a la hora de la brisa; el hombre y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.

Palabra de Dios

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,31 37):
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»Palabra del Señor

COMENTARIO
Fernando Torres Pérez cmf
      A veces me da por pensar que el problema no estuvo en que Adán y Eva comieran del árbol  del bien y del mal. El problema verdadero, el pecado para entendernos, estuvo en su incapacidad para asumir su responsabilidad. Como niños, cuando se dieron cuenta de lo que habían  hecho, no fueron capaces de levantar la mano y asumir lo que habían hecho y sus posibles consecuencias sino que empezaron a echarse la culpa el uno a la otra y la otra a la serpiente. 
      Y me gusta pensar que el gran milagro que nos hace Jesús es que nos abre los oídos y la boca, como al sordomudo del Evangelio, y nos hace libres y responsables. A partir del encuentro con Jesús ya no podemos ser más niños inconscientes que hacemos cosas sin darnos cuenta y que luego, cuando nos damos cuenta de que hemos metido la pata, vamos acusando a otros de lo que hemos hecho o simplemente bajando los ojos y mirando para otro lado, como si no hubiésemos estado allí. 
      Esa conducta es muy fácil observarla en los niños. Pero también en los mayores. Basta con fijarnos un poco vemos que ese tipo de conducta sucede mucho en el trabajo, cuando se produce algún desaguisado. También en los matrimonios. Cuantos de los matrimonios que entran en problemas y se separan, terminan echándose la culpa el uno al otro, sin querer sentarse a dialogar y a asumir lo obvio: que la responsabilidad es de los dos en el noventa por ciento de los casos. Estoy seguro de que todos podríamos ahora mismo poner algún ejemplo concreto sobre la mesa. 
      Frente a aquella incapacidad de Adán y Eva para asumir su responsabilidad en lo que habían hecho, está la actitud de Jesús, que abre los oídos y la boca de la personas, que cura su ceguera y su parálisis. Jesús nos da la capacidad para ser mayores, para ser responsables. También para asumir nuestros errores. Jesús nos invita a tomar las riendas de nuestra vida. Equivocarse es normal. Lo que no es normal es negarlo permanentemente y echar la culpa a los demás de lo que nos pasa. Jesús nos invita a dejar de comportarnos como niños y a ser mayores. Lo hace porque nos ama, porque quiere que seamos sus amigos, porque nos quiere comprometidos con su reino.

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