miércoles, 29 de abril de 2015

QUIERO ESTAR SIEMPRE CONTIGO

Dios mío, quiero estar siempre contigo ya que solo así estoy en la verdad sin extraviar el rumbo. 
Unido a ti los pesos se hacen más livianos, brilla más el sol y se encienden las luces apagadas. 
Al creer en ti no persigo espejismos, no sueño con una vida fácil, no espero un camino sin espinas. 
Sé que todos pasamos por el árido desierto, sabemos del dolor y llevamos nuestra propia cruz. 
Sin embargo, la fe me sostiene, el amor me inspira y la esperanza me da alientos para insistir. 
Señor, eres mi refugio y mi Buen Pastor, eres mi fuente de energía, mi luz y mi descanso. 
Cuando los discípulos iban con Jesús en la barca lo despertaron muertos de miedo ante una borrasca. 
También mi fe a veces es vacilante, ayúdame a creer, alejar las dudas y confiar en ti sin titubeos.
Gonzalo Gallo

Fuego y Leño

"El designio de Dios es brindarse a nosotros por entero. Hagamos una comparación: Cuando el fuego quiere atraer hacia sí al leño e infundirse a sí mismo en él, lo que encuentra frente a sí no es su igual. Se requiere entonces un cierto tiempo. El fuego empieza por poner calor y ardor en el leño, después aparecen el humo y los crujidos, porque el leño es todavía distinto del fuego. Pero a medida que ingresa el ardor en él, más se vuelve calmo y tranquilo, y cuanto más igual se hace al fuego tanto más se le somete hasta que se hace todo fuego."
Eckart, Johannes,
Vida eterna y conocimiento divino


¿QUÉ NECESITAMOS HACER POR AQUELLOS QUE NOS HIRIERON?

Debemos perdonar.
El mayor bloqueo para cualquier tipo de cura interior es la falta de perdón. El mandamiento más difícil que Jesús nos dio, de manera práctica, es: “No solamente perdona a tus enemigos, sino que ora por ellos, ámalos y bendícelos” (cf. Lc 6,27 – 28). Cuando el perdón se da, la cura viene casi automáticamente.
De hecho, Jesús dice: “Si te quieres reconciliar con ellos, y ellos no quieren reconciliarse contigo, maldicen tu buen nombre y te persiguen, alégrate”. ¿Por qué Jesús dice esto? Porque lo que parece un mandamiento, la verdad es una cura, una bendición por medio de la cual liberamos a la persona que nos hirió; liberando el odio que sentimos por ella, liberamos también nuestro propio odio.

Durante la misa necesitamos recordar a cada una de las personas que en nuestras vida, que de alguna manera, nos maltrataron, y perdonarlas en el nombre de Jesús.


Algunos años atrás fui a orar por un joven, juntamente con dos personas que estaban orando por él; yo conocía bien a ese joven. Había sido profesor en la escuela en la cual yo era director. Para mi gran sorpresa, me contaron que él estaba enfermo, postrado en cama hacía nueve mese ya. Durante ese tiempo estuvo con fiebre muy alta, no conseguía dormir todas las noches, tenía terribles dolores y ni los mismos medicamentos para dormir ni las inyecciones hacían efecto.

Pasó un mes en el hospital del cáncer en observación, pero los médicos le decían: “Tú no tienes cáncer, pero de tantos rayos x que te sacamos es probable que vayas a tenerlo”.

Por dos meses estuvo en el sanatorio, internado, pensando que tenía tuberculosis y tomó más de 120 tipos de medicamentos, más del máximo permitido. Los médicos ya habían perdido las esperanzas, él estaba como un esqueleto esperando la muerte. Cuando fui a hablar con él, me dijo: “Aquél profesor, colega mío, colocó una maldición sobre mí, es por eso que yo estoy enfermo”.

Frecuentemente, me dicen las personas: “Alguien me hizo alguna cosa mala”. Puede ser verdad, pero lo que ocurre es que nosotros nos abrimos para que nos llegue la maldición.

Yo conoció al otro profesor de quién él se refería y era incapaz de colocar maldiciones, sabía entonces que no podría ser la única razón de la enfermedad. Al conversar más con él comprendí que él odiaba enormemente a su suegro. Su suegro era uno de los hombres más ricos de Bombay y él se había casado con su única hija. El casamiento fue celebrado con gran estilo, pero el suegro no dio ningún dinero como dote para el yerno. En la India, la dote es muy importante. Y cuando ese profesor volvió a su trabajo, en vez de ayudarlo, el suegro comenzó a hablar mal de él, diciendo a las personas: “Yo cometí un error, me equivoqué al dar a mi única hija en matrimonio a ese muchacho”.

La reputación del profesor comenzó a caer y él pasó a sentir un odio mortal por su suegro. Todos los días las personas del grupo de oración rezaban por él y le decían: “Perdona a tu suegro”. Y él les contestaba: “Yo no consigo perdonar”. Su esposa le decía: “Perdona a mi padre”. Y él le contestaba: “Yo no quiero y no puedo perdonar”.

Entonces él me dijo: “Padre, usted es la primera persona que no está diciendo que necesito perdonar”. Y yo le dije: “Yo no te digo que perdones a tu suegro porque conozco muy bien a su familia. Si yo estuviese en tu lugar también encontraría dificultad para perdonar. Pero yo quiero que tú reces conmigo pidiendo a Jesús que lo sane de las maldiciones en su corazón. Y que tú entregues su corazón a Jesús. Y él me dijo: “Eso yo puedo hacer”.

