miércoles, 6 de diciembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

«Que así también la Iglesia desde los extremos de la tierra se reúna en tu Reino»

Sobre la Eucaristía, dad gracias con estas palabras. Primero sobre el cáliz: «Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo. Tú nos la has revelado por Jesús, tu siervo. ¡Gloria a ti por los siglos. Amén». Después sobre el pan partido: «Te damos gracias, oh Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos has revelado por Jesús, tu siervo. ¡Gloria a ti por los siglos! De la misma manera que este pan que partimos, anteriormente diseminado por las colinas, ha sido recogido para no hacer más que uno solo, que así también tu Iglesia sea reunida de los extremos de la tierra en tu Reino. ¡A ti la gloria y el poder por los siglos. Amén! Que nadie coma ni beba de vuestra eucaristía si no está bautizado en el nombre del Señor. (...)

Después de haberos saciado, dad gracias así: «Te damos gracias, oh Padre santo, por tu santo nombre que has hecho habitar en nuestros corazones, por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has revelado por Jesús, tu Hijo. ¡Gloria a ti por los siglos. Amén! Eres tú, Señor todopoderoso, que has creado el universo, para alabanza de tu nombre; has dado a los hombres las delicias del alimento y bebida para que te den gracias. Pero a nosotros, nos has hecho la gracia de un alimento celestial y de una bebida espiritual, y la vida eterna, por Jesús, tu siervo».



La Didajé (c. 60-120)
catequesis judeo-cristiana
§ 9,10

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 15,29-37


Evangelio según San Mateo 15,29-37
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.

Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.

La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.

Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino".

Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?".

Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados".

El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo;

después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.

Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.


RESONAR DE LA PALABRA

Jesús una vez más dónde se siente a gusto, en su Galilea de mar abierto, de aires de libertad y fraternidad. Galilea de bienaventuranzas, de curaciones… Allí se encuentra con los últimos que pasan a los primeros puestos, a los del Reino: “tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros”. Todos excluidos por una sociedad que descubría el pecado en muchas de las fragilidades de esa lista de personas y de otras muchas personas que no están en ella. Pureza-impureza, sagrado-profano son los opuestos que limitan la vida de muchos seres humanos y que identifican enfermedad con pecado y pecado con exclusión. Una dinámica perversa que hoy sigue estando algo presente en la actualidad. Jesús cura y reintegra en una nueva realidad que es el Reino y, por eso, la “gente se admiraba”.

Pero por si toda esta actividad fuese poca Jesús aun da un paso más y siente más compasión. Se preocupa por algo que parece que a todo el mundo le pasa desapercibido: esas personas tienen hambre. Y la solución no quiere que sea solo de él, por eso involucra a los discípulos para que dejen de ser meros espectadores. Ellos aportan panes y peces, solo unos pocos, pero todo lo que tienen (como la viuda de Sarepta, como S. Francisco, como tantos otros). Con poco se hace mucho, pero ese poco hay que ponerlo y muchas veces nos cuesta.

Con los panes y los peces se hace eucaristía, alimento que se parte, se reparte y que sacia. Aún más, se desborda hasta tener que recoger las sobras, porque nada se desperdicia en la dinámica del Reino.

Miguel Tombilla, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 5 de diciembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Glorificar al Padre en el Hijo

Los cielos, el aire, la tierra, los mares, son revestidos de esplendor y el cosmos entero debe su nombre a su magnífica armonía. Esta belleza de todo, la apreciamos instintivamente, naturalmente, pero la palabra que la expresa es siempre inferior a lo que entendemos con nuestra inteligencia. Con más razón, el Señor de la Belleza está por encima de toda belleza y si nuestra inteligencia no puede concebir su esplendor eterno, puede tener una idea de su esplendor. Debemos confesar un Dios de belleza inconcebible para nuestro espíritu, a la que no podemos llegar fuera de Él.

Esta es la verdad del misterio de Dios, de la naturaleza impenetrable del Padre. Dios es invisible, inefable, infinito. La palabra más elocuente se calla, la inteligencia que desea penetrar ese misterio se siente entumecida, experimenta su propia estrechez. En el nombre del Padre, está su verdadera naturaleza, ya que él es Padre. Pero no como los hombres lo son, porque es increado, eterno, permanece siempre y para siempre. Sólo el Hijo es conocido: “nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11,27; Lc 10,22). Ellos se conocen mutuamente y el conocimiento que tiene uno del otro es perfecto. Porque nadie conoce al Padre sino el Hijo, es con el Hijo, único testigo fiel, que tenemos que aprender a conocer al Padre.

Es más fácil pensar esto del Padre, que decirlo. Siento cuánto la palabra es impotente para expresar lo que él es. (…) El conocimiento perfecto de Dios a nuestra escala humana, consiste en saber que Dios existe, que no puede ser ignorado, pero que permanece inexpresable e indecible. Creamos en él, tratemos de comprender, esforcémonos en adorarlo. Esa alabanza será el testimonio que podemos darle.



