lunes, 31 de enero de 2022

BAÑOS DE HUMILDAD


«Solo encuentra a Jesús quien acepta sus caminos y sus desafíos, sin quejas, sin sospechas, sin críticas ni caras largas. Jesús te pide que lo acojas en los que están cerca de ti cada día, en la concreción de los necesitados, en los problemas de tu familia, en los padres, en los hijos, los abuelos, acoger a Dios allí. Ahí está Él, invitándonos a purificarnos en el río de la disponibilidad, y en tantos y saludables baños de humildad. Se necesita humildad para encontrar a Dios, para dejarnos encontrar por Él»


Francisco

Ángelus

30-01-2022 





domingo, 30 de enero de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 300122


Para “renovar la faz de la tierra” (Sl 103,30)

Cristo ha querido atraer hacia él al mundo entero y conducir a Dios Padre a todos los habitantes de la tierra. Ha querido restablecer todas las cosas a un estado mejor y renovar, por decirlo de alguna manera, la faz de la tierra: Por eso, a pesar de ser el Señor del universo, «tomó la condición de esclavo» (Flp 2,7). Anunció la buena noticia a los pobres afirmando que él había sido enviado con este fin (Lc 4,18).

Los pobres, o mejor dicho, los que consideramos pobres, son los que se ven privados de todo bien, los que «en el mundo no tenían ni esperanza ni Dios» (Ef 2,12), como dice la Escritura. Nos parece que estos son los que, venidos del paganismo y enriquecidos con la fe de Cristo, se han beneficiado de este tesoro divino: la proclamación que trae la salvación. Por ella han llegado a participar del Reino de los cielos y ser compañeros de los santos, herederos de las realidades que el hombre no puede comprender ni expresar «lo que -siguiendo al apóstol Pablo- ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman» (1C 2,9)...

También los descendientes de Israel tenían el corazón destrozado, eran pobres y, como los prisioneros, rodeados de tinieblas... Cristo vino a anunciar los beneficios de su venida, precisamente a los descendientes de Israel antes que a los demás, y al mismo tiempo proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,19) y el día de la recompensa.



San Cirilo de Alejandría (380-444)
obispo y doctor de la Iglesia
Sobre el profeta Isaías, 5,5; PG 70, 1352-1353

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 4,21-30


Evangelio según San Lucas 4,21-30
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".

Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?".

Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún".

Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.

Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.

Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.

También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio".

Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron

y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.


RESONAR DE LA PALABRA


TE NOMBRÉ PROFETA DE LOS NACIONES

Me resulta admirable, a la vez que digno de compasión el protagonista de la primera lectura de hoy. ¡Vaya historia la de Jeremías hace una barbaridad de años! Admirable e incluso me atrevo a decir que «envidiable» que el Señor se dirigiera a él de forma tan clara, con palabras tan bellas y llenas de ánimo! Aunque también le avisa de que lo va a pasar mal. ¡Vaya con los elegidos del Señor! Te elegí antes de que nacieras, te constituí profeta de las naciones... pero.... lucharán contra ti los reyes y príncipes, los sacerdotes y el pueblo. ¡Menudo plan! No podrán con él, le promete Dios, pero... lo pasará fatal y Dios seguirá insistiendo en que no renuncie, que no se canse, que siga....

Y ¿qué tiene que ver lo que le pasó a aquel admirable y sufrido profeta tan lejano, con lo que me pasa a mí? ¿Para qué me sirve la historia de Jeremías? La Biblia nos enseña, entre otras cosas, que cuando Dios se acerca al hombre, su Palabra pretende cambiarnos y prepararnos para la lucha/misión: cambiarnos a nosotros, así como nuestras relaciones y e incluso situaciones concretas de nuestro mundo. Y cuando Dios nos sale al encuentro, lo hace teniendo en cuenta el contexto personal, social, político y religoso, para poder plantear sus planes y propuestas. Es decir: Dios busca, elige, se acerca a personas concretas... para ofrecer caminos a su pueblo. Así lo decía Jesús: "el Espíritu de Dios está sobre mí y me ha ungido para...".

El relato de la vocación del profeta comenzaba así: «En tiempos (en los días) del rey Josías»... Es probable que no sepamos casi nada de las circunstancias de aquel rey ni de la situación del pueblo por aquel entonces. Baste decir que el pueblo lo estaba pasando mal: había muchos problemas, se habían desanimado, cada cual se buscaba la vida como podía ("sálvese quien pueda"), y se consolaban y entretenían con falsas esperanzas y con cantos de sirena de sus dirigentes políticos y religiosos: pero no enfrentaban su situación con valentía. Derrotismo, comodidad, confusión y desesperanza. Ahí se presenta Dios llamando a Jeremías.

Quizá sea bueno recordar qué entendemos por «profeta». No se trata de un tipo extraño con habilidades de adivinación sobre el futuro. No solían ser personajes de prestigio o con grandes dotes de convencimiento ni oratoria. En nuestro caso, Jeremías debía tener problemas de dicción: era tartamudo. El profeta es, ante todo, una persona muy sensible a lo que está ocurriendo en medio de su pueblo. Y es alguien con una profunda experiencia de oración, alguien reflexivo y consciente de sus propias limitaciones y... ¡poco más!

El día en que fuimos bautizados, y nos ungieron con el «Aceite/Óleo Sagrado», el sacerdote pronunció sobre nosotros estas palabras:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que te ha liberado del pecado y dado nueva vida

por el agua y el Espíritu Santo,

te consagre con el óleo de la salvación

para que entres a formar parte de su pueblo

y seas para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey.

Es decir: que todo bautizado ha recibido una llamada de Dios para que sea su profeta, su portavoz, su mensajero. Y por lo tanto podemos aplicarnos nosotros lo mismo que escuchó Jeremías: «antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré, y te nombré profeta». Nada menos que Dios soñando desde toda la eternidad contigo, para encomendarte una tarea: comunicar a «alguien» lo que Él nos diga. Todo un Dios esperando tu respuesta, que acojas su Palabra, que la hagas palabra tuya, y que la anuncies, aunque tengas que ir contracorriente, y te veas viviendo de distinta manera a como vive todo el mundo... más que nada, porque el mundo no va como Dios quiere. Y seguramente tampoco como queremos muchos. No es necesario repasar nuestras circunstancias sociales, económicas, educativas, políticas, o insistir en los grandes retos de la ecología, de los refugiados, de los descartados por el sistema.... Creo que ya los conocemos, al menos en teoría. Pero sí que me parece oportuno traer aquí unas palabras de ese gran Papa que fue Pablo VI:

Debemos dar un tono de valentía a nuestra vida cristiana, tanto a la privada como a la pública, para no convertirnos en seres insignificantes en el plano espiritual, e incluso en cómplices del hundimiento general. ¿Acaso no buscamos, de manera ilegítima, en nuestra libertad personal, un pretexto para dejarnos imponer por los otros el yugo de opiniones inaceptables? «Sólo son libres los seres que se mueven por sí mismos», nos dice Santo Tomás. Lo único que nos ata interiormente, de manera legítima, es la verdad. Ésta hará de nosotros hombres libres (Jn 8, 32). La actual tendencia a suprimir todo esfuerzo moral y personal no presagia un auténtico progreso verdaderamente humano. La cruz se yergue siempre ante nosotros. Y nos llama al vigor moral, a la fuerza del espíritu, al sacrificio(Jn 12, 25) que nos hace semejantes a Cristo, y puede salvarnos, tanto a nosotros como al mundo. (Pablo VI, Audiencia General 21/03/1975)

Pues ya que todos hemos sido consagrados como profetas por nuestro bautismo, y debiéramos «vivir con valentía nuestra vida cristiana» para no ser hoy «insignificantes», o espiritualistas que viven en las nubes, y no tienen nada que aportar al mundo de hoy, e incluso «cómplices»... me propongo y os propongo brevemente, y sin entrar en detalles, algunas posibles llamadas:



Ø Sin miedos y sin nervios. Cuando la situación política y económica es confusa, insegura, cuando las cosas no van como deseamos... no podemos entrar en agresividades, descalificaciones, burlas, insultos y desprecios de «los otros». Nos toca dar un testimonio de serenidad, diálogo, respeto, encuentro, pacificación y reflexión. Nuestra fuerza, nuestros criterios y nuestros valores... están en la Escritura, en Dios. Seamos, pues, personas de reflexión, oración y discernimiento.

Ø Cuando hay tanta corrupción, tanto enchufismo, tanto bulo , tanta irresponsabilidad en el ejercicio de la política, la economía y el mundo laboral... nosotros ofreceremos: Transparencia, honestidad y justicia, y nos pondremos al lado de quienes la defiendan y promuevan. Sin caer en el fácil «y tú más» o el «todos son iguales», «o los otros lo harían peor», o en fanatismos de cualquier color...

Ø Cuando la casa común que es este planeta Tierra está tan deteriorada, y cuando el consumismo como estilo de vida nos ha vuelto egoístas, mientras tantos se aprietan el cinturón hasta la asfixia, a la vez que otros multiplican sus ingresos... nosotros optaremos por la austeridad, por la solidaridad, por el consumo responsable.

Ø Cuando hay tantas personas heridas, descartadas, des-terradas, ignoradas, abandonadas a su suerte... nosotros elegimos ser hospital de campaña, y tender puentes, y ser acogedores, y ejercitar la misericordia del buen samaritano que se detiene, que cura y venda y acompaña al que está al borde del camino.

Ø En este tiempo de relaciones «líquidas» como se llaman ahora, pasajeras, poco comprometidas, poco cuidadas, bastante superficiales, pasajeras... y andamos demasiado saturados con las relaciones «virtuales», a la vez que poco atentos a las relaciones reales, presenciales y cercanas... cuidar la ternura, el diálogo, la escucha, la compañía, la presencia, los detalles, la atención a los otros... empezando por los más cercanos.

Poniendo en práctica algunas de estas claves... probablemente nos sintamos incomprendidos, cuestionados, criticados. Podremos tener la tentación de que esto no es más que una gota de agua en la inmensidad del mar. Podremos sentirnos solos e incomprendidos, especialmente por los más cercanos, por los de «dentro», por los nuestros... ¡Pero si eso mismo le pasó a Jesús en el Evangelio de hoy! Y antes a Jeremías y a tantos otros después que él. Si el Evangelio, por medio de sus seguidores no somos levadura, sal, palabra profética, propuesta alternativa de vida... no habría servido de nada la venida de Jesús, su mensaje, ser discípulos suyos. Seríamos simplemente «una pieza de museo» de otro tiempo... perfectamente inútil y prescindible. Pero si ponemos en el centro el Amor... Todo será distinto. Ser PROFETAS DEL AMOR. Suena bien, aunque seguramente nos duela.

“Se ríen de mí porque soy diferente; me río de ellos porque son todos iguales” (Kurt Cobain)

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 29 de enero de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 290122


“¿Quién es él, que hasta el viento y el mar obedecen?” (Mc 8,41)

“Porque ya pasó el invierno, cesaron y se fueron las lluvias” (Ct 2,11), dice el Esposo del Cantar de los Cantares. El mal lleva distintos nombres, según la diversidad de su efecto. Se denomina invierno, lluvia, aguaceros y cada uno de esos nombres simboliza respectivamente una tentación distinta. El invierno simboliza la multitud de formas del mal. (…) ¿Qué decir de las tormentas en el mar durante el invierno? Saliendo de los abismos, el mar se enardece e imita las rocas y las montañas, levantando su altura por arriba de su nivel. Se lanza contra la tierra como un enemigo, se precipita sobre los costados y rompe todo con los golpes de sus olas, como una máquina de guerra.

Interpretemos esos males del invierno y todos los que se podrían agregar, relacionándolos con su sentido simbólico. (…) ¿Qué es ese mar de olas rugientes? ¿Qué es esa lluvia y esos aguaceros? ¿Cómo esa lluvia cesa por ella misma? El sentido profundo de esos enigmas del invierno está en relación con lo humano y concierne la libertad de nuestra voluntad. (…) La naturaleza humana al comienzo florecía (…) pero el invierno de nuestra desobediencia secó la raíz, la flor cayó y se disolvió en tierra. El hombre fue despojado de la belleza inmortal y la hierba de las virtudes se secó, el amor a Dios se enfrió, en tanto que la iniquidad crecía. Innumerables pasiones se levantaron en nosotros por vientos hostiles que llevaron al naufragio de las almas.

Pero cuando llega el que aporta la primavera a nuestras almas, amenaza al viento cuando ese viento es malvado despertando al mar: “¡Silencio! ¡Cálmate!” (Mc 4,39). Enseguida todo vuelve a la calma y la serenidad y nuestra naturaleza reverdece y florece. Las flores de nuestra vida son las virtudes, que florecen y producen frutos “en su estación” (Sal 1,3). Entonces el Verbo dice: “Ya pasó el invierno”.



San Gregorio de Nisa (c. 335-395)
monje, obispo
El invierno ha terminado (La Colombe et la Ténèbre, Cerf, 1992), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 4,35-41


Evangelio según San Marcos 4,35-41
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: "Crucemos a la otra orilla".

Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.

Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: "¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?". Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: "¡Silencio! ¡Cállate!". El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: "¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?".

Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Hoy cambiamos de sección en la secuencia de Marcos; en los últimos días le hemos visto como maestro, enseñando; a partir de hoy le contemplaremos actuando, y actuando con poder. Viene una serie de milagros, uno de cada clase: sobre la naturaleza (la tempestad), de curación psíquica (el poseso de Gerasa), de curación física (la hemorroísa) y de resurrección (la hija de Jairo); es un muestrario completo. Y conviene notar ya algunas características de los milagros de Jesús: no hay ninguno punitivo, sino que todos son benéficos; y los realiza con la máxima sencillez, sin rituales mágicos o misteriosos, sino con una palabra, un mandato, un dar la mano… Jesús es diferente de todos los taumaturgos de la antigüedad.

La escena de calmar la tempestad tiene un modelo indiscutible: la leyenda de Jonás, que duerme tranquilo en la bodega mientras la tripulación se atemoriza ante la galerna. Los tripulantes invocan al Dios de Jonás… y llega la calma. Pero los narradores cristianos tienen también otros puntos de referencia para construir su relato. Según Salmo 107,29, Dios “redujo a silencio la borrasca, y las olas callaron, y así los sacó de sus angustias”; y según Job 38,11, Dios dijo al mar: “hasta aquí llegarás, y no más allá; aquí se estrellará el orgullo de tus olas”. Por otro lado, Jesús increpando al mar recuerda “la voz de Yahvé sobre las aguas… Yahvé sobre las aguas torrenciales” (Sal 29,3), pues él “surca el mar con sus caballos” (Habacuc 3,15). Todo ello habla del Dios creador y señor de sus criaturas, y de Jesús “sentado a su derecha”, compartiendo de su omnipotencia.

Quizá no sea difícil reconstruir la evolución de la narración. Como núcleo histórico estará el hecho de que Jesús y los discípulos atravesaron en barca con frecuencia el lago de Genesaret; alguna vez el mar se revolvió y pasaron angustia, pero Jesús los calmó con palabras de confianza en el Padre providente, y quizá les reprochó su poca fe. Todo ello, contemplado tras la pascua y a la luz de pasajes veterotestamentarios adquiere características nuevas: Jesús, el que muchas veces increpó a los malos espíritus, es realmente el Señor, capaz de realizar las proezas del éxodo, de dar órdenes al mar...

La narración se irá convirtiendo en una gran confesión de fe en la persona de Jesús: “¿Pero quién es este?” En el pasaje emparentado de Mc 6,45ss (Jesús caminando sobre las aguas) los discípulos gritan turbados, y él les dice: “no temáis”. Este estremecimiento de los discípulos, junto a Jesús y en medio del mar, recuerda relatos de aparición pascual, donde la turbación es una constante (Lc 24,38; cf. Mt 14,26), ya que en el Resucitado se manifiesta plenamente lo divino; ante la pesca milagrosa (Lc 5,7ss, retroproyección de Jn 21,6ss), visto el poder de Jesús, “el temor se apoderó de todos”. En la proximidad de Jesús surge, junto con la confianza, la conciencia de pequeñez, de criatura ante su creador.

A lo largo de su historia, la Iglesia ha leído esta narración a su propia imagen: ella camina entre dificultades, a veces con la impresión de que Jesús está “ausente”. Pero él, antes o después, aparece siempre como el salvador y el Señor, y a ella le toca adorarle con un gozo entremezclado con sobrecogimiento reverencial: “¿quién es este?”

Nuestro hermano,
Severiano Blanco cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 28 de enero de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 280122


El Reino de Dios es como la semilla que germina y crece

No podemos pedir a la gracia divina revelar todas sus potencialidades durante el período de crecimiento. La semilla que muere, el delicado tallo que sube, no dicen exactamente lo que portan en ellos. Toda germinación y crecimiento se hacen en el caos o, al menos, en el misterio. El desarrollo pleno sólo extiende las propiedades de la vida ya presente y la calidad del fruto.

En la unión transformante, después de los períodos oscuros que han escondido varias propiedades, la gracia descubre sus riquezas esenciales y muestra que realiza una transformación que nos hace semejantes al amor de Cristo Jesús. La expansión externa de Cristo Jesús en las almas, tomará diversas formas, ya que esta gracia de Cristo es multiforme y brilla con reflejos diversos. Pero la transformaciónen en Cristo debe ser real y profunda y debe afirmarse por la semejanza que crea el amor en la voluntad, los pensamientos, los sentimientos y la actividad exterior. (...)

El doble realismo que debemos exigir de la unión transformante, para reconocerla verdadera y auténticamente cristiana, es la divinización de la naturaleza para que seamos hijos de Dios y la encarnación de la vida divina para que seamos cristianos.


Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967)
carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida
La unión transformante, Quiero ver a Dios (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 4,26-34


Evangelio según San Marcos 4,26-34
Y decía: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra:

sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.

La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga.

Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".

También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?

Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra,

pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra".

Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.

No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

En la época de Jesús la esperanza en la llegada del Reino de Dios revestía formas muy variadas. Algunos pretendían implantarlo con la lucha armada, con sus propias fuerzas (zelotas); otros, más moderados, pensaban que lo establecerían con la práctica de la virtud (fariseos), y con el consiguiente menosprecio y alejamiento de quienes no actuasen así; y no faltaban grupo de descreídos o escarmentados (tal vez los saduceos), que se fijaban demasiado en pasadas esperanzas y experiencia fallidas.

El grito programático de Jesús es que llega el Reino de Dios (Mc 1,15). Él es el ungido para anunciarlo y establecerlo, con sus múltiples manifestaciones: consuelo para los afligidos, alimento para los hambrientos, luz para los ciegos, libertad para los cautivos… (Lc 4,18). Pero su forma de presentarlo es original: el Reino es don de Dios, y sus promesas son irrevocables; el Reino se implantará, pero no por la violencia ni como fruto del esfuerzo humano: “Dios lo da a sus amigos mientras duermen”. En Is 5,1-5 y en Mt 21,33 se habla del viñador diligente, que planta cepas, construye la tapia, excava el lagar... En nuestra parábola el campesino parece más bien un holgazán despreocupado. En cada momento Jesús recalca una enseñanza: la diligencia es necesaria en la vida, pero la autosuficiencia humana está reñida con el establecimiento del Reino; esto es asunto del amor gratuito del Padre, siempre dispuesto a acabar con las situaciones de sufrimiento.

La segunda parábola, del grano de mostaza, acentúa especialmente el contraste entre el comienzo insignificante y el final grandioso; en Mt y Lc va unida a la de la levadura, que expone el mismo pensamiento. Jesús invita a percibir que en lo más pequeño está ya virtualmente lo más grande, con lo cual interpreta su vida y, en cierto modo, la nuestra. Él no es un poderoso socialmente influyente, pero su sencilla enseñanza cotidiana, sus gestos de comer con marginados, declarar el amor de Dios a los pecadores, curar a algunos enfermos… son signos de que el Reino está irrumpiendo. Poco importa que sus discípulos sean tardos para cambiar de mentalidad, o que Herodes Antipas le tenga entre ceja y ceja (Lc 13,31); no hay fracaso que anule su esperanza en el Dios que no defrauda. Reafirmando el desarrollo indiscutible y sorprendente de las semillas, Jesús combate el escepticismo de los discípulos, que quizá le ven como ingenuo o “iluminado”.