Como él era carismático, lo conduje a hacer oración espontánea y comenzó a orar así: “Señor Jesús, Tú sabes cuánto me ha herido mi suegro, todos me aconsejan perdonarlo, pero yo no soy capaz de perdonarlo. Jesús, tú Señor, ¿no vas a pedirme también que lo perdone? Yo no quiero ese odio, sácalo de mi corazón. Sáname de las causas de mi odio.
Él se volvió a mí y me preguntó: “Padre, ¿estoy rezando correctamente?. Yo le respondí: “Estás rezando perfectamente, como los salmistas rezan. En ellos la mitad muestran rabia de Dios, y la otra mitad demuestran amor por Él”. Yo recé por él después, principalmente para que tuviese un buen sueño. Inmediatamente él se quedó dormido.
Estuve dos meses fuera de Bombay y cuando volví él me contó lo que sucedió. Había dormido durante media hora, después se levantó y pidió comida – pues estaba sin comer hacía mucho tiempo – y volvió a dormir se hasta la noche siguiente. Entonces, se despertó, tomó un baño y salió a caminar, completamente sanado. Era su odio lo que estaba como un cáncer carcomiendo su espíritu, su mente, su corazón y hasta su cuerpo.

Él se volvió entrenador de fútbol del mayor club de Bombay. Cuando me acuerdo del día en que lo vi postrado en una cama, como un esqueleto, sin ninguna esperanza, y ahora entrenando fútbol con los chicos, yo comprendo el poder del odio y de la falta de perdón, capaces de hacer enfermar a una persona y volverla campo favorable para el trabajo de Satanás. Cuando obedecemos el mandamiento de Jesús y comenzamos a perdonar a nuestros enemigos, a amarlos, a rezar por ellos, la cura con frecuencia es instantánea y completa.

Del libro: “Pasos para la sanación”
Padre Rufus Pereyra

Desea recibir la efusión del Espíritu Santo

Ser instrumento del Espíritu Santo no es el resultado de nuestra perfección ni de nuestra santidad. ¡Por el contrario! Nuestro camino de santificación, de perfección, pasa necesariamente por la efusión del Espíritu Santo, pues no es posible apenas con nuestro esfuerzo. Ciertamente podemos colaborar, cooperar, dejarnos trabajar por el Señor, pero es él quien hace todo.

Nuestra conversión verdadera sucede cuando somos recreados en el Espíritu Santo. A partir de ahí, tomamos gusto por la oración, por la escucha de la Palabra de Dios, y comenzamos a participar realmente de la Misa y de los sacramentos, a trabajar en la Iglesia, cooperando con el Señor.

De esa manera no podemos, por nosotros mismos, conceder ni privar a los otros de la gracia que recibimos gratuitamente. "Quien cree en mí, de su seno, de su interior, brotarán ríos de agua viva". Basta eso.
Cuando recibí la efusión del Espíritu Santo, todo duró un día. El padre Haroldo J Rahm sj, pasó por el seminario y concedió un día de retiro a los seminaristas. Él habló sobre los dones, los carismas del Espíritu Santo, sobre la renovación carismática. En esa época no entendí lo que significaba efusión del Espíritu Santo, dones ni carismas en la perspectiva de la Renovación Carismática. Sabía lo que eran los carisma, los dones, pero no de manera como estaba sucediendo; las personas siendo curadas, orando en lenguas. La efusión tomó cuenta de mi cabeza. No entendí nada.

Mientras tanto el Señor sembró en mi corazón, un deseo muy grande. Ni sabía que la gracia era aquella que recibiría, pero la quería mucho. Cuando el padre Haroldo impuso las manos sobre mi e hizo una breve oración, no sentí nada, me pareció que nada había sucedido. Pero a la noche, solito en el patio del seminario, comencé a orar como nunca había orado en mi vida.

Todo comenzó a cambiar, fue el surgimiento del ojo del agua. Era aquella efusión en el Espíritu Santo, del modo en que Jesús habló: "De su interior correrán ríos de agua viva". Sabemos que un río de agua viva nace de un "ojo de agua", no hay otra forma. Fue así en mi vida; será así en la tuya.

Después de tres meses, fui a hacer una experiencia de oración con el padre Haroldo y llevé a tres jóvenes conmigo; fue entonces que, oyendo las enseñanzas sobre efusión del Espíritu y los dones, comencé a entender lo que estaba sucediendo conmigo. En tres meses, Dios me dio la gracia de experimentar muchas cosas nuevas. Mi sacramento y mi vida cambiaron y se volvió más verdadero el arrepentimiento de mis pecados.
Allí, en la experiencia de oración, encontré la explicación de aquello que, por la gracia de Dios, estaba viviendo.

¿Quieres o no quieres ser transformado por el Espíritu Santo?

No conozco el grado de tu aridez, de tus dificultades espirituales, sólo sé que llegó la hora: el Señor quiere que bucees en la gracia de la efusión del Espíritu Santo.

Digamos al Señor:


"Señor Jesús, quiero recibir la efusión del Espíritu Santo, como dice Tu Palabra: "Seréis bautizados". Quiero verme bañado por Tu Espíritu, poseído, hasta las últimas fibras de mi ser, por el Espíritu Santo de Dios. ¡Ven, Espíritu!
Sí, Jesús, dame Tu Espíritu.
Plenifícame, Señor. Derrama sobre mi Tu Consolador.
Señor, concédeme la gracia. Pido que manen de mi ríos de agua viva, que se realice en mi la promesa: "Seréis bautizados en el Espíritu Santo!. Realiza la Palabra, Señor Jesús: "De tu interior correrán ríos de agua viva!. Realiza la Palabra: "Descenderá sobre ustedes el Espíritu Santo, Recibiréis fuerza, poder y seréis mis testigos hasta los confines de la tierra".
Ven, Espíritu Santo, porque preciso de Tí ahora. Cubre a cada uno de los míos (nombre cada persona que deseas bendecir) y conduce a Tu Iglesia. Ven, Espíritu Santo, derrámate sobre nosotros. Jesús, Tú eres el bautizador; bautízanos en el Espíritu Santo. Precisamos de esta gracia. Cúmplase, Señor, Tu Palabra. Amén!