San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
La Trinidad, I,7; 2, 6-7 (PL 10, De Trinitate I.II, Prière du Temps présent, Cerf, 1971), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,21-24


Evangelio según San Lucas 10,21-24
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:

"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!

¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".


RESONAR DE LA PALABRA

Este evangelio lo podríamos considerar como la piedra Rosetta de los demás textos. En él se detalla quienes son los que entienden el mensaje: “los pequeños”. El mensaje llega a muchos, como la semilla que se lanza a boleo sin prever dónde va a caer.

La revelación, el conocimiento profundo (no solo la escucha superficial) la decide el Padre, él es quien toma la iniciativa. Pero no solo la de comunicar, sino también la de “esconder”. Los “sabios y los entendidos” no pueden entender correctamente la Buena Noticia. Y no porque sean incapaces de hacerlo por ellos mismos, sino porque el mensaje les llega codificado por parte del Padre.

De este modo los sabios y entendidos quedan enfrentados a los sencillos. Son dos maneras de vivir y de entender lo que se está viviendo. Dos maneras de acercarse a una imagen u otra de Dios, la Iglesia, a la comunidad y a la sociedad.

Son preciosas las últimas líneas de la narración, la bienaventuranza que también está dirigida a cada uno de nosotros. Vemos y oímos lo que muchos profetas y reyes quisieron ver y oír y no lo consiguieron. Somos bienaventurados, somos profetas y reyes y sacerdotes, todos. Pero todos iguales, esencialmente hermanos y hermanas. Somos lo que Dios quiere que seamos y lo que nosotros queramos aceptar de Dios. Somos o el Padre quiere que seamos sencillos, por lo menos que nos abramos a este regalo.

Miguel Tombilla, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

lunes, 4 de diciembre de 2023

ESPERAR A DIOS

 

«Podemos preparar un corazón acogedor para el Señor acercándonos a su Perdón, a su Palabra, a su Mesa, encontrando espacio para la oración, acogiéndolo en los necesitados. Cultivemos su espera sin distraernos con tantas cosas inútiles y sin quejarnos todo el tiempo, sino manteniendo el corazón vigilante, es decir, ansioso de Él, despierto y preparado, impaciente por encontrarlo»


Francisco

Ángelus

03-12-2023 




COMPRENDIENDO LA PALABRA

«Muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán en el banquete del Reino»

El reino de los cielos, mayor que la largueza de una caridad sin límites, contiene personas "de toda lengua, pueblo, tribu y nación" (Ap 5,9), no es estrecho, ya que por el contrario, se expande y en consecuencia aumenta la gloria de cada uno. Por lo cual dijo San Agustín: "Cuando están involucrados en la misma alegría, la alegría de cada uno es más abundante, ya que todos se encienden unos a otros." La magnitud del Reino se expresa por las palabras de la Escritura: "Pídemelo y te daré las naciones como herencia" (Sal 2,8): "Vendrán muchos de Oriente y Occidente, y se juntarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos». Ni la multitud de aquellos que lo deseen, ni la multitud de los ya existentes, ni la multitud de aquellos que lo poseen, ni la multitud de los que llegan, estrecharán el espacio en este Reino y no perjudicarán a nadie.

Pero ¿por qué confío y espero que poseeré el Reino de Dios? Ciertamente, gracias a la generosidad de Dios que me invita: " Buscad primeramente el reino de Dios" (Mt 6:33). A causa de la verdad que me consuela: "No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre os dará el reino" (Lucas 12:32). Debido a la bondad y la caridad con que me han rescatado: "Tú eres digno, Señor, de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y nos has redimido para Dios, con tu sangre, a hombres de toda tribu, lengua y pueblo y nación. Ha hecho para nuestro Dios, un reino de sacerdotes que reinan sobre la tierra "(Ap 5,9-10).



San Buenaventura (1221-1274)
franciscano, doctor de la Iglesia
Evangelio del Reino

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 8,5-11


Evangelio según San Mateo 8,5-11
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole":

"Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente".

Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".

Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.

Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace".

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.

Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos".


RESONAR DE LA PALABRA


Comenzamos el Adviento y lo hacemos con un personaje que queda en la memoria de los cristianos y cristianas de muchas generaciones. Jesús dijo de él: “En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Un centurión era alguien importante, no por su relevancia moral sino por su poder y su capacidad de generar miedo a su alrededor en nombre del Imperio. Cien soldados estaban a su cargo, sabía lo que era mandar y la debida obediencia, por ello se relaciona con Jesús desde estos parámetros.

Sorprenden varias cosas. Lo primero que su petición de curación es para un criado. En principio, alguien que no tiene por qué tener un lazo afectivo. Pero parece que había algo especial entre ellos, aunque no sepamos qué.

Otra cosa que llama la atención es que el centurión recurre a Jesús, un pagano a un judío. Distintos religiosamente, culturalmente, a nivel de estatus social… A pesar de todo lo busca y, lo más sorprendente, no solo se encuentran, sino que se entienden profundamente.