“¿Por qué vienen tan contentos los labradores… que cuando vienen del campo vienen cantando?” En la experiencia popular, también en la bíblica, la siega es tiempo de fiesta, de recogida de frutos. Y Jesús describe así el final, la plenitud del Reino: meter la hoz, ponerse a segar, porque la espiga ya pesa por el grano. Y el hombre de la antigüedad, poco conocedor e interesado por las leyes de la naturaleza, contemplaba en la recolección un milagro: la maravilla de la aparición de lo grandioso a partir de… casi nada.

Acojamos hoy la llamada de Jesús a contemplar la gratuidad del don de Dios, a vivir con sencillez, renunciando a todo asomo de autosuficiencia, a mantenernos en la esperanza inconmovible, a contemplar las cosas pequeñas, los gestos diminutos, con mirada penetrante, que vea más allá de la superficie y capte que allí se está gestando el Reino de Dios en todo su esplendor.

Nuestro hermano,
Severiano Blanco cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

 

jueves, 27 de enero de 2022

INSTRÚYENOS

 

«San José, tú eres el hombre que sueña, enséñanos a recuperar la vida espiritual como el lugar interior en el que Dios se manifiesta y nos salva. Quita de nosotros el pensamiento de que rezar es inútil; ayuda a cada uno de nosotros a corresponder a lo que el Señor nos indica. Que nuestros razonamientos estén irradiados por la luz del Espíritu, nuestro corazón alentado por Su fuerza y nuestros miedos salvados por Su misericordia»


Francisco

Audiencia General

26-01-2022 




ATENCIÓN A LO QUE ESCUCHAN


¡Atención a lo que escuchan!

El Libro de los Proverbios pide al discípulo de la Sabiduría ponerse a la escuela de la abeja. Dice a los amantes de la Sabiduría: Ve hacia la abeja y mira cómo ella es laboriosa y qué respeto aporta a su trabajo. Reyes y otras personas, por su salud, utilizan sus productos. Además es buscada y estimada por todos. Aún disminuida de fuerzas, ama la sabiduría y por eso es propuesta como ejemplo de vida a las personas virtuosas. "Fíjate en ella, observa sus costumbres y aprende a ser sabio" (cf. Pr 6,6-8).

Este texto aconseja no descuidar ninguna enseñanza divina sino sobrevolar el prado de palabras inspiradas, en vista de la adquisición de la Sabiduría. De igual forma, hay que modelar en uno mismo celdas de cera y depositar el producto del trabajo en el corazón, como en una colmena. Y construir en la memoria cofres impermeables para guardar las distintas enseñanzas, como si fueran alvéolos en la cera. Así, imitando a la sabia abeja, de la que la cera es dulce y el dardo no hiere, nos aplicaremos sin pausa al augusto trabajo de las virtudes. El ganar los bienes eternos con las penas de acá abajo y dispensar las propias penas por los reyes y otras personas, en vista de la salvación de sus almas, es todo un trabajo. El alma que lo realiza es buscada por su Esposo y estimada por los ángeles. Al amar a la Sabiduría, ella tiene fuerza en la debilidad.

Estos son ejemplos de ciencia y amor al trabajo que nos aporta la industriosa abeja. Asimismo, la repartición de divinos carismas espirituales se hace en proporción al celo aportado al trabajo.



San Gregorio de Nisa (c. 335-395)
monje, obispo
El panal de miel (La Colombe et la Ténèbre, Cerf, 1992), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 4,21-25


Evangelio según San Marcos 4,21-25
Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero?

Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse.

¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".

Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía.

Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Hoy el evangelio nos habla a base de dichos sapienciales o refranes originariamente independientes entre sí. Posiblemente Jesús dice cosas que decían otros muchos. Él se encarnó en la cultura de su pueblo y acogió la sabiduría tradicional, dándole quizá algún nuevo matiz, según oyentes y situaciones. Fue una pedagogía inteligente.

Estos dichos de Jesús –y de sus contemporáneos– admiten muchas aplicaciones; no hay más que notar que los evangelistas los utilizaron en contextos distintos, intentando siempre sacarles la máxima “utilidad”. En Lc 12,2 el refrán acerca de “la manifestación de lo oculto” significa que es difícil, o incluso inútil, fingir, ya que el hipócrita acaba siendo descubierto; pero el mismo refrán en Mt 10,26 significa que el evangelio no puede quedar oculto ni siquiera por temor a las persecuciones que la predicación suscite. En Lc 6,38 la “aplicación a nosotros mismos de la medida que apliquemos” es una llamada a la benevolencia con el hermano, no juzgándole ni condenándole, tema absolutamente ausente del pasaje marquino que hoy nos ocupa. Y en Mt 25,29 el dicho sobre “dar más al que ya tiene” se aplica al buen administrador de los talentos que se le han confiado.

Todo indica que los diversos adagios circularon aislados, sin contexto fijo; y hasta es posible que Jesús los haya pronunciado repetidas veces, en distintas situaciones, para corroborar enseñanzas también distintas. Luego la predicación cristiana y la redacción de los evangelios exploró diversas posibilidades de darles significatividad; hubo diversas opciones, como acabamos de ver. Por ello nuestra pregunta sería qué ha querido decirnos el evangelista Marcos al situar esos refranes en el lugar que hoy ocupan en su escrito.

El evangelista los sitúa a continuación de la parábola del sembrador y de la interpretación alegórica que le ha dado la tradición catequética eclesial. Con la distancia cronológica y geográfica, muchas enseñanzas de Jesús fueron perdiendo claridad, significatividad; y los evangelistas intentan rescatarlas. La parábola del sembrador era originariamente una llamada a la esperanza: las sementeras frustradas no debían hacer perder de vista el éxito final; el sembrador impertérrito es modélico en esto. Jesús es como ese sembrador: invita a tener una mirada esperanzada a pesar de aparentes fracasos. Pero pasada la coyuntura escatológica en que él lo desarrollaba, la Iglesia se centró en las causas del fracaso de la predicación, pasando así de lo kerigmático a lo moral. No fue puro error, el fracaso de Jesús también tuvo sus causas.

Según Marcos, Jesús explica las parábolas a los discípulos en particular (4,34), y así ellos captan “el misterio del Reino de Dios” (4,11). De ese modo la luz del evangelio no queda oculta, lo oscuro se vuelve claro para quien quiera oír (4,23). Los discípulos son “los que ya tienen”, porque desde el principio se han abierto a la Palabra, han manifestado incluso el deseo de que se les explique mejor (4,10), pero ahora van a tener mucho más. Dios se rige en su dádiva por la medida que el hombre ofrezca para acogerla: donde hay apertura, Dios se vuelca, con superabundancia, con una meda sin medida.