Artículo del libro:  "Aspirai aos dons espirituais", mons. Jonas Abib
Adaptación y traducción del original en português.

Buen día, Espíritu Santo!

¡Buen día, Espíritu Santo!
Tú que eres el testigo del Amor del Padre,
Amor que dejó sembradas en la creación entera, semillas del Verbo.
¡Ven y visítanos en la mañana!
Riega con tu Gracia,
Ilumina con Tu Luminosidad,
da crecimiento, solidez y fecundidad
a nuestra vida.
¡Ven y visítanos!
Que lo reseco, agrietado y marchito
¡tenga Vida en Vos!
¡Que lo violento, agresivo y furioso,
se encuentre con Tu Paz serena que restaura!
y mientras obras,
mientras sanas,
susurra... ¿Qué podemos hacer juntos hoy?


RESONAR DE LA PALABRA


Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
Palabra de Dios

Comentario al Evangelio de hoy
Queridos hermanos:

El pan de la palabra es de muchas clases, formas y sabores. A veces tiene el sabor de la controversia. Y, además, es un pan duro. El presente texto evangélico representa el final del capítulo 12 de San Juan. Constituye una suerte de resumen de la proclamación de Jesús. Desde el comienzo nos hace saber que Jesús “grita”. En los versículos anteriores constata el evangelista la incredulidad de los judíos, a pesar de haber realizado Jesús “tan grandes señales delante de ellos”.

Jesús “grita” su identidad y su misión: es el enviado del Padre, es la luz, es el salvador del mundo, habla palabras del Padre, su mandato es vida eterna. Por eso los que le rechazan a él y no reciben su palabra serán juzgados por la Palabra en el último día.

La controversia de Jesús es, en realidad, con el “desconfiado y miedoso” que cada uno llevamos dentro. La palabra quiere convencernos, agarrarnos, cautivarnos. Polemiza con nuestra razón y, sobre todo, con nuestro corazón. Es como espada de doble filo… es como martillo que golpea…es palabra que juzga y hará prevalecer la justicia… Se dirige directamente a desarmar al corazón cerrado y desconfiado que llevamos en nosotros; trata de trasformarlo en un corazón dócil, abierto, escuchador; en un corazón que se rinde ante la iniciativa amorosa del Mesías.

La palabra leída, meditada, contemplada, nos descubre hoy nuestras propias resistencias y la dureza de nuestro corazón. ¡Es sorprendente la capacidad que tenemos para “domesticar” la fuerza de la Palabra! Escuchar hoy la Palabra a través de las palabras del texto implica dejarnos desvelar las cadenas invisibles que nos esclavizan y no nos dejan recibir al Enviado. ¿Cómo resisto yo a la palabra? ¿Cómo neutralizo su vigor?

Bonifacio Fernández,cmf

martes, 28 de abril de 2015

MARÍA VIRGEN, Modelo de profetas

Por Alfredo María Pérez Oliver para CIUDAD REDONDA - Martes, 28 de abril de 2015
Me acerco al brocal del pozo y un surtidor de agua cristalina me cala hasta el tuétano. Y oigo el susurro: ¿No sabes que para enseñar lo que es un profeta hay que buscar un modelo? Por supuesto, Jesús de Nazaret es el perfecto modelo de Profeta del Padre, pero M aría la más Perfecta Discípula es también modelo del profetismo de su Hijo. Y ya huele a mayo, el mes de la Virgen. ¿No es la ocasión más oportuna para presentarla desde la óptica del profetismo?
De acuerdo, pero lo podías haber dicho sin mojarme de esta manera.
Hay que afinar el oído
El “yupi” tiene prisa, como siempre. Le espera alguno de sus buenos negocios para hacer dinero rápido. A su vera un amigo totalmente distinto. Se nota en las ropas –túnica anaranjada- de yoghi hindú. Sus pies medio calzados con unas ligerísimas sandalias, tienen que ir a un ritmo apresurado al que no están acostumbrados.
Caminan envueltos en la contaminación y en el ruido de la Gran Vía  madrileña. De pronto, el yoghi sujeta por el brazo a su amigo y le dice: “escucha, canta un pájaro”. El “yupi” se vuelve y le contesta molesto: “No digas tonterías. Con este ruido es imposible oír cantar a un pájaro. Y no te detengas que vamos a llegar tarde:”
Al poco, el yoghi deja caer una moneda. El “yupi” se detiene y le dice: “Espera, algo ha sonado”. Allí estaba la moneda sobre la acera.
El yoghi sonríe maliciosamente: “Tus oídos son muy finos para captar el sonido metálico del dinero: Oímos lo que desea nuestro corazón.”.
¿Qué es un Profeta
 En la Biblia el verdadero profeta es el que es capaz de ver, porque escucha la voz divina y luego tiene la valentía de decirlo alto y claro. Es un elegido. Nadie se hace profeta por su cuenta. Jeremías es un paradigma de ser elegido para una  misión profética que le hace temblar: “Antes de formarte en el seno materno, te conocí; antes de que salieras del seno te consagré, te constituí profeta de las naciones.
Yo dije: ¡Ah, Señor. Mira que no sé hablar, pues soy un niño!
Y el Señor me respondió: No digas: “Soy un niño” porque irás donde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene.”(Jer.1,5-7)
Dentro de un mundo que no percibe a Dios porque sólo escucha las voces de “La cultura hedonística, el materialismo ávido de poseer y las concepciones de libertad que prescinden de la verdad y de la norma moral” (Juan Pablo II), han de emerger profetas  “para arrancar y arrasar, para destruir y derribar, para edificar y plantar” (Jer. 1,10)
Los revolucionarios de mayo del 68 vociferaban pidiendo la imaginación al poder. Con mucha más razón, debemos pedir profetas con imaginación. La necesitarán, y mucha, para arrancar al mundo de sus instalaciones, corrupciones, tergiversaciones históricas, como la última novela del furioso antieclesial  Javier Pérez Reverte y la manipulada e indignante exposición del dos de Mayo del pintor Goya en el Museo del Prado  Mucha imaginación y la “fuerza y energía” que da el Señor (Salmo 117) para ayudar a descubrir nuevas formas de ver las cosas, de entenderlas y de hacerlas.
La Virgen María, Madre y Profeta
No es frecuente, por no decir casi nunca, se llama a La Virgen María con este calificativo de profeta. Sin embargo, nadie como Ella escuchó a Dios, nadie como Ella acogió la Palabra Eterna en su Seno y en su Corazón, nadie como Ella la anunció. El exegeta López Melús en su libro “María, la verdadera discípula” escribe: “Este cántico ( el Magnificat) es el espejo del alma de María. En ese poema logra su culminación la espiritualidad de los pobres de Yahwé y el profetismo de la Antigua Alianza. Es el cántico que anuncia el nuevo Evangelio de Jesucristo, es el preludio del sermón de la montaña.”
El Evangelio de Lucas nos presenta a Isabel y a María como las dos primeras profetas del Nuevo Testamento. No las llama profetisas, pero hace algo más al presentar sus cánticos inspirados. Ven a Dios y expresan para todos los tiempos los caminos de Dios. En estas sublimes palabras se palpa el misterio y la gloria de Dios, su santidad infinita y el eterno amor que, como don inefable, entra en la historia de la humanidad.
Dios nos habla a través de María
Así titula su libro sobre las apariciones marianas, el mariólogo Stefano de Fiores. María. La  “Sierva del Señor” es persona adecuada para la comunicación de los valores divinos. Y a los reticentes que pregunten “¿por qué María?”, responde con el gran teólogo Urs von Balthasar:”El que se sorprende de este modo no ha comprendido quién es realmente María. Ella es el prototipo de la Iglesia. La Iglesia en su forma más pura, la Iglesia como debería ser…Ella es, podría decirse, una persona universal…como Sierva del Señor que se puede prestar a todo. Ella está ahora también a disposición de su Hijo, para mostrar a los cristianos lo que es la Iglesia en realidad…Todo en ella es Gracia; ¿por qué debería dudar en presentar al mundo este milagro de Dios, hacer admirar no ya a Ella misma sino manifestar el poder de Dios y de su propio Hijo?
Otro gran mariólogo, R. Laurentin, en su introducción  a su Diccionario de las  apariciones de la Virgen María (año 2007), presenta junto a una afirmación, un interrogante:
“María, aparece, pues, por así decir, en esta frontera del tiempo y de la eternidad de Dios y de los hombres, como una mediación materna, porque esta mujer humilde ha dado a luz a Dios para que, a su vez, ellos nacieran a la vida divina. ¿Este es el motivo por el que sus apariciones son tan frecuentes?” 
Fiores se suma a este interrogante ante las intervenciones marianas del Siglo XX: “¿Por qué siempre María? ¿No hay otros santos?”
“A estos interrogantes –dice- la teología no responde atrincherándose en la ’impenetrable política del cielo’.( Bossuet)” 
  1. Ensaya algunas respuestas que pueden agruparse en tres categorías:
  2. La primera se refiere a la identidad de María como la persona más adecuada para transmitir a los seres humanos la voluntad divina y para una determinada época histórica.. Y así aparece como la más Perfecta Discípula de Jesús Profeta.
  3. La segunda presenta un carácter eclesiológico, porque en María emerge de modo prototípico lo que Dios unitrino espera de su Iglesia. (Dios no quiere hacer todo sólo, sino que elige colaboradores).
  4. La tercera, por fin, remite a las necesidades de los tiempos, a la que María  responde revelando el rostro materno de Dios.
Conclusión.
La Vida Consagrada en su relación filial con María encuentra el camino privilegiado para ser fiel a la vocación profética que le es propia y encuentra también una ayuda eficacísima para avanzar en ella y vivirla con plenitud
Oigo el susurro de este cantarillo que dice: Gracias porque me has llenado con un agua tan fresca, tan transparente y tan sabrosa que no se cansarán de beber los sedientos. Los que con parresía (valentía)  quieren  responder a la participación en la actividad profética que necesita el mundo de hoy. 

Buen día Espíritu Santo

¡Buen día, Espíritu Santo!
Dispuesto a vivir Contigo
mis labios dicen lo que mi corazón más desea:
¡Ven a sorprenderme con Tu presencia!
Sí, ¡Ven, Espíritu Santo!
Tu eres la sorpresa del Padre,
promesa en los labios del Hijo,
realidad, don y tesoro en mi corazón.
¡Ven a incendiar mis frialdades!
¡Ven a saciar la sed de amor, de abrazo, de consuelo!
Ven a vendar corazones,
alentar en el abatimiento
levantar en la fragilidad!
Espero por Ti,
Aguardo en Ti,
Confío en Ti.


RESONAR DE LA PALABRA


Lectura del evangelio según san Juan (10,22-30):
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: «¿Hasta cuando nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.»Jesús les respondió: «Lo he dicho, y no creen; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero ustedes no creen, porque no son ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
COMENTARIO
Queridos hermanos:

A estas alturas del capítulo 10 el monólogo explicativo de Jesús se convierte en diálogo. Y en un diálogo polémico o controversia. Termina en punta: “de nuevo tomaron piedras los judíos para apedrearlo (10,31). La ubicación de la nueva escena es la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno, en el mes de diciembre. La fiesta hace memoria de la nueva consagración del templo tras la profanación de Antíoco IV Epífanes. Es la fiesta de las luces. La controversia entre Jesús y los judíos es, en realidad, la expresión de los miedos y las resistencias a la hora de creer. El querer creer es la apertura imprescindible para poder entender y acoger la revelación de Jesús.

En la mediación de este pasaje, sin embargo, podemos centrarnos sobre todo en las promesas de Jesús. Nos da la certidumbre de estar en sus manos; la certidumbre de que nada nos puede arrebatar de las manos del Padre.

Contemplar esta promesa del Jesús que nos da la vida eterna, que nos conoce y nos ama, es una fuente de certeza en medio de las dificultades y de las adversidades. Nos da serenidad y confianza. Nuestras vidas están en manos del Padre.

En la escucha de la Palabra de Dios sabemos que la comprensión de las palabras humanas es la forma de perforarlas para llegar al encuentro con la Palabra viva de Dios: ¿Quién eres tú para mí? ¿Cómo me hace sentir el saberme en tus manos con todo este mundo al que pertenezco? El lector del texto bíblico es siempre su “intérprete”.

Bonifacio Fernández,cmf

lunes, 27 de abril de 2015

11 CONSEJOS PARA RECUPERAR LA PAZ DESPUÉS DE HABER PECADO

En el libro “La paz interior” Jacques Philippe, de manera muy breve, con un lenguaje sencillo y lleno de enseñanzas habla sobre importancia de cultivar la paz espiritual en la vida cristiana. La obra repasa todas aquellas acciones y situaciones, propias o ajenas, que nos hacen perder la paz interior; por ejemplo, cuando perdemos la paz porque no aceptamos nuestro pasado, porque no nos gusta cómo somos o cómo son los demás, etc. Ofrece además reflexiones y consejos prácticos para mantener esa paz en cada una de las situaciones tratadas.

Entre esos consejos, parecieron particularmente sugerentes y útiles los que enfrentaban el problema de la pérdida de la paz espiritual a partir de nuestros propios pecados. ¿A quién no le ha ocurrido? Cuando pecamos nos sentimos culpables por nuestras acciones y eso es algo muy sano; sin embargo, no es infrecuente que ese sentimiento de culpa degenere y nos lleve a experimentar remordimientos y angustias que poco o nada tienen que ver con el Dios misericordioso en el que creemos. Por esta razón, repasamos con ustedes 11 de los varios consejos que el libro ofrece para enfrentarnos como Dios manda a nuestros propios pecados.

Los textos debajo de cada imagen son extractos breves de la obra.

1
 
Buscar la paz interior y rechazar la angustia complace al Señor
SnapwireSnaps / Pixabay

¿Qué es lo que más agrada a Dios? ¿Cuando después de una caída nos descorazonamos y atormentamos, o cuando reaccionamos diciendo: «Señor, te pido perdón, he pecado otra vez, ¡mira lo que soy capaz de hacer por mí mismo! Pero me abandono confiadamente en tu misericordia y en tu perdón y te doy gracias por no haberme permitido pecar aún más gravemente. Me abandono en ti con confianza porque sé que, un día, me curarás por fin. Mientras tanto, te pido que la experiencia de mi miseria me haga más humilde, más dulce con los otros, más consciente de que no puedo nada por mí mismo, sino que todo lo tengo que esperar solamente de tu amor y tu misericordia.

2
 
Nuestros pecados son un mal pretexto para alejarnos de Cristo
Jenny Ondioline / Flickr

¿Dónde encontraremos la curación de nuestras faltas sino junto a Jesús? Nuestros pecados son un mal pretexto para alejarnos de Él, pues cuanto más pecadores somos, más necesitamos acercarnos al que dice: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos... No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mt 9, 12-13).

3
 
Si me dejo tocar por el amor de Dios, mis faltas pueden convertirse en un manantial de misericordia con los demás
Brittany Randolph / Flickr

Nuestras faltas pueden convertirse en un manantial de ternura y misericordia para con el prójimo. Yo, que caigo tan fácilmente ¿puedo permitirme juzgar a mi hermano? ¿Cómo no ser misericordioso con él como el Señor lo ha sido conmigo?

4
 
La ansiedad y el desaliento que sentimos después de nuestras faltas raramente son sentimientos puros
Kirstie / Flickr

La angustia, la tristeza y el desaliento que sentimos después de nuestras faltas y fracasos raramente son puros y no suelen deberse al simple dolor de haber ofendido a Dios: en ello se mezcla una buena parte de orgullo. Nos sentimos tristes y desalentados, no tanto por haber ofendido a Dios, sino porque la imagen ideal que teníamos de nosotros mismos se ha visto brutalmente destruida. ¡Frecuentemente nuestro dolor es el del orgullo herido! Este dolor excesivo es justamente la prueba de que confiábamos en nosotros mismos y en nuestras fuerzas, y no en Dios.

5
 
Dios es capaz de sacar frutos hasta de nuestras faltas
Amnestic_Arts / Flickr

La razón por la que la tristeza y el desaliento no son buenos radica en que no debemos tomar trágicamente nuestras propias faltas, pues Dios es capaz de sacar un bien de ellas. Santa Teresa de Lisieux gustaba mucho de esta frase de San Juan de la Cruz: «El Amor sabe sacar provecho de todo, del bien como del mal que encuentra en mí, y transformar en Él todas las cosas». Nuestra confianza en Dios debe llegar hasta ahí: hasta creer que Él es lo bastante bueno y poderoso como para sacar provecho de todo, incluidas nuestras faltas y nuestras infidelidades. Cuando San Agustín cita la frase de San Pablo: «Todo coopera al bien de los que aman a Dios», añade "Etiam peccata": ¡incluso el pecado! Por supuesto, hemos de luchar enérgicamente contra el pecado y batallar por corregir nuestras imperfecciones. Nada enfría tanto el amor como la resignación ante cierta mediocridad, una resignación que es, además, una falta de confianza en Dios y de su capacidad de santificarnos.

6
 
Evitar la ilusión de querer presentarnos ante el Señor sólo cuando estamos limpios y bellos
captblack76 / Dollar Photo Club

En esta actitud hay mucho de presunción. A fin de cuentas, nos gustaría no necesitar de su misericordia. Sin embargo, ¿qué clase de naturaleza es la de esa pseudo-santidad a la que aspiramos, a veces inconscientemente, que nos haría prescindir de Dios? Por el contrario, la verdadera santidad consiste en reconocer siempre que dependemos exclusivamente de su misericordia.

7
 
Estar atentos a las armas del demonio: el desaliento
Ross Pollack / Flickr

Hemos de saber que una de las armas que el demonio suele emplear para impedir el camino de las almas hacia Dios consiste precisamente en hacerles perder la paz y llegar a desalentarlas a la vista de sus faltas. Si los sentimientos que experimentamos después del pecado "nos causan angustia, si hacen decaer nuestro ánimo, y si nos vuelven perezosos, tímidos o lentos en el cumplimiento de nuestros deberes, hemos de creer que son sugerencias del enemigo y debemos seguir haciendo las cosas del modo habitual, sin dignarnos a escucharlas" (Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli, cap. 25)

8
 
Después de la confesión no sigas preguntándote si Dios te ha perdonado
EladeManu / Flickr

Eso significa querer preocuparos en vano y perder el tiempo; y en este procedimiento hay mucho orgullo e ilusión diabólica, que, a través de estas inquietudes del alma, trata de perjudicaros y atormentaros. Así, abandonaos en su misericordia divina y continuad vuestras prácticas con la misma tranquilidad del que no ha cometido falta alguna. Incluso si habéis ofendido a Dios varias veces en un solo día, no perdáis jamás la confianza en Él.

9
 
Un alma en paz coopera mejor con el auxilio de Dios
Lev Glick / Flickr
No conseguiremos liberarnos del pecado con nuestras propias fuerzas, eso solamente lo conseguirá la gracia de Dios. En lugar de rebelarnos contra nosotros mismos, será más eficaz que nos encontremos en paz para dejar actuar a Dios.

10
 
Los humildes no se espantan de sus pecados
babymellowdee / Flickr

"Existe la ilusión, muy común, de atribuir a un sentimiento de virtud el temor y la turbación que se siente después del pecado. Aunque la inquietud que sigue al pecado vaya siempre acompañada de cierto dolor, procede, sin embargo, de un fondo de orgullo, de una secreta presunción causada por una excesiva confianza en las propias fuerzas. Así, cuando la persona que se cree asentada en la virtud y desprecia las tentaciones llega a reconocer —por la triste experiencia de sus caídas— que es tan frágil y pecadora como las demás, se asombra ante un hecho que no debía haber sucedido y, privada del débil apoyo con el que contaba, se deja invadir por el disgusto y la desesperanza. Esta desdicha no sucede nunca en el caso de los humildes, que no presumen de ellos mismos, y solamente se apoyan en Dios, porque cuando caen, no se sorprenden ni se turban, pues la luz de la verdad que los ilumina les hace ver que su caída es un efecto de su debilidad y su inconstancia" (Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli, cap. 4 y 5)

11
 
El color del verdadero arrepentimiento
Philippe Put / Flickr

Necesitamos saber distinguir el auténtico arrepentimiento, el verdadero deseo de corregirnos - que siempre es tranquilo, apacible y confiado-, del falso arrepentimiento, de sus remordimientos que nos conturban, nos desaniman y nos paralizan. ¡No todos los reproches que proceden de nuestra conciencia están inspirados por el Espíritu Santo! Algunos provienen de nuestro orgullo o del demonio, y tenemos que aprender a discernirlos. Y la paz es un criterio esencial en el discernimiento del espíritu. Los sentimientos que inspira el Espíritu de Dios pueden ser poderosos y profundos, pero no por ello menos sosegados.

Sólo puedo recibir a Jesús en mí si recibo al pobre que hay en mi interior

Fue una carta del psicoanalista Carl Jung, discípulo de Freud,
lo que me ayudó en aquella época a comprender algo importante.
Jung escribía a una de sus corresponsales cristianas estas palabras que cito de memoria:
«Admiro a los cristianos porque en quien tiene hambre o sed veis a Jesús. Cuando acogéis a un extraño, a alguien diferente, acogéis a Jesús. Cuando vestís a alguien que está desnudo, vestís a Jesús. Lo considero muy hermoso, pero lo que no comprendo es cómo nunca veis a Jesús en vuestra propia pobreza. Queréis hacer siempre el bien al pobre que está en el exterior y, al mismo tiempo, negáis al pobre que está en vuestro interior. ¿Por qué no podéis ver a Jesús en vuestra propia pobreza, en vuestra hambre y vuestra sed?; ¿no veis que también hay un enfermo en vuestro interior, que también vosotros estáis encerrados en una cárcel de miedos, que en vosotros hay cosas extrañas: violencia, angustia, cosas que no controláis y que son ajenas a vuestra voluntad? En vuestro interior hay un extraño, y hay que acoger a ese extraño, no rechazarlo, no negar su existencia, sino saber que está ahí, y acoger y ver a Jesús en él».

Este texto me ha ayudado mucho.
Es verdad: sólo puedo recibir a Jesús en mí si recibo al pobre que hay en mi interior.
Y, a partir de esto, pude descubrir una verdad muy sencilla:
sólo puedo acoger verdaderamente la heridas de Innocente, Éric y Luisito,
si acojo mis propias heridas.
¿Puedo sentir verdadera compasión por ellos
si no siento compasión por mí mismo?
Si niego mis propias heridas, negaré las heridas de los demás y los apartaré de mi camino para que no me obliguen a pensar en ellas.
Por lo tanto, el misterio del pobre es que revela a la vez el pozo de ternura
y todo lo endurecido de nuestro corazón, todas nuestras heridas.
Y el gran secreto que Jesús nos revela es que está presente en nuestras heridas,
en el pobre que hay en cada uno de nosotros y que hay que acoger
como queremos acoger a Innocente, Luisito, Claudia...
Y éste es el significado profundo del encuentro de Jesús con la samaritana: «En eso has dicho la verdad». Para ser hombres y mujeres fecundos,
tenemos que vivir en la verdad,
tenemos que encontrar la unidad en nuestro interior.
No debemos negar nuestras heridas, sino acogerlas,
y descubrir que Dios está presente en ellas.

Vanier, Jean, La fuente de las lágrimas,
Ed. Sal Terrae, Santander, 2004, p. 93.

ANIMADOS POR EL ESPÍRITU


-Es necesario estar abiertos para recibir la fuerza de lo Alto-

No es preciso mucho para que un cristiano se vuelva el sujeto más frágil del mundo y desista delante de cualquier obstáculo. Necesitamos estar abiertos para recibir la fuerza de lo Alto. ¿Cómo vamos a fortalecer poderosamente nuestro hombre interior si nos llenamos con los “frutos” presentados por el mundo? Somos llamados a cosas más grandes. Si tenemos un proyectito pequeñito para nuestra pobre vida, estamos en el lugar errado. Supliquemos al Espíritu Santo, pues Pentecostés es para aquellos que quieren ser llenos del Espíritu de Dios.

Si queremos ser del Paráclito tenemos que ser animados por Él.
Si Él nos defiende de las tres grandes acusaciones (del mundo, del pecado y de lo sucio), si el salario del pecado es la muerte, si todos los pecadores están privados de la gloria de Dios, si lo sucio es lo que nos acusa, ¿de qué lado estamos? Si queremos ser llenos del Espíritu Santo, tenemos que vaciarnos de las cosas sucias y cambiar de lado. ¿Estamos del lado de quien defiende (Espíritu Santo) o del lado de quien acusa?

Lo sucio tiene siempre dos instrumentos guardados: una lista de todos nuestros pecados no confesados y una lupa. Si nos reunimos, en nombre de Jesús, el Señor estará presente, pero si nos reunimos para acusar a alguien, ¿quién estará en el medio de nuestra actitud y lo sucio, con su lista de limitaciones y su lupa, a fin de aumentar las acusaciones y disminuir lo acusado? Quien nos acusa ve nuestros errores ampliados y nosotros, por el contrario, los vemos bien pequeños.

Para ser llenos del Espíritu Santo debemos desligarnos de lo sucio y tirar afuera su lista. Somos pecadores, frágiles, pero tenemos un mediador, alguien que murió para que no sufriésemos las consecuencias de nuestro pecado. Ese alguien tiene nombre y, delante de Él, todas las rodillas se doblan en la tierra, en el cielo, en el infierno, y toda lengua proclama que Jesucristo es el Señor. Es preciso tener coraje para apartarnos de todo aquello que no es de Dios.

“Todos estos son murmuradores y descontentos que viven conforme al capricho de sus pasiones: su boca está llena de petulancia y adulan a los demás por interés. En cuanto a ustedes, queridos míos, acuérdense de lo que predijeron los Apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Ellos les decían: «En los últimos tiempos habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo con sus pasiones impías». Estos son los que provocan divisiones, hombres sensuales que no poseen el Espíritu. Pero ustedes, queridos míos, edifíquense a sí mismos sobre el fundamento de su fe santísima, orando en el Espíritu Santo. Manténganse en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la Vida eterna.”
 Jd.1,16-21

Padre Leo scj
 Libro: “Renovados pelo Espirito Santo”
 Adaptación y traducción Del original en português

¡Buen día, Espíritu Santo!

¡Buen día, Espíritu Santo!
Abro la puerta de este día dándote Gracias.
Antes que mis ojos puedan ver la Luz de esta nueva jornada,
Tu Gracia y Tu Mirada ya ésta sobre mí,
Sé que tu Misericordia me visita cada día,
y me entrega, como presente que debe ser resguardado,
el Silencio Amoroso de tu Presencia.

“Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
En los que esperan en su misericordia”

Gracias!
Gracias Padre Eterno por el Don de Tu Hijo,
Éste Cristo Nuestro que has hecho para nosotros
Sabiduría, justicia, santificación y redención.

Que la lucha del día no apague mi clamor:
¡Ven!, ¡Llena!, ¡Sostiene!, ¡Santifica!
¿Qué podemos hacer juntos hoy?


RESONAR DE LA PALABRA


Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido, pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por su nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos: pero las ovejas no los escuchaorn. Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago: yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»
Palabra del Señor
COMENTARIO DE LA PALABRAQueridos amigos:

Nos acaba de contar el evangelista San Juan una parábola puesta en boca de Jesús: la parábola del “pastor y el ladrón”. Luego nos ha dado una explicación de la parábola. Ahora en el texto de hoy nos cuenta otra parábola: “el pastor y el mercenario”. La figura central es la del pastor; la contrafigura del mercenario resalta precisamente la belleza y bondad del pastor por antonomasia, Jesús es el pastor, el bueno.

Se trata de imágenes familiares en el mundo de Jesús, y en el mundo de la Biblia en general. Como es habitual en las parábolas de Jesús parten de experiencias de la vida real y cotidiana. Las acciones, las actitudes y comportamientos humanos se convierten el espero y reflejo de la acción de Dios.

Jesús explica la parábola del pastor y el mercenario, y para ello vuelve a retomar también la anterior del pastor y el ladrón. A través de esas imágenes de la vida ganadera, Jesús quiere hablarnos de otra cosa.

La palabra de hoy destaca la novedad y originalidad de Jesús como pastor. Tiene una relación personal con sus seguidores. Conoce a cada uno; los discípulos conocen su voz, de otorgan una gran autoridad, le siguen. Existe una relación de conocimiento recíproco. Existe una relación personal entre Cristo y los cristianos.

El rasgo que supera más abiertamente la imagen es precisamente el de dar la vida por lo suyos. En esa actitud y más tarde hecho fundamental Jesús es un pastor del todo original y creativo. Da la vida por mí, por cada uno.

Después de hacer un esfuerzo por comprender lo que dice el texto, la pregunta siguiente es: ¿Qué me dice a mí? ¡Señor, ¿qué quieres que haga?!


Bonifacio Fernández,cmf

domingo, 26 de abril de 2015

Te recomiendo

"Hermanos, la Renovación en el Espíritu es obra de Dios,
para un momento histórico en la vida de la Iglesia, y en nuestras vidas.
Vivimos en un tiempo difícil, que requiere almas que amen sin contar el costo,
almas valientes, decididas a ser transformadas por el fuego del Espíritu Santo
y ser instrumentos del Espíritu para transformar la faz de la tierra.

Hoy exhorto a la Renovación con las mismas palabras de Sn Pablo a Timoteo, cap 1:
"Te recomiendo que reinflames, que reavives el carisma de Dios que hay en ti, pues no nos dio el Señor un espíritu de timidez, sino de fortaleza, caridad y templanza".
Poder, celo, valentia, amor y dominio de pasiones.

Reinflamar, encender de nuevo el fuego,
dar nueva vida al fuego oculto bajo las cenizas.
No dejen apagar el fuego que el Espíritu Santo prendió en este movimiento,
y en cada uno de sus corazones. 
Para responder a este llamado de reinflamar el verdadero fuego del Espíritu Santo, debemos hacer un profundo examen de conciencia y descubrir los excesos y las escaseses que ha habido en la renovación.

Los seres humanos tendemos, con el tiempo, dejar apagar los fuegos,
acostumbrarnos a las cosas, a cansarnos.
A veces hemos apagado el fuego bajo el termino de madurez,
hemos perdido la audacia, bajo el termino de prudencia;
y hemos apagado el celo, bajo el termino de caridad.
La madurez, la prudencia y la caridad se alcanzan en perfección
viviendo la voluntad de Dios para cada uno. 

Ha veces hemos prendido fuegos falsos:

  • en el nombre de libertad del Espíritu Santo para hacer lo que queremos, dejar salir emociones...
  • "dejarnos mover por el Espíritu Santo, para no tener orden
  • "alabanza por bulla, entretenimiento, animacion
  • "de ecumenismo, comprometiendo nuestra fe.

Respondiendo al llamado que El nos ha hecho.
!Que la Renovación, viva siempre en constante renovación espiritual,
volviendo a las fuentes, al primer amor,
siendo un pueblo de alabanza,
abierto a los dones y en total dependencia a la acción transformadora del Espíritu Santo!

Madre Adela Galindo, SCTJM
extracto de prédica a Líderes de la Renovación Carismáica católica


¿Qué estamos necesitando?

¿Que necesidad, primera y ultima, advertimos para esta nuestra Iglesia bendita y querida?
¿Que necesita realmente?
Lo debemos decir, temblorosos y en oración,
porque es su misterio, es su vida:
es el Espíritu Santo, animador y santificador de la Iglesia,
su aliento divino, el viento de sus velas,
su principio unificador, su fuente interior de luz y de energía,
su apoyo y su consolador, su manantial de carisma y de cantos,
su paz y su gozo, su prenda y preludio de vida bienaventurada y eterna.
La Iglesia tiene necesidad de un perenne Pentecostés:
necesita
fuego en el corazón,
palabra en los labios,
profecía en la mirada.

La Iglesia necesita ser templo del Espíritu Santo,
es decir, de total limpieza y de vida interior"
"La Iglesia y el mundo necesitan mas que nunca que el "prodigio de Pentecostés se prolongue en la historia" 

Pablo VI


LA PUERTA MAS ABIERTA