Y lo último, aunque habría mas detalles, es la frase que queda en el recuerdo de cada uno de nosotros: Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para “sanarme”. La salvación que no depende de la dignidad de nadie, La salvación que entra en nuestras casas con la Palabra y en la Palabra. Salvación nunca merecida, pero sí regalada por Jesús que la abre a la Creación entera, a la toda la Casa común: “Vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos”

Miguel Tombilla, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 


 

domingo, 3 de diciembre de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Dios les ofrece hoy su gracia, ¡conviértanse!

Mis amigos, no posterguemos más volver a Dios. (…) Ya que Dios les tiempo, mis hermanos, sería razonar como necios.

¿De qué son capaces cuando están enfermos? De nada. Quieren apenas decir un ofrece hoy su gracia, ¿por qué no se benefician con ella? Decir que nada los apura, que tienen acto de contrición, ya que están tan absorbidos por el sufrimiento, que ni siquiera piensan en su salvación. Mis hermanos, ¿no es una desdicha esperar la muerte para convertirnos? Hagan por su pobre alma al menos lo que hacen por su cuerpo, que es sólo un montón de descomposición y en instantes puede ser pastoreo de los más viles animales. Cuando están peligrosamente heridos, ¿esperan seis meses o un año para aplicar los remedios necesarios para curar? Cuándo son atacados por una bestia feroz, ¿esperan estar mitad devorados para gritar socorro? ¿O piden enseguida la ayuda de sus vecinos? Mis hermanos, ¿por qué no actúan de esa forma cuando su pobre alma está sucia y desfigurada por el pecado, reducida bajo la tiranía de los demonios? ¿Por qué no apelan enseguida a la asistencia del Cielo y recurren a la penitencia?

Si, mis hermanos, aunque sean grandes pecadores, ya que desean un día dejar el pecado, ¿por qué no lo dejan hoy, ya que Dios les da el tiempo y las gracias para eso?


San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el 3º Domingo después de Pentecostés (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, II, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org

NOVENA A LA INMACULADA - "María, Madre del Amor Hermoso"

 4 de Diciembre – “María, Madre del Amor Hermoso” 

Novena a la Inmaculada (día 5º)


Lecciones que nos recuerda hoy Santa María. Lección de amor hermoso, de vida limpia, de un corazón sensible y apasionado, para que aprendamos a ser fieles al servicio de la Iglesia.

Yo soy la Madre del amor hermoso, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza.


No es un amor cualquiera éste: es el Amor. Aquí no se dan traiciones, ni cálculos, ni olvidos. Un amor hermoso, porque tiene como principio y como fin el Dios tres veces Santo, que es toda la Hermosura y toda la Bondad y toda la Grandeza. Pero se habla también de temor. No me imagino más temor que el de apartarse del Amor.

Porque Dios Nuestro Señor no nos quiere apocados, timoratos, o con una entrega anodina. Nos necesita audaces, valientes, delicados. El temor que nos recuerda el texto sagrado nos trae a la cabeza aquella otra queja de la Escritura: busqué al amado de mi alma; lo busqué y no lo hallé.

Esto puede ocurrir, si el hombre no ha comprendido hasta el fondo lo que significa amar a Dios. Sucede entonces que el corazón se deja arrastrar por cosas que no conducen al Señor. Y, como consecuencia, lo perdemos de vista. Otras veces quizá es el Señor el que se esconde: El sabe por qué. Nos anima entonces a buscarle con más ardor y, cuando lo descubrimos, exclamamos gozosos: le así y ya no lo soltaré.

La pureza limpísima de toda la vida de Juan le hace fuerte ante la Cruz. —Los demás apóstoles huyen del Gólgota: él, con la Madre de Cristo, se queda. —No olvides que la pureza enrecia, viriliza el carácter.

Este corazón nuestro ha nacido para amar. Y cuando no se le da un afecto puro y limpio y noble, se venga y se inunda de miseria. El verdadero amor de Dios —la limpieza de vida, por tanto— se halla igualmente lejos de la sensualidad que de la insensibilidad, de cualquier sentimentalismo como de la ausencia o dureza de corazón.

¿Por qué no te entregas a Dios de una vez…, de verdad… ¡ahora!?


María, la Madre santa de nuestro Rey, la Reina de nuestro corazón, cuida de nosotros como sólo Ella sabe hacerlo. Madre compasiva, trono de la gracia: te pedimos que sepamos componer en nuestra vida y en la vida de los que nos rodean, verso a verso, el poema sencillo de la caridad, como un río de paz.
Porque Tú eres mar de inagotable misericordia: los ríos van todos al mar y la mar no se llena.