En Prov 9,9 se dice: “Enseña al sabio y se hará más sabio todavía”. Jesús nos quiere “ávidos” de evangelio, dispuestos a asimilar, a profundizar en ese peculiar saber.

Nuestro hermano,
Severiano Blanco cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

miércoles, 26 de enero de 2022

EL DUEÑO DE LA CASA


El dueño de la casa

El evangelio que acabamos de leer nos invita a buscar cuál es esta cosecha que nos dice el Señor: “La cosecha es abundante, los obreros son pocos. Pedid al dueño de la casa que mande obreros a su cosecha”. Es entonces cuando envió, además de los doce discípulos a quienes nombró apóstoles (“enviados”), a otras setenta-y-dos personas. Tal como se desprende de sus propias palabras, a todos los envió a una cosecha ya preparada. ¿A qué cosecha? Seguro que no iban a cosechar entre los paganos donde nadie había sembrado. Es, pues, de pensar, que la cosecha se hizo entre los judíos; es para esta cosecha que vino su propio dueño. A los otros pueblos no manda cosechadores sino sembradores. Entre los judíos, pues, la cosecha; en otras partes, la siembra. Y es, ciertamente, cosechando entre los judíos que ha escogido a los apóstoles; era el tiempo de la cosecha, ésta estaba madura porque antes, los profetas, habían sembrado entre ellos…

El Señor dijo a sus discípulos: “¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo: esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega” (Jn 4,35): Y les dijo también: “Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores” (v 38). Abraham, Isaac, Jacob, Moisés y los profetas sudaron; sudaron para sembrar el grano. A su venida, el Señor ha encontrado madura la cosecha, y ha enviado segadores con la hoz del Evangelio.


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 101; PL 38, 605S

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-9


Evangelio según San Lucas 10,1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.

Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

A los santos Timoteo y Tito la liturgia los empequeñece al darles el título anacrónico de “obispos”; no lo fueron como lo es el nuevo obispo de Solsona o el cardenal arzobispo de Milán. Ellos recogieron la herencia apostólica con total inmediatez; les tocó conservar, quizá darle el último toque, el “depósito” recién elaborado. Se aproximan más a la figura del apóstol itinerante que al futuro obispo residencial.

Pablo designa a Timoteo como isópsykhos: “de espíritu idéntico” al mío (Flp 2,20), como “nuestro hermano [suyo y de Silas] y colaborador de Dios en el evangelio de Cristo” (1Tes 3,2), que “trabaja en la obra del Señor igual que yo” (1Co 16,10). En cuanto a Tito, “Dios ha puesto gran diligencia en su corazón”; “¿no hemos procedido él y yo según el mismo espíritu, caminando por las misma huellas?” (2Co 8,16; 12,18). Por lo mismo pide: “A este tipo de personas tenedlas en gran honor” (Flp 2,29). Hasta aquí son datos históricos; una tradición posterior presenta a Timoteo y Tito como destinatarios de cartas de Pablo (1-2Tim; Tito); es otro modo de afirmar su categoría irrepetible, su papel singular, en cuanto depositarios inmediatos y transmisores fieles del legado apostólico.

Estos personajes significan mucho para la Iglesia de hoy. Ante todo, el auténtico apóstol, como Pablo, no trabaja en solitario, sino en equipo; busca colaboradores con quienes compartir tarea y vivir en comunión; y cuando tiene oportunidad elogia su trabajo, no tiene celos de ellos, sino agradecimiento y hasta auténtico orgullo por su valía. Por otro lado, la Iglesia es “tradición”, es decir, “transmisión”; en el credo confesamos que pertenecemos a la Iglesia apostólica; somos los mismos, ellos como modeladores y nosotros como receptores y también transmisores. Tito y Timoteo eran los que habitualmente recibían encargos y los comunicaban fielmente a las comunidades en formación. Una vez conquistados por Pablo, sobre todo en el caso de Timoteo, no hubo otro horizonte en su vida que el de trabajar por la difusión del evangelio.

En 1Tim encontramos todavía una serie de consejos que admiten actualización. Los bautizados y confirmados somos invitados a refrescar el don recibido; la imposición de manos del obispo (o del presbítero) nos confirió una capacitación “apostólica”, para tomar parte en los duros trabajos del evangelio, que hoy, como entonces, encuentra resistencias para implantarse; el inocente “cachete” en la mejilla nos quiso definir como adiestrados para la lucha, para el combate en favor de la causa de Dios, con un espíritu enérgico y no cobarde…

Actualmente existe en los viejos países de cristiandad mucha propaganda anticristiana; se habla de “cristofobia”. A veces se rechaza el pasado creyente, y la fe es tildada de obscurantismo y de perjudicial al pleno desarrollo humano. Hacen falta “luchadores” por el evangelio, como los quería Pablo en su tiempo, como Timoteo y Tito; luchadores no agresivos, sino practicantes convincentes y testigos no acomplejados. Estamos llamados a pasar por el mundo con la frente alta y con palabra persuasiva, sin encogimiento.

Nuestro hermano,
Severiano Blanco cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 25 de enero de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 250122


Pablo reviste a Cristo crucificado

[Sant Catalina escuchó Cristo decirle:] Pablo, como un recipiente de arcilla, se dejó moldear y reformar por Mi Bondad, sin ninguna resistencia. Ante mi golpe, tuvo sólo palabras para decir: "Señor, ¿qué quieres que haga? ¡Dime lo que quieres y lo haré!". Le enseñé entonces, proponiendo a su mirada a Cristo crucificado, revistiéndolo con la doctrina de mi Verdad. Lo iluminé con la luz de un arrepentir verdadero, fundado en mi amor que borra su pecado. Sólo de este modo, conoció la doctrina de Cristo crucificado.

Adhirió tan estrechamente que nada desde ese momento lo pudo separar. Ni asaltos del demonio, ni tentaciones de la carne, a las cuales permanecía enfrentado por permiso de mi bondad. Yo lo quería hacer crecer más todavía en mérito y en gracia, y conservarlo en la humildad luego de haberlo hecho gozar de la sublimidad de mi Trinidad. Nunca, ni un instante se separó de esa vestidura. Persecuciones, suplicios, tribulaciones, soportó todo, antes que renunciar a la doctrina de la Cruz. Tanto la había incorporado, que prefirió sacrificar su vida antes que dejar esa vestidura. Con ella retornó a mí, el Padre eterno.



Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
El don de conformarse a Cristo, El Diálogo (Le dialogue, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 16,15-18


Evangelio según San Marcos 16,15-18
Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación."

El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.

Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas;

podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

La fiesta de hoy tiene un título inadecuado: Ni en sus cartas ni en el libro de los Hechos se aplica Pablo a sí mismo el término “conversión” o se pone por sujeto del verbo “convertirse”. Si alguien le hubiese preguntado si él era un converso, seguramente lo habría negado con rotundidad: su vida estuvo siempre, antes y después de lo de Damasco, entregada con pasión a la causa de Dios, primero a la del Dios de la alianza con Abrahán, luego a la del Dios que resucitó a su hijo Jesús, que es el mismo Dios. “En cuanto a la búsqueda de la justicia que viene por la Ley [en el judaísmo] era intachable” (Flp 3,6); “lo tengo todo por basura en comparación con el conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual he dejado todo” (Flp 3,8). Pablo fue siempre fiel.

Pero en su vida hubo un antes y un después, y tuvo que vencer resistencias que le impedían avanzar. No es tampoco exacto que Pablo haya perseguido a la Iglesia, aunque él usa esa expresión; él persiguió a un sector del judaísmo que se había hecho cristiano, y que, por ese motivo, buscaba ser salvado por la fe en Jesús y no por determinadas prácticas legales antiguas. Esto Pablo lo vio como menosprecio del tesoro religioso de Israel, y su fidelidad a Dios le obligó a intervenir, incluso quizá violentamente. Su deseo era purificar la propia religión judía, aparentemente maltratada por algunos. Pero Dios le abrió los ojos, como ya se los había abierto a aquellos supuestos trasgresores, y Saulo se unió a ellos, a la nueva forma de culto a Yahvé según lo realizado por él en su hijo Jesús. Pablo percibió que el judaísmo había “crecido”, en cierto modo había alcanzado su meta, pues ya se dejaba guiar por el Mesías en quien había esperado. El judío Saulo, con la fuerza de Dios, se incorporó a ese “crecimiento”, al movimiento mesiánico, a vivirlo y a fomentarlo.

Seguramente no todos nosotros estamos llamados a dar pasos tan espectaculares, pero sí a dejarnos iluminar por Dios para avanzar en el camino de la fe. Y podemos encontrarnos con impedimentos semejantes a los de Pablo: él era el religiosamente autosatisfecho, quizá un tanto orgulloso de su fidelidad; era el que, en los asuntos de Yahvé y su Ley, se las sabía todas. Solo una convulsión por obra de Dios mismo le permitió preguntar “¿Qué debo hacer, Señor?”, ¡él, que lo tenía todo tan claro, desde siempre!

El autor de Hechos expone bien los pasos:
”Dios te ha elegido”. Es una nueva elección sobre la que ya gozaba como israelita; una elección dinámica, que no lo da todo de una vez: irá descubriendo el camino.
”Dios te ha hecho ver y oír a Jesús”. Un encuentro en profundidad: experiencia de cumplimiento de la esperanza judía, vivir la gran novedad, gozar del cambio de época.
”Dios te hace una encomienda”: trabajar por que todos le conozcan, no solo los judíos.

A ello responderá con agradecimiento: “por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí” (1Co 15,10); y con entrega: “desde Jerusalén hasta la Iliria, y en todas las direcciones, lo he llenado todo del Evangelio de Cristo” (Rm 15,19). Un discípulo lo reformulará en su nombre: “He combatido el buen combate, he completado la carreara, me he mantenido fiel” (2Tim 4,7).

Nuestro hermano,
Severiano Blanco cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

lunes, 24 de enero de 2022

EL EVANGELIO

 

«Tomemos el Evangelio en la mano, cada día un pequeño pasaje para leer y releer. Llevad en el bolsillo el Evangelio o en el bolso, para leerlo en el viaje, en cualquier momento y leerlo con calma. Con el tiempo descubriremos que esas palabras están hechas a propósito para nosotros, para nuestra vida. Nos ayudarán a acoger cada día con una mirada mejor, más serena, porque, cuando el Evangelio entra en el hoy, lo llena de Dios»


Francisco

Ángelus

23-01-2022 




COMPRENDIENDO LA PALABRA 240122


Todas las cosas serán sometidas a Cristo

Existe una razón para la denominación de principados y potencias (malos espíritus), porque ellos ejercen dominación e imperio sobre diversos pueblos. También porque tienen bajo ellos espíritus y demonios de rango inferior, de los que aprendemos por el evangelio y por su propia confesión, que son legión.

No podrían ser denominados dominación si no tuvieran sobre quien ejercer su poder, ni potencias o principados si no tuvieran sobre quien ejercer la preeminencia. La blasfemia que el Evangelio nos reporta de los Fariseos, da la luz sobre esta verdad: "Es por Belzebul, príncipe de los demonios, que él expulsa a los demonios" (Mt 12,24). En otro texto se da la apelación "jefe de tinieblas" (Ef 6,12) y otro demonio es designado como "príncipe de este mundo" (Jn 14,30).

Sin embargo, el bienaventurado Apóstol afirma que esas dignidades se evanecerán un día, cuando todo será sometido a Cristo y él "entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo principado, dominio y poder" (1 Cor 15,24). Esto se podrá realizar cuando los demonios vean sustraer de su soberanía a los que ejercen en este siglo su poder, dominio o principado.


San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
Los principados, Conferencias VIII-XVII (SC 54, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958), trad. sc©evangelizo.org

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 3,22-30


Evangelio según San Marcos 3,22-30
Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: "Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios".

Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: "¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás?

Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir.

Y una familia dividida tampoco puede subsistir.

Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin.

Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.

Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran.

Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre".

Jesús dijo esto porque ellos decían: "Está poseído por un espíritu impuro".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

En el ministerio de Jesús hubo momentos mejores y peores. La primera época es llamada por algunos “primavera galileana”: Jesús percibe el alborear del Reino de Dios y felicita a los pobres, hambrientos y afligidos porque se ha cumplido el tiempo y Dios va a dar un vuelco a la situación. De mil maneras da a entender que los tiempos mesiánicos han llegado. Y muchos de los oyentes se sitúan en esa onda: le siguen con entusiasmo gentes de Galilea, Judea, Idumea, de la Transjordania, de Tiro y de Sidón… (Mc 3,7s).

El entusiasmo es tal que algunos le confunden con un líder político y pretenden hacerle rey. Pero Jesús es un mesías extraño; ante tales éxitos y aclamaciones, despide y disuelve a la multitud, obliga a los discípulos a marchar, y él se va solo al monte, a orar (Jn 6,15; Mc 6,45s). Pretendiendo deshacer malentendidos, crea quizá mayor confusión.

