¿Deprimido por Navidad? ¡Parece contradictorio!, sin embargo he observado que en estos días del año, entre celebraciones, regalos,…, algunas personas experimentan un estado de abatimiento o tristeza, una realidad que puede agudizarse en el contexto de la crisis que padecemos.
Las razones son diversas. Por una parte, la "felicidad" que pregonan los carteles publicitarios tiene precio: sólo está al alcance de quienes disponen de suficientes ingresos para darse un atracón de compras. Nos condicionan, igual que a los perros de Pavlov, para que hagamos de la Navidad un festín de consumismo y derroche. Ese es el ideal de "felicidad" que intentan inocular en nuestras pobres almas.
Por supuesto, la otra cara de la moneda es que si nuestro bolsillo no dispone de excedentes suficientes para gastos superfluos, si estamos sin trabajo, o en una situación de precariedad económica, estamos condenados, siempre según los carteles publicitarios, a pasar unas navidades tristes.
Ese es el contra-mensaje de la publicidad. Esa es la no-felicidad que nos quieren imponer.
Pero no sólo es una cuestión de economía, es en este tiempo cuando más echamos en falta a familiares y amigos que quizás ya no están con nosotros, o viven lejos, lo que hace aflorar el sentimiento de la soledad.
Otros en cambio tienen recuerdos o heridas emocionales de navidades pasadas, experiencias traumáticas de la niñez, decepciones,…o están resentidos con otras personas, o por situaciones difíciles de la vida.
Algunos hacen un balance, con saldo negativo, de los resultados del año vivido; o en plena Navidad se encuentran inmersos en situaciones de angustia por enfermedades, problemas económicos, deudas, etc.
¡Pues bien! Sea cual sea nuestra situación,… ¡cambiemos el“chip”! No estamos destinados a vivir esta fiesta en un estado depresivo, ¡no, señor!... plantemos cara a las dificultades, con una actitud nueva, con autoestima, dignidad y esperanza.
¿Quieres convertir tu Navidad en una oportunidad y vencer la depresión navideña?
He reunido aquí una pequeña lista de 10 cosas que podemos hacer para lograrlo:
1. No te dejes envolver por el ambiente de consumismo y los excesos de estos días: Convéncete, ¡eso no es Navidad! Si tienes que hacer algún presente, opta por los regalos alternativos, mejor si los haces tú mismo. En este enlace encontrarás algunas ideas: Recuperar la auténtica Navidad
2. Haz una lista de agradecimiento: Anota todas las personas que te han ayudado en el camino del año, y, por supuesto, agradece a Dios las bendiciones recibidas
3. Participa en alguna actividad solidaria, ya sea en tu comunidad, o parroquia: visitar enfermos, campañas de recogida y distribución de alimentos, etc. Darse a los demás es bendición y vida para nosotros mismos.
4. Perdona las ofensas recibidas: ¡Libérate del veneno de los resentimientos! Piensa en quienes te han herido, y, con la ayuda de Dios, perdónalos. El perdón es siempre sanación y liberación.
5. Ora: La oración es fuente de paz, fortaleza y consuelo. Para empezar puedes leer un salmo antes de acostarte y al levantarte. Habla con Jesús, entrégale tus cargas y preocupaciones, pídele por tus necesidades,…
6. Pon el belén y el arbolito en casa: Aunque la situación económica o familiar sea difícil, no dejes de poner en casa los adornos propios de Navidad: el arbolito, el belén,… Sí, claro que vale la pena.
7. Celebra con la familia y los amigos: Aprovecha estos días para encontrarte con tus familiares y amigos. Ellos también te necesitan. No te aísles con la excusa de que estas pasando una mala racha.
8. Evita escuchar discursos pesimistas y no te afilies al"club de las lamentaciones": “el año que viene será peor”, “no hay nada que hacer”, “a donde vamos a parar”,… ¡hombre, ya está bien!
9. Mantente activo: Decían los antiguos que la ociosidad es enemiga del alma,… ¡hay tantas cosas por hacer!,… Colaborar en casa, alguna actividad interesante acorde a tus talentos,… ¡Venga, a levantarse del sillón!
10. Si eres católico, te invito a acudir a los sacramentos: una buena confesión en Navidad, la Eucaristía,…son siempre un encuentro con la gracia de Dios que te sana, te restaura y te llena de alegría y paz verdadera.
Fuente: El Blog de Marcelo, catequista