S. Josemaría, Amigos de Dios, 277
Camino, 144

ORACIÓN

Debes suplicar confiadamente a la Virgen,
ahora mismo, en la soledad acompañada de tu
corazón, sin ruido de palabras: Madre mía, este
pobre corazón mío se subleva tontamente… Si
tú no me proteges… Y te amparará para que lo
guardes puro y recorras el camino al que Dios
te ha llamado.
S. Josemaría, Amigos de Dios, 180


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 13,33-37


Evangelio según San Marcos 13,33-37
En aquél tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

"Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento.

Será como un hombre que se va de viaje, deja su casa al cuidado de sus servidores, asigna a cada uno su tarea, y recomienda al portero que permanezca en vela.

Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana.

No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos.

Y esto que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Estén prevenidos!".


RESONAR DE LA PALABRA


Velad.

Queridos hermanos, paz y bien.

Feliz Año Nuevo litúrgico. El Adviento nos abre a un nuevo ciclo, en este año 2023 nos corresponde el ciclo B. Cada año, con el comienzo del Adviento, cambiamos de Evangelio en los domingos. En esta ocasión, nos deja Mateo y nos recibe Marcos. Un Evangelio más breve, pero intenso, pensado como un camino catequético. Intenta presentarse no como buena noticia en sí mismo, sino como una presentación de cuál es el "origen de la Buena Noticia de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios" (Mc 1,1), tal como se predica en una comunidad concreta, necesitada de saber en quién han creído.

Empezamos el Adviento, como digo. Es uno de los tiempos fuertes de la Liturgia. La Santa Madre Iglesia, que es muy sabia, nos prepara así para vivir mejor la Navidad, como pasa con la Cuaresma, antes de la Pascua. En este tiempo fuerte sería bueno recurrir con mucha más frecuencia a la Palabra de Dios, que está siempre disponible. Y que esa Palabra de Dios nos supiera a poco.

Porque no agotamos la verdad de esas palabras con una sola lectura. Ojalá volviéramos sobre ellas, ahondando más en su sentido, para extraerles todo el jugo posible, para que nos ayuden a ver más claro, para que nos ayuden a vivir mejor. Son como una fuente. No agotamos el manantial con un solo sorbo, y probablemente tampoco agotamos nuestra sed con un solo sorbo. Que tengamos ganas de beber más, siempre.

La primera lectura nos habla de un pueblo en el exilio que, a pesar de todo, sigue confiando. Han visto cómo Jerusalén era saqueada y ellos mismos llevados al destierro. Todo parece estar en contra. Pero confían. Esperan. Es un pueblo que sabe Quién es su Señor, y no desesperan. Nosotros somos la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano. Cuando todo va mal, sólo queda confiar y orar. Cuando rezamos bien, como Dios quiere, se logra la paz interior, la esperanza, una mirada optimista que ayuda a seguir viviendo. En los brazos de Dios uno puede sentirse seguro, a pesar de todo. Porque Dios no nos abandona. Hay que recordar esto con frecuencia.

Es que no siempre hacemos las cosas bien. A menudo sentimos que somos débiles, que no podemos corregirnos. Parece que estamos llamados a repetir los errores. Confesamos a menudo los mismos pecados. ¿Por qué Dios lo permite? Seguramente, para dejar que ejerzamos nuestra libertad. Para que, cada día, optemos por él. Podemos. Nos lo recuerda san Pablo. No carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él, que comenzó en nosotros la obra buena, la llevará a término. Su fidelidad no depende de nuestra respuesta, Él es siempre fiel. A pesar de nosotros mismos. Si podemos creer en esto, crecerá nuestra esperanza cristiana. En eso consiste el amor de Dios. Amar a pesar de todo. Y a eso estamos llamados nosotros.

El evangelio, otra vez, nos invita a velar. Empezamos el año (litúrgico) como lo terminamos. Para que no se nos olvide. De noche, es difícil velar. Lo sabemos bien en Múrmansk, en mi parroquia. En invierno la noche polar nos envuelve. Muchas horas de oscuridad, muy poca luz. Es pesado. Las ganas de dormir son permanentes. Además, de noche, surgen los miedos, la inquietud. Se puede perder hasta la fe. Porque no vemos claro, porque no sabemos dónde ir. Entonces, ¿qué podemos hacer?

Hay un remedio para no dormir. Se lo dijo Jesús a sus discípulos en Getsemaní. “Velad y orad”. Es lo que significa vigilar. Rezar, hablar con Jesús, en permanente diálogo con Él. Preguntarle, contarle lo que nos pasa, confiarle nuestra vida. Siempre.

Eso sí, tenemos que recordar, quizá en tiempo de Adviento especialmente, que Dios actúa de un modo discreto y silencioso, pero eficaz. No siempre como nos gustaría, no de forma drástica o exagerada, sino como el fermento en la masa. Todo lleva su tiempo. Y el tiempo de Dios no es nuestro tiempo. Eso también tenemos que recordarlo.

Es que Jesús plantó un germen de vida, en lugar de implantar algo imponente y grandioso ya desde el comienzo. Para ayudar al desarrollo de ese germen de vida, cada uno tenemos una tarea. Dio a cada uno de sus criados su tarea. Cuando nos bautizaron, por obra y gracia del Espíritu, entramos a formar parte de ese plan de Jesús. Y fue plantada en nuestro corazón nuestra propia semilla. Deja que esa semilla crezca en tu vida. Con la ayuda de Dios crecerá. Él os mantendrá firmes hasta el final. Y espera. Todo está en marcha. Trabaja, sin prisa, pero sin pausa, con paciencia, y con alegría. Porque nos preparamos para algo grande.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

 

ILUMINAME

 

«El celo apostólico nunca es una simple repetición de un estilo adquirido, sino testimonio de que el Evangelio está vivo hoy aquí para nosotros. Conscientes de esto, miramos por tanto a nuestra época y a nuestra cultura como a un don. Estas son nuestras y evangelizarlas no significa juzgarlas de lejos, ni tampoco estar en un balcón gritando el nombre de Jesús, sino bajar a la calle, ir a los lugares donde se vive, frecuentar los espacios donde se sufre, se trabaja, se estudia y se reflexiona, habitar los cruces de los caminos donde los seres humanos comparten lo que tiene sentido para sus vidas… Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para que sepamos dar razones de nuestra fe y nuestra esperanza al mundo de hoy, no sólo con palabras sino con el testimonio de nuestra vida»


Francisco

Audiencia General

20-11-2023 




sábado, 2 de diciembre de 2023

NOVENA A LA INMACULADA - "María, Maestra de oración"

 2 de Diciembre – “María, Maestra de oración”

El Señor les habrá concedido descubrir tantos otros rasgos de la correspondencia fiel de la Santísima Virgen, que por sí solos se presentan invitándonos a tomarlos como modelo: su pureza, su humildad, su reciedumbre, su generosidad, su fidelidad… Yo quisiera hablar de uno que los envuelve todos, porque es el clima del progreso espiritual: la vida de oración.

Para aprovechar la gracia que Nuestra Madre nos trae en el día de hoy, y para secundar en cualquier momento las inspiraciones del Espíritu Santo, pastor de nuestras almas, debemos estar comprometidos seriamente en una actividad de trato con Dios. No podemos escondernos en el anonimato; la vida interior, si no es un encuentro personal con Dios, no existirá. La superficialidad no es cristiana. Admitir la rutina, en nuestra conducta ascética, equivale a firmar la partida de defunción del alma contemplativa. Dios nos busca uno a uno; y hemos de responderle uno a uno: aquí estoy, Señor, porque me has llamado.

Somos cristianos corrientes; trabajamos en profesiones muy diversas; nuestra actividad entera transcurre por los carriles ordinarios; todo se desarrolla con un ritmo previsible. Los días parecen iguales, incluso monótonos… Pues, bien: ese plan, aparentemente tan común, tiene un valor divino; es algo que interesa a Dios, porque Cristo quiere encarnarse en nuestro quehacer, animar desde dentro hasta las acciones más humildes.

Repasen en la oración esos argumentos, aprovechen la ocasión precisamente de ahí para decirle a Jesús que lo adoran, y estarán siendo contemplativos en medio del mundo, en el ruido de la calle: en todas partes. Esa es la primera lección, en la escuela del trato con Jesucristo. De esa escuela, María es la mejor maestra, porque la Virgen mantuvo siempre esa actitud de fe, de visión sobrenatural, ante todo lo que sucedía a su alrededor: guardaba todas esas cosas en su corazón ponderándolas.

Nuestra Madre ha meditado largamente las palabras de las mujeres y de los hombres santos del Antiguo Testamento, que esperaban al Salvador, y los sucesos de que han sido protagonistas.

Ha admirado aquel cúmulo de prodigios, el derroche de la misericordia de Dios con su pueblo, tantas veces ingrato. Al considerar esta ternura del Cielo, incesantemente renovada, brota el afecto de su Corazón inmaculado: mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mío; porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava.

Los hijos de esta Madre buena, los primeros cristianos, han aprendido de Ella, y también nosotros podemos y debemos aprender.

S. Josemaría, Es Cristo que pasa, 174
Amigos de Dios, 241

ORACIóN

Supliquemos hoy a Santa María que nos haga
contemplativos, que nos enseñe a comprender
las llamadas continuas que el Señor dirige a
la puerta de nuestro corazón.

Roguémosle:
Madre nuestra, tú has traído a la tierra a Jesús,
que nos revela el amor de nuestro Padre Dios;
ayúdanos a reconocerlo, en medio de los afanes
de cada día; remueve nuestra inteligencia y
nuestra voluntad, para que sepamos escuchar
la voz de Dios, el impulso de la gracia.

S. Josemaría, Es Cristo que pasa, 174

 

COMPRENDIENDO LA PALABRA

Perseverar en la oración

Para mostrarles, mis hermanos, el poder de la oración y las gracias que ella atrae del cielo, les diré que es gracias a la oración que los justos han tenido la felicidad de perseverar.

La oración es para nuestra alma lo que la lluvia es para la tierra. Abonen abundantemente una tierra, pero si falta la lluvia, no sirve para nada. Lo mismo, hagan muchas buenas obras, pero si no rezan seguido como deben, no serán salvados. La oración abre los ojos de nuestra alma, le hace sentir la enormidad de su miseria, la necesidad de tener recurso a Dios, hace que tema su debilidad. Si, mis hermanos, los justos han perseverado por la oración. (…)

Mis hermanos, ¿no vemos que cuando descuidamos la oración, perdemos enseguida el gusto de las cosas del cielo y pensamos sólo a las cosas de la tierra? Si retomamos la oración, sentimos renacer en nosotros el pensamiento y deseo de cosas del cielo. Si, mis hermanos, si tenemos la felicidad de estar en la gracia de Dios, sólo si tenemos recurso a la oración, vamos a perseverar largo tiempo en el camino del cielo.



San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el 5º Domingo después de Pascua (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, II, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 21,34-36


Evangelio según San Lucas 21,34-36
Jesús dijo a sus discípulos:

"Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes

como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.

Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".


RESONAR DE LA PALABRA

Corazones embotados

Siguiendo con la lectura del pasaje de Lucas, hoy se nos recomienda no “dormirnos”, no dejar que el corazón quede embotado. A mí la palabra embotado me sugiere una de esas figuras de las historias de Baco, enrojecida por el vino, muy sonriente, pero con una profunda tristeza. Pero, más que nada, un corazón embotado es aquel que no puede re-cordar, es decir, no puede traer nada así mismo porque está rebosante de tonterías, diversiones, preocupaciones, mentiras que se dice a sí mismo.

¡Pero todos necesitamos divertirnos, salir de las preocupaciones, relajarnos! O diremos, con razón, que las preocupaciones no se pueden quitar así de un plumazo, cuando se trata de dar de comer a los hijos, de buscar un futuro, de combatir una enfermedad, de enfrentarse a una pérdida o a una grave dificultad laboral o económica. Por supuesto que nos tenemos que preocupar. Parece que el Señor siempre está pidiendo cosas imposibles, irrealistas o quizá incluso absurdas. O parece, más bien, que lo que trata de enfatizar, una y otra vez es que el centro debe estar en el centro… Es decir, que a veces las diversiones o las preocupaciones de la vida, nos descentran. Nos apartan del centro verdadero de gravedad, y entonces acabamos yéndonos a pique. Cuando el corazón no puede re-cordar, traer lo más importante hacia así, cuando está embotado y desmemoriado por andar demasiado ocupado (incluso con cosas necesarias o buenas), pierde su propia identidad. Un corazón que no puede recordar el principio de su existencia ha dejado, en efecto, de latir apropiadamente.

Porque el problema es ir dejando, casi insensiblemente, que las preocupaciones o las diversiones se adueñen de todo el espacio (del disco duro) y se borre la memoria de la gracia que siempre ha ido acompañando a ese corazón incluso por momentos imposiblemente difíciles y amargos. Y, al borrarse esa memoria de la gracia, ese traer al corazón lo que es importante, lo que ha sido siempre importante en nuestras vidas, nos quedamos desamparados y derrumbados. Y hoy se nos dice de nuevo: “Manteneos de pie ante el Hijo del Hombre”. Mantenerse de pie exige un corazón ligero, no embotado; un corazón que no ha perdido su identidad de hijo y que sabe navegar a través de todas esas preocupaciones de la vida con una inquebrantable confianza en el apoyo de esa gracia imborrable y recordada en todo momento. Un corazón no embotado es el corazón agradecido, ya que el agradecimiento es la memoria del corazón. Es el corazón que ha latido al ritmo de otro Corazón y que recuerda cómo es ese latido, y lo agradece. Porque ahí estará para vivir esas preocupaciones o esas diversiones sin descentrarse.

Carmen Fernández Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 1 de diciembre de 2023

Madre de todos, de cada uno - NOVENA A LA INMACULADA








1 de Diciembre: “Madre de todos, de cada uno” 

Novena a la Inmaculada (día 2º)


La Maternidad divina de María es la raíz de todas las perfecciones y privilegios que la adornan. Por ese título, fue concebida inmaculada y está llena de gracia, es siempre virgen, subió en cuerpo y alma a los cielos, ha sido coronada como Reina de la creación entera, por encima de los ángeles y de los santos. Más que Ella, sólo Dios.

 

La Santísima Virgen, por ser Madre de Dios, posee una dignidad en cierto modo infinita, del bien infinito que es Dios. No hay peligro de exagerar. Nunca profundizaremos bastante en este misterio inefable; nunca podremos agradecer suficientemente a Nuestra Madre esta familiaridad que nos ha dado con la Trinidad Beatísima. No existe corazón más humano que el de una criatura que rebosa sentido sobrenatural.

Piensa en Santa María, la llena de gracia, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo: en su Corazón cabe la humanidad entera sin diferencias ni discriminaciones. – Cada uno es su hijo, su hija.

Juan, el discípulo amado de Jesús, recibe a María, la introduce en su casa, en su vida. Los autores espirituales han visto en esas palabras, que relata el Santo Evangelio, una invitación dirigida a todos los cristianos para que pongamos también a María en nuestras vidas. En cierto sentido, resulta casi superflua esa aclaración.

María quiere ciertamente que la invoquemos, que nos acerquemos a Ella con confianza, que apelemos a su maternidad, pidiéndole que se manifieste como nuestra Madre. Pero es una madre que no se hace rogar, que incluso se adelanta a nuestras súplicas, porque conoce nuestras necesidades y viene prontamente en nuestra ayuda, demostrando con obras que se acuerda constantemente de sus hijos. Cada uno de nosotros, al evocar su propia vida y ver cómo en ella se manifiesta la misericordia de Dios, puede descubrir mil motivos para sentirse de un modo muy especial hijo de María.

Porque María es Madre, su devoción nos enseña a ser hijos: a querer de verdad, sin medida; a ser sencillos, sin esas complicaciones que nacen del egoísmo de pensar sólo en nosotros; a estar alegres, sabiendo que nada puede destruir nuestra esperanza. El principio del camino que lleva a la locura del amor de Dios es un confiado amor a María Santísima. Así lo escribí hace ya muchos años, en el prólogo a unos comentarios al santo rosario, y desde entonces he vuelto a comprobar muchas veces la verdad de esas palabras.

No voy a hacer aquí muchos razonamientos, con el fin de glosar esa idea: los invito más bien a que hagan la experiencia, a que lo descubran por ustedes mismos, tratando amorosamente a María, abriéndole el corazón, confiándole nuestras alegrías y penas, pidiéndole que nos ayude a conocer y a seguir a Jesús.

S. Josemaría, Amigos de Dios, 276
Es Cristo que pasa, 140, 143

ORACIÓN

Madre nuestra, te damos gracias por tu
intercesión por nosotros delante de Jesús; sin
ti, no hubiéramos podido ir a Él. ¡Qué verdad
es que a Jesús siempre se va y se vuelve por
María!

S. Josemaría, Camino, Ed. Crítico histórica, comentario al n. 514

 

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“..cuando veáis realizarse estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca.” (Lc 21,31)

“En él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28). Dichoso aquel que vive para él, que es movido por él, que vive gracias a él. Me preguntaréis, ya que las huellas de su venida no se pueden descubrir ¿cómo sé yo que está presente? Es porque él es vivo y eficaz (Hb 4,12). A penas llega a mi alma, me despierta de mi sueño. Ha vivificado, excitado y enternecido mi corazón que estaba amodorrado y duro como una piedra (Ez 36,26). Ha empezado a arrancar, a escarbar, a construir y a plantar, a regar mi sequedad, a esclarecer mis tinieblas, a abrir lo que estaba cerrado, a inflamar lo que estaba frío y también a enderezar los caminos tortuosos y allanar lo escabroso de mi alma, (cf Is 40,4) de manera que pueda “bendecir al Señor y que todo lo que hay en mí bendiga su santo nombre” (cf Sal 102,1).

El Verbo-Esposo ha venido a mí más de una vez, sin dar señales de su irrupción... Gracias al movimiento de mi corazón me doy cuenta que está allí. He reconocido su fuerza y su poder porque mis vicios y mis pasiones se apaciguaron. La puesta en discusión o en cuestión de mis sentimientos oscuros me ha conducido a admirar la profundidad de su sabiduría. He experimentado su dulzura y su bondad en el ligero progreso de mi vida. Y viendo “renovándose el hombre interior”, (cf 2Cor 4,16) mi espíritu en lo más íntimo de mí mismo, he descubierto algo de su belleza. Al contemplar todo esto en su conjunto, estremezco ante la inmensidad de su grandeza.



San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el Cantar de los Cantares 74,6

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 21,29-33


Evangelio según San Lucas 21,29-33
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación:

"Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol.

Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.

Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.

Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."


RESONAR DE LA PALABRA

Hay un Todo que no pasará

“Todo pasa y todo llega”, dice la célebre poesía de Machado. Y, algo aparentemente más pesimista que cantamos en Navidad: “Y nosotros nos iremos y no volveremos más…”. El Evangelio de hoy nos lo pone todavía más crudo: cielo y tierra pasarán… Es decir, todo, incluidos nosotros, pasará. Pero en realidad no dice: “todo pasará”, sino “cielo y tierra pasarán…” Lo que no pasará es, precisamente el Todo, el Absoluto. A una mentalidad relativista moderna, esto le puede resultar insultante. Pero es lo que hay. Cielo y tierra, es decir, todo lo que conocemos, pasará. Parece un pensamiento muy sombrío, y sin embargo, no lo es en absoluto. Porque pasará eso, que al fin y al cabo, es solo cielo y tierra. Y que no es todo. Pero permanecerá el Todo… La Palabra.

Todo esto parece muy abstracto. ¿Cómo se vive una cosa expresada en términos tan absolutos? Quizá empiece por la necesaria relativización de las cosas pasajeras, que, al fin y al cabo, pasan, y por la alegre confianza de que hay algo que no pasa. Los problemas pasan, los conflictos diarios pasan, los dolores de cabeza y las dificultades en el trabajo o en la familia… pasan. No pasa todo lo auténtico y verdadero: el amor de Dios y el que nos profesamos unos a otros; las obras de servicio; la generosidad extendida a otros; el bien que se haya podido hacer cada día; la verdad y los actos de justicia. Todo eso no pasa porque está arraigado profundamente en la Palabra de Dios, que es Vida.

“Pero lo nuestro es pasar… no hay camino, se hace camino al andar…” Una vez comentaba estas palabras con un grupo y alguien dijo: “Ahí hay un error: sí que hay camino. Cristo nos dijo que Él es el camino. No hay que inventarse nada.” Tenía razón esta persona, y quizá—sin saltarse las leyes prosódicas—habría que cambiar a algo así como “se descubre el camino al andar”. Se va conociendo más y más del Todo inabarcable. Lo importante, sin embargo, es caminar, seguir caminando. Y seguir caminando en ese descubrimiento de todo lo que es imperecedero: el amor, el servicio, el sacrificio, la justicia, la siembra de la paz…

Y entonces, se nos hace más luminoso el mensaje de hoy. Se nos hace posible una alegre confianza. Podemos andar seguros y serenos a pesar de todo lo terrible que vemos a nuestro alrededor y todas las cosas que pasan, y todos los seres queridos que aparentemente nos dejan. La Palabra no pasará. Su poder es un poder eterno y su reino no tendrá fin.

Carmen Fernández Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 30 de noviembre de 2023

Novena a la Inmaculada "María, llena de gracia"


30 de noviembre:

“María, la llena de gracia”

Novena a la Inmaculada (día 1º)


Es la llena de gracia, la suma de todas las perfecciones: y es Madre. Con su poder delante de Dios, nos alcanzará lo que le pedimos; como Madre quiere concedérnoslo. Y también como Madre entiende y comprende nuestras flaquezas, alienta, excusa, facilita el camino, tiene siempre preparado el remedio, aun cuando parezca que ya nada es posible.

Quizá ahora alguno de nosotros puede pensar que la jornada ordinaria, el habitual ir y venir de nuestra vida, no se presta mucho a mantener el corazón en una criatura tan pura como Nuestra Señora. Yo los invitaría a reflexionar un poco.

¿Qué buscamos siempre, aun sin especial atención, en todo lo que hacemos? Cuando nos mueve el amor de Dios y trabajamos con rectitud de intención, buscamos lo bueno, lo limpio, lo que trae paz a la conciencia y felicidad al alma.

¿Qué no nos faltan las equivocaciones? Sí; pero precisamente, reconocer esos errores, es descubrir con mayor claridad que nuestra meta es ésa: una felicidad no pasajera, sino honda, serena, humana y sobrenatural.

]Existe una criatura que logró en esta tierra esa felicidad, porque es la obra maestra de Dios: Nuestra Madre Santísima, María. Ella vive y nos protege; está junto al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, en cuerpo y alma. Cumplido el tiempo de la purificación de la Madre, según la Ley de Moisés, es preciso ir con el Niño a Jerusalén para presentarle al Señor.

Y esta vez serás tú, amigo mío, quien lleve la jaula de las tórtolas. —¿Te fijas? Ella —¡la Inmaculada!— se somete a la Ley como si estuviera inmunda. ¿Aprenderás con este ejemplo, niño tonto, a cumplir, a pesar de todos los sacrificios personales, la Santa Ley de Dios? ¡Purificarse! ¡Tú y yo sí que necesitamos purificación! —Expiar, y, por encima de la expiación, el Amor. —Un amor que sea cauterio, que abrase la roña de nuestra alma, y fuego, que encienda con llamas divinas la miseria de nuestro corazón.

Acudimos a Ella —tota pulchra!—, con un consejo que yo daba, ya hace muchos años, a los que se sentían intranquilos en su lucha diaria para ser humildes, limpios, sinceros, alegres, generosos. Todos los pecados de tu vida parece como si se pusieran de pie. No desconfíes. Por el contrario, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de niño. Ella traerá el sosiego a tu alma.

S. Josemaría, Amigos de Dios, 292
Santo Rosario

ORACIÓN

Es justo, dulce Señora, que me hagas un regalo,
prueba de cariño: contrición, compungirme de
mis pecados, dolor de Amor…

Óyeme, Señora,
Vida, Esperanza mía, condúceme con tu mano —
tenuisti manum dexteram meam!— y si algo hay
ahora en mí que desagrade a mi Padre-Dios, haz
que lo vea y entre los dos lo arrancaremos.

S. Josemaría, Apuntes, 7-X-1932