Progresivamente, ante la libertad y originalidad de Jesús, muchos se plantean la cuestión de si será el mesías o un falso mesías, un profeta o un pseudoprofeta. Las curaciones son signos del Reino, del Dios salvador; pero siempre hubo magos y brujos que pretendieron hacer prodigios invadiendo el campo de lo divino; los signos pueden resultar ambiguos, al mismo tiempo consoladores e inquietantes. En los líderes religiosos crece la duda y el desconcierto en relación con Jesús. Quizá de aquí surge la petición de signos legitimadores, petición que Jesús interpreta como desafío o como señal de impenitencia: “dando un profundo gemido en su interior dijo: no se dará un signo a esta generación” (Mc 8,12).

El actúa con una gran sencillez, con claridad, y ofrece signos espontáneamente, como volcar una mesa en el templo; pero los signos no sirven para los “ciegos voluntarios”. Tras el signo de templo, le interrogan los “sumos sacerdotes, escribas y ancianos” (Mc 11,27), los “entendidos”, los intelectuales… Jesús pudo recordar aquello de “buscar al Señor con sencillez de corazón, que se deja hallar de los que no exigen pruebas, pero los razonamientos retorcidos alejan de él” (Sab 1,1-2).

Particularmente fustiga Jesús a quienes, por comodidad e inmovilismo, malinterpretan su actuar y se resisten a dejarse interpelar. Mientras que él lo explica como signo de la vuelta del Espíritu de Dios a la tierra, señal de estar en los tiempos mesiánicos, los opositores lo atribuyen a connivencia con Satanás, que es tanto como nigromancia, hechicería… siempre prohibidas en Israel e incluso castigadas con la muerte (Deuteronomio 18,10s). Jesús reduce al absurdo la acusación que le hacen los escribas y aduce una parábola muy en sintonía con la visión del mundo de entonces, sometido a las potencias del mal. La aplicación de la parábola queda implícita: Jesús es “el más fuerte” que ata al fuerte, a Satanás. Él introduce la salvación en el mundo; pero quien opte por la ceguera voluntaria y no se acoja a su acción benéfica está destruyéndose a sí mismo.

Pidamos hoy a Jesús unos ojos limpios, un espíritu sencillo para acoger su presencia como una hermosa primavera que rejuvenezca nuestro pensar y actuar.

Nuestro hermano,
Severiano Blanco cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

domingo, 23 de enero de 2022

PENSAMIENTOS

 


COMPRENDIENDO LA PALABRA 230122


“Esta palabra de la Escritura...se ha cumplido hoy”

Cuando leéis: “Enseñaba en las sinagogas y todo el mundo hablaba bien de él.” (Lc 4,15) no penséis que aquella gente era especialmente afortunada porque oía a Cristo, ni que vosotros estáis privados de estas enseñanzas. Si la Escritura es la verdad, Dios no ha hablado sólo en las asambleas de los judíos de entonces, sino que habla hoy todavía en nuestra asamblea. Y no sólo aquí, entre nosotros, sino en otras reuniones y en el mundo entero, Jesús enseña y busca los instrumentos para transmitir su doctrina. Rogad por mí para que me encuentre dispuesto y apto para cantar sus alabanzas.

Del mismo modo que Dios encontró a los profetas, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel en tiempos en que los hombres estaban privados de las profecías, asimismo Jesús busca instrumentos para transmitir su palabra y “enseñar a los pueblos en sus sinagogas, y todos hablaban bien de él.” Hoy Jesús es glorificado por muchos más que en aquel tiempo en que fue conocido sólo por la gente de su provincia.


Orígenes (c. 185-253)
presbítero y teólogo
Homilía 32 sobre Lc 2; SC 87, pag. 387

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 1,1-4.4,14-21


Evangelio según San Lucas 1,1-4.4,14-21
Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros,

tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.

Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado,

a fin de que conozcas bien la solidez de las enseñanzas que has recibido.

Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región.

Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan.

Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura.

Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos

y proclamar un año de gracia del Señor.

Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.

Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".


RESONAR DE LA PALABRA


El Espíritu de Dios "hoy" está sobre mí, Domingo de la Palabra de Dios 

El Papa Francisco instituyó el ‘Domingo de la Palabra de Dios’ con la intención de que se celebrara todos los años el tercer domingo del Tiempo Ordinario, como respuesta a un deseo del Pueblo de Dios trasladado al Papa de muchos modos. El hambre de la Palabra que experimenta el Pueblo de Dios no ha disminuido, como tampoco lo ha hecho el anhelo de trascendencia de la humanidad. Se trata de dejarnos transformar por el Espíritu para que emprendamos acciones que ayuden a transformar el mundo. La Palabra de Dios debería arder en nuestros corazones (Lc 24, 32) y llevarnos a vivir más cerca de nuestros prójimos y cuidando más nuestra casa común. Al mismo tiempo debería erradicar todo aquello que aleja la vida de nuestras comunidades y del mundo, sea en forma de injusticia, individualismo, indiferencia… La Palabra debería estimularnos a emprender nuevos caminos de compartir y solidaridad. (Henry Omonisaye, CMF)

El cuarto Evangelio que meditamos el pasado domingo, nos presentaba como pórtico de la tarea misionera de Jesús unas bodas, con las que nos hablaba de la Hora de Jesús, la Nueva Alianza y la necesidad de un Vino nuevo. Lucas, sin embargo (al que seguiremos el resto del año) ha elegido otra escena, en clave profética, donde la Palabra de Dios da pie a Jesús para describir las claves de su programa misionero.

En primer lugar se nos indica que "Jesús volvió a Galilea". El lugar que escogió Jesús para desempeñar su actividad es significativo. Allí se daba en tiempos de Jesús, un doble cautiverio: el de la política del gobierno de Herodes Antipas (4 a.C.-39 d.C.) y el de la religión oficial. A causa de la explotación y de la represión política de Herodes Antipas, mucha gente quedaba marginada y sin empleo (Lc 14,21: Mt 20,3.5-6). Y la religión oficial llevada a cabo por las autoridades religiosas, en vez de fortalecer la comunidad para que pudiera acoger a los excluidos, usaba la Ley de Dios para justificar la exclusión de muchos: mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, leprosos, posesos, publicanos, enfermos, mutilados, parapléjicos... ¡Todo lo contrario de la fraternidad que Dios soñó para todos! Así pues, la situación política y económica, así como la ideología religiosa contribuían a debilitar la comunidad local impidiendo así la manifestación del Reino de Dios. Por tanto, el contexto, la situación real de las gentes, su sufrimiento, etc... le hace optar por Galilea. Ahí es donde quiere Jesús hacer presente a Dios, donde Dios tiene algo que decir y hacer, ahí precisamente quiere lanzar su propuesta para tantos que estaban mal. Allí llega «con la fuerza del Espíritu».

El «instrumento» del que se ha servido para discernir su misión y su mensaje es la Palabra de Dios. Formaba parte de su espiritualidad y de su oración... y la fuerza del Espíritu le había hecho sentirse personalmente interpelado por ese pasaje de Isaías, hasta el punto de asumirlo y ponerlo en el centro de todo. Así había ido descubriendo su vocación. Por eso lo «busca» al desenrollar la Escritura, para presentarse a sí mismo y para compartirlo con la gente: es la lectura comunitaria, tan importante y habitual, tal como nos lo ha descrito también la primera lectura. Lectura que le posibilita dar su testimonio personal.

Por eso necesitamos nosotros cuidar, conocer, meditar, escuchar personalmente y juntos la Palabra de Dios. Es imposible que la fe se mantenga fuerte, fresca, viva, sin desgaste sin acudir frecuentemente a ella, tal como hacía Jesús. No podemos ser seguidores suyos si no conocemos su Palabra, si no nos dejamos transformar por ella, si no dialogamos, si no damos ocasión a que el Espíritu nos revele la voluntad de Dios por medio de ella.

La Celebración de la Eucaristía es un todo con dos partes inseparables e indispensables: Palabra y Pan de Vida. Por eso sería muy conveniente acudir a las celebraciones habiendo leído y meditado personalmente las lecturas que serán proclamadas. Quizá no las entienda, o tenga dudas. Es verdad que no es un libro fácil. Por eso el sacerdote, u otros hermanos con preparación y experiencia, como hizo Esdras podrán ayudarme y acompañarme.

Siguiendo con nuestro relato, Jesús lee: «el Espíritu de Dios está sobre mí». También el Espíritu sobrevolaba antes de que Dios comenzara la Creación. Algo nuevo y lleno de vida va a dar comienzo también ahora por medio de Jesús. Era el Espíritu el que, en forma de nube, acompañaba, guiaba y protegía al pueblo del Éxodo por el desierto y que ahora «cubre» y acompaña a Jesús al frente de un nuevo Pueblo. Ese Espíritu que había descendido sobre él en el Bautismo, a la vez que el Padre proclamaba que era el Hijo Amado. Ese mismo Espíritu que invadió a David al ser ungido por Samuel, y que permaneció con él en adelante, capacitándolo para su misión (1Sm 16, 12-13). Así es también nuestro Bautismo. Es ese Espíritu que recibimos y que hace decir a San Pablo: «hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Vosotros sois el cuerpo de Cristo». Esto es: la misión de la Iglesia (la de Jesús) es «corporativa», «sinodal», sin que sobre absolutamente nadie, sin que nadie quede excluido ni autoexcluido. Así lo quiere el Espíritu... desde tiempos de San Pablo. Y seguramente ahora con más razón.

El mensaje de Jesús es totalmente positivo y esperanzador, viene en el nombre de Dios para dar ánimo. Por eso, su lectura se detiene y no lee lo que venía en el mensaje de Isaías: "el día del desquite de nuestro Dios". También en esto coincide con Esdras, cuando el pueblo llora al verse denunciado por la Palabra que ha sido leída: «No hagáis duelo ni lloréis (porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la ley)». Y es que en tiempos de desánimo, de crisis, de desesperanza... la opción de Dios es levantar, liberar, animar, empujar, despertar la esperanza... ¡No pretende que surjan sentimientos de culpa, sino deseos de cambio!

En cuanto a sus objetivos prioritarios, a lo que va a dedicar alma, corazón y vida son éstos: pobres, cautivos, ciegos y oprimidos. En definitiva: los sufrientes, los que «carecen de» lo que sea. El Espíritu le ha ungido/consagrado/elegido y enviado precisamente para ellos. Con obras y palabras. Y por tanto éstas han de ser las señas de identidad de los suyos: «armados» con la Palabra, formando Cuerpo con Cristo, teniendo en cuenta las situaciones vitales de los destinatarios... y anteponiéndoles a cualquier otra tarea, opción o prioridad, por muy «santa y sagrada» que nos parezca. Tenemos que ser capaces de decir con verdad que «hoy» se cumple la Escritura por medio de todos y cada uno de nosotros.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 22 de enero de 2022

COMPRENDIENDO LA PALABRA 220122


Jesús se da totalmente, hasta dar su cuerpo y su sangre

Los inmensos beneficios con los que el Señor ha agraciado al pueblo cristiano, hacen que éste quede elevado a una dignidad inestimable. En efecto, no hay ni habrá nunca una nación en la que los dioses estén tan cerca de nosotros como lo está nuestro Dios (cf Dt 4,7). El Hijo único de Dios, con el propósito de hacernos participar de su divinidad, asumió nuestra naturaleza y se hizo hombre para divinizar a los hombres. Todo lo que ha tomado de nosotros, lo ha puesto al servicio de nuestra salvación. Porque es para nuestra reconciliación que ofreció su cuerpo a Dios Padre sobre el altar de la cruz; derramó su sangre como precio de rescate de nuestra condición de esclavos y para purificarnos de nuestros pecados por el baño de la regeneración.

Para que permanezca en nosotros el recuerdo continuado de un tan gran beneficio, dejó a los creyentes su cuerpo como alimento y su sangre como bebida bajo las especies del pan y del vino. ¡Oh admirable y hermoso banquete que trae la salvación y contiene la dulzura en plenitud! ¿Se puede encontrar algo de más precio que esta comida en la que ya no es la carne de terneros y machos cabríos sino Cristo, verdadero Dios, el que se nos ofrece?


Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Lecciones para la fiesta del Corpus Christi

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 3,20-21


Evangelio según San Marcos 3,20-21
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.

Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos, paz y bien.

Cuesta mucho ser profeta en la propia tierra; y en la propia familia, a veces, más difícil todavía. Su propia familia quiere llevárselo, porque les parecía que se había vuelto loco. 
En esta ocasión, al leer este fragmento del Evangelio, me han llamado la atención las palabras “no le dejaban ni comer”. Una total entrega a la Misión. En la vida de los evangelizadores hay momentos en los que entra la pereza. No apetece mucho contestar al teléfono, o abrir la puerta cuando llaman a horas intempestivas. Que llaman. A los laicos también les pasa. “Otra vez domingo, otra vez a Misa”.

Jesús no distinguía días ni horas. Todo Él era entrega a la tarea que Dios, su Padre, le había encomendado. Esa dedicación a tiempo completo no todos la entendían. A los que vivimos la fe a medio gas, nos parece imposible vivir permanentemente en las cosas del Padre. Encontramos justificación para no hacer lo que sabemos que debemos hacer. “No es lo mío”, “no hoy”, “no sé cómo se hace”, “no me atrevo…”
Este Evangelio nos da una nueva oportunidad para revisar el estado de nuestra disponibilidad. Entiendo que no podemos siempre responder, como la Virgen María, “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”. Pero ojalá estemos en el camino de incrementar cada día, un poco más, nuestra entrega al Señor. Él sabe cómo hacer fructificar todos nuestros empeños. Aunque no lo entendamos. Aunque no nos entiendan.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA