jueves, 30 de septiembre de 2021

LA LUZ DE LA FE


«La luz de la fe nos permite reconocer cuánto es infinita la misericordia de Dios, la gracia que obra por nuestro bien. Pero la misma luz nos hace también ver la responsabilidad que se nos ha encomendado para colaborar con Dios en su obra de salvación. La fuerza de la gracia tiene que combinarse con nuestras obras de misericordia, que somos llamados a vivir para testimoniar qué grande es el amor de Dios. Vamos adelante con esta confianza: todos hemos sido justificados, somos justos en Cristo. Debemos implementar esta justicia con nuestras obras»


Francisco

Audiencia General

29-09-2021 






COMPRENDIENDO LA PALABRA 300921


“Yo los envío como a ovejas en medio de lobos”

Cuando Jesús mandó a los discípulos ir a su mies, que había sido bien sembrada por el Verbo del Padre, pero que necesitaba ser trabajada, cultivada, cuidada con solicitud para que los pájaros no saquearan la simiente, les dijo: «Mirad que os mando como corderos en medio de lobos»... El Buen Pastor no podía temer a los lobos para su rebaño; sus discípulos no fueron enviados para ser una presa, sino para difundir la gracia. La solicitud del Buen Pastor hace que los lobos no puedan emprender nada contra los corderos que envía; les envía para que se cumpla la profecía de Isaías: «Llegará el día en que lobos y corderos pacerán juntos» (Is 65,25)... Por otra parte ¿no han sido enviados los discípulos con la orden de no llevar ni tan siquiera un bastón en la mano?...

Lo que el humilde Señor les ha mandado, sus discípulo los cumplen por la práctica de la humildad. Porque les envía a sembrar la fe no por obligación sino por la enseñanza; no haciendo servir la fuerza de su poder, sino exaltando la doctrina de la humildad. Y juzgó necesario unir la paciencia a la humildad, y de ahí el testimonio de Pedro en favor de Cristo: «Cuando lo insultaban no devolvía el insulto; cuando lo golpeaban, no devolvía los golpes» (1P 2,23).

Todo eso quiere decir: «Sed mis imitadores: abandonad el gusto por la venganza, a los golpes arrogantes responded devolviendo el mal a través de una paciencia que perdona. Que nadie imite por su propia cuenta lo que reprende de otro; la suavidad es la mejor respuesta a los insolentes».


San Ambrosio (c. 340-397)
obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Lucas, 7, 45.49

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-12


Evangelio según San Lucas 10,1-12
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.

Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."

Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:

'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.

Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos,

“¡¡¡En marcha!!!”. Así traduce la Biblia que tengo delante las palabras con que Jesús incita a los suyos para que se dispersen en misión. Las palabras de Jesús discurren entre las dificultades (“Como corderos en medio de lobos”) y la esperanza (“El Reino de Dios está llegando”).

El estilo misionero de Jesús tiene sus luces, que nada tienen que ver con las fuerzas mundanas. Primero, la pobreza: “No llevéis bolsa ni alforjas”. Luego viene el compartir: unos llevan el mensaje, otros ofrecen morada y pan. Y el mensaje es la paz; la paz que evoca todos los bienes, desde la bondad de Dios hasta la justicia entre los hombres. No podía faltar lo que Jesús hizo toda su vida: curar, sanar, consolar.

Al enviado siempre le persigue el riesgo del rechazo a su persona y a su mensaje. Qué le vamos a hacer. Somos enviados por él. Él sabrá, y en sus manos nos ponemos. Y nos quedamos pacificados.

Este es nuestro destino. Jesús nos llama, el Espíritu nos unge y el Padre nos quiere. Somos misioneros. El Señor quiere hacer a través de nosotros. Entonces tenía a los setenta y dos discípulos; a lo largo de la historia y hoy tiene a muchos que quieren responder a su llamada.

El Reino ya está entre nosotros. Nosotros no lo hacemos, lo anunciamos y trabajamos en su construcción. Esta seguridad de la presencia del Reino nos colma de esperanza y de entusiasmo, a pesar de tantas señales del antirreino.

Y nos gozamos en nuestro anuncio: “Decid primero Paz a esta casa”. En un mundo de rencores, de violencia, de desamor, los cristianos ponemos paz, reconciliación, perdón. Nada menos.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

miércoles, 29 de septiembre de 2021

COLABORAR CON DIOS

 

«La luz de la fe nos permite reconocer cuánto es infinita la misericordia de Dios, la gracia que obra por nuestro bien. Pero la misma luz nos hace también ver la responsabilidad que se nos ha encomendado para colaborar con Dios en su obra de salvación. La fuerza de la gracia tiene que combinarse con nuestras obras de misericordia, que somos llamados a vivir para testimoniar qué grande es el amor de Dios. Vamos adelante con esta confianza: todos hemos sido justificados, somos justos en Cristo. Debemos implementar esta justicia con nuestras obras»
«Hoy celebramos la fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Cada uno de ellos realizó una misión especial en la historia de la salvación. Invoquemos su protección, para que también nosotros, con ayuda de la gracia divina, podamos cumplir la misión que el Señor nos encomienda y seamos testigos de su misericordia a través de nuestras obras y con toda nuestra vida»


Francisco

Audiencia General

29-09-2021 





 

COMPRENDIENDO LA PALABRA 290921


“Bendecid al Señor, ángeles suyos, ...atentos a sus palabras.” (Sal 102,20)

Que hay ángeles lo atestan muchas páginas de la Escritura... Pero hay que saber que el nombre de «ángel» designa la función, no el ser del que lo lleva: su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles. Por esto, a la Virgen María no le fue enviado un ángel cualquiera, sino el arcángel Gabriel, ya que un mensaje de tal trascendencia requería que fuese transmitido por un ángel de la máxima categoría...

Por esto, cuando se trata de alguna misión que requiere un poderespecial, es enviado Miguel, dando a entender por su actuación y por su nombre que significa: «¿Quién como Dios?» que nadie puede hacer lo que sólo Dios puede hacer. De ahí que el antiguo enemigo, que por su soberbia pretendió igualarse a Dios, diciendo: «Escalaré los cielos, por encima de los astros divinos levantaré mi trono, me igualaré al Altísimo» (Is 14,13) en Apocalipsis nos es mostrado luchando contra el arcángel Miguel y que al final de los tiempos será desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio: «Se trabó una batalla: Miguel y sus ángeles lucharán contra el Dragón, Y también el Dragón combatirá con sus ángeles, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.»(Ap 12,7-8).

A la Virgen María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa «Fortaleza de Dios», porque venía a anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde, había de reducir a los Principados y Potestades. Era, pues, natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que es «el Señor de los ejércitos y héroe en las batallas» (Sl 23,8). En cuanto a Rafael, su nombre significa «Medicina de Dios». Este nombre le viene del hecho de haber curado a Tobías, cuando, tocándole los ojos con sus manos, lo libró de las tinieblas de la ceguera. Si, pues, ha sido enviado a curar, con razón es llamado «Medicina de Dios».



San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el evangelio, 34, 8-9

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 1,47-51


Evangelio según San Juan 1,47-51
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".

"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".

Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".

Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".

Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos,

Lo de los ángeles está muy de moda actualmente. Forman parte de esa religiosidad difusa, de esa espiritualidad que se expande por nuestro mundo invitando a las personas a vivir todo desde su interioridad y que cree en una especie de energía que invade el universo y con la que nos conectamos cuando hacemos silencio. Es como recargar el depósito del coche. Después de eso, vamos por la vida sintiendo aquí y allá esa fuerza positiva que nos anima a seguir haciendo lo mismo que hacíamos y a asumir lo negativo de nuestras vidas.

Pero esa espiritualidad tiene poco que ver con el Evangelio. El Evangelio no va de energías ni de lucecitas en la oscuridad. No va de imágenes acarameladas de angelitos en tonos pastel. Va de un hombre que salió a los caminos y se enfrentó a las autoridades de su tiempo. Va de un hombre que tomó la vida por los cuernos, que fue sincero consigo mismo, que no temió al qué dirán, que arriesgo por todo por aquello que para él era el centro de su vida: su profunda experiencia de Dios y su Reino.

El Dios de Jesús no tenía ningún parecido con una aspirina que calma nuestros dolores. Ni siquiera su objetivo era darnos la paz. El Reino es de los arriesgados, dijo. Y el Abbá de Jesús es el Dios liberador de todas las opresiones. Su voluntad es transformar este mundo para que todos sus hijos e hijas puedan vivir en libertad y justicia. Por eso Jesús entregó su vida. Por eso nos invita a nosotros a entregarla.

Los ángeles no son lucecitas ni energías positivas. Los ángeles no son comparsas inmóviles de la corte celestial –¡como si a Dios le hiciese falta una corte de aduladores!–. Los ángeles son una forma de hablar de la voluntad de Dios que no se queda en el cielo sino que baja a la tierra. Porque Dios no habita en esa nube difusa de espiritualidad y paz interior sino en el barro de esta tierra, en sus luchas y en sus compromisos por extender la fraternidad y el reino. Ahí podemos comenzar a hablar de los ángeles.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 28 de septiembre de 2021

EL DIABLO DIVIDE

 

«Pero es necesario también velar sobre la cerrazón en la Iglesia. Porque el diablo, que es el divisor – esto significa la palabra “diablo”, que hace la división – siempre insinúa sospechas para dividir y excluir a la gente. Tienta con astucia, y puede suceder como a esos discípulos, ¡que llegan a excluir incluso a quien había expulsado al mismo diablo! A veces también nosotros, en vez de ser comunidad humilde y abierta, podemos dar la impresión de ser “los primeros de la clase” y tener a los otros a distancia; en vez de tratar de caminar con todos, podemos exhibir nuestro “carné de creyentes”: “yo soy creyente”, “yo soy católico”, “yo soy católica”, “yo pertenezco a esta asociación, a la otra…”; y los otros pobrecitos no. Esto es un pecado. Pidamos la gracia de superar la tentación de juzgar y de catalogar, y que Dios nos preserve de la mentalidad del “nido”, la de custodiarnos celosamente en el pequeño grupo de quien se considera bueno. Cerrados. Todo esto corre el riesgo de hacer de las comunidades cristianas lugares de separación y no de comunión. El Espíritu Santo no quiere cierres; quiere apertura, comunidades acogedoras donde haya sitio para todos»


Francisco

Ángelus

26-09-2021 




COMPRENDIENDO LA PALABRA 280921


«Tomó con coraje el camino a Jerusalén»

«Cristo es el camino y la puerta «(Jn 14,6; 10,7), la escala y el vehículo como propiciatorio colocado sobre el arca y «misterio escondido en Dios desde tantos siglos»(Mt 13,35).

Quien a este propiciatorio mira, convirtiendo a él por entero el rostro, y lo mira suspendido en la cruz con sentimientos de fe, esperanza, caridad, devoción, admiración alegría, honra, alabanza y júbilo, ése celebra con Él la pascua (cf Mc 14,14) , es decir, el tránsito, de suerte que, en virtud de la vara de la cruz, pasa a través del mar Rojo entrando de Egipto en el desierto, donde le sea dado gustar el maná escondido y (cf Ex 14,16)...

Y en este tránsito, si es perfecto, es necesario que se dejen todas las operaciones intelectuales, y que el ápice del afecto se traslade todo a Dios y todo se transforme en Dios. Y esta es experiencia mística y serenísima, que nadie la conoce, sino quien la recibe, ni nadie la recibe, sino quien la desea; ni nadie la desea, sino aquel a quien el fuego del Espíritu Santo lo inflama hasta la médula. Por eso dice el Apóstol que esta mística sabiduría la reveló el Espíritu Santo (1Co 2,10).

Y si tratas de averiguar cómo sean estas cosas, pregúntalo a la gracia, pero no a la doctrina; al deseo, pero no al entendimiento; al gemido de la oración, pero no al estudio de la lección; al esposo, pero no al maestro; a la tiniebla pero no a la claridad; a Dios, pero no al hombre; no a la luz, sino al fuego, que inflama totalmente y traslada a Dios con excesivas unciones y ardentísimos afectos. Fuego que ciertamente, es Dios, y fuego» cuyo horno está en Jerusalén» (Is 31,9), y que lo encendió Cristo con el fervor de su ardentísima pasión y lo experimenta, en verdad, aquel que viene a decir «Mi alma ha deseado el suplicio y mis huesos la muerte». Aquel que ama esta muerte, puede ver a Dios, porque, sin duda alguna, son verdaderas estas palabras: «No me verá hombre alguno sin morir» (Ex 33,20).

Muramos, pues, y entremos en estas tinieblas, reduzca más a silencio los cuidados, las concupiscencias y los fantasmas de la imaginación; pasemos con Cristo crucificado «de este mundo al Padre»(cf Mc 14,14), a fin de que, manifestándose en nosotros el Padre, digamos con Felipe: «Esto nos basta» (Jn 14,8); oigamos con San Pablo: «Te basta mi gracia»(2Co 12,9); y nos alegremos con David, diciendo: "Mi carne y mi corazón desfallecen, Dios de mi corazón y herencia mía, por toda la eternidad». (Sal.72,26).


San Buenaventura (1221-1274)
franciscano, doctor de la Iglesia
Itinerario de la mente hacia Dios, cp.7

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,51-56


Evangelio según San Lucas 9,51-56
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén

y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.

Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.

Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: "Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?".

Pero él se dio vuelta y los reprendió.

Y se fueron a otro pueblo.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos,

A los discípulos les costó entender que lo de Jesús era una planteamiento revolucionario, que verdaderamente suponía pensar y sentir de una forma radicalmente nueva. Lo veíamos en el texto evangélico de ayer y lo vemos igualmente en el de hoy. Pero lo mejor (o lo peor, según se mire) es que dos mil años después seguimos sin entenderlo del todo y mucho menos vivirlo.

El caso es que los de Samaria no quisieron recibir a aquel grupo de judíos que iban camino de Jerusalén . Normal. Los samaritanos y los judíos no andaban en muchas mejores relaciones que las que tienen hoy los israelíes con los palestinos. Ante aquel rechazo, Santiago y Juan proponen una solución radical: hacer que baje fuego del cielo y termine con aquellos samaritanos para siempre. La imagen es viva y actual. Casi se puede ver a los reactores israelíes volando sobre los campos y ciudades de Gaza o Cisjordania lanzando sus misiles (fuego del cielo) y destruyendo para siempre a los palestinos.

Hemos puesto el ejemplo de israelíes y palestinos pero se podían haber puesto muchos otros. Seguimos separados por fronteras que señalamos y defendemos con ardor. Y los misiles siguen volando siempre en nombre de la defensa de nuestros altos intereses. Irak, Irán, Afganistán y tantos otros países se someten unos a otros a ese fuego del cielo que no soluciona nada y que no hace más que enconar los rencores, los odios y la división entre los pueblos.

Lo de Jesús es otra cosa. Sencillo pero revolucionario: “No sabéis de qué espíritu sois. Porque no he venido a perder a los hombres sino a salvarlos.” Es otro planteamiento tan distinto al nuestro habitual que incluso hoy nos cuesta entenderlo en la Iglesia. Y demasiadas veces nos dedicamos a condenar en lugar de perdonar y salvar y curar y acoger y hacer fraternidad.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

lunes, 27 de septiembre de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 270921


“Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mi”

“Llevarán en brazos, dice la Escritura, a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo” (Is 66 12-13). La madre atrae hacia sí a sus hijos pequeños y nosotros buscamos a nuestra madre, la Iglesia. Todo ser débil y tierno, cuya debilidad tiene necesidad de ayuda, es gracioso, atrayente, hermosos; Dios no rechaza su ayuda a un ser tan joven. Los padres dedican una ternura especial a sus pequeños…De la misma manera, el Padre de toda la creación, acoge a los que se refugian en él, los regenera por el Espíritu y los adopta como hijos; conoce cuan dulces son y a ellos solos ama, ayuda, protege; y por ello les llama sus hijos pequeños (cf Jn 13, 33)…

El Santo Espíritu, por boca de Isaías, aplica al mismo Señor el término hijo pequeño: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado…” (Is 9,5). ¿Quién es este hijo pequeño, este recién nacido, a imagen del cual somos hijos pequeños? Por el mismo profeta, el Espíritu nos describe su grandeza: “Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz” (v. 6).

¡Oh el gran Dios! ¡Oh el niño perfecto! El Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo ¿Podría no ser perfecta la instrucción que nos da este niño pequeño? Ella nos engloba a todos para guiarnos a nosotros, sus hijos pequeños. Ha extendido sus manos sobre nosotros y en ellas hemos puesto toda nuestra confianza. Es de este hijo pequeño de quien Juan Bautista da testimonio: “He aquí, dice, el cordero de Dios” (Jn 1,29). Puesto que la Escritura nombra corderos a los hijos pequeños, llama “cordero de Dios” al Verbo de Dios que se ha hecho hombre por nosotros y ha querido ser, en todo, semejante a nosotros, él, el Hijo de Dios, el hijito del Padre.



San Clemente de Alejandría (150-c. 215)
teólogo
El Pedagogo, I, 21-24

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,46-50


Evangelio según San Lucas 9,46-50
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo,

les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".

Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".

Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos

Normalmente entendemos por “poder” la capacidad para someter a las cosas, o a las personas a la propia voluntad. Para Jesús el poder es otra cosa, el poder verdadero, el auténtico... es la donación de si mismo, enteramente, a la causa del Reino de Dios. La distancia entre estas dos concepciones se da no sólo en la finalidad, sino también en el objeto de dominio. Nosotros entendemos el poder como dominación, Jesús los entiende como entrega, donación, capacidad de amar... Es algo incluso “antinatural”, siendo conscientes de que la ley que parece rige la naturaleza es la de la lucha por la vida. Una lucha sin cuartel en la que los débiles desaparecen y los fuertes, los mejor praparados, son los que salen adelante en esta carrera por la vida. Una ley que mueve también nuestras sociedades y que expresamos con el término “competitividad”. Competimos toda nuestra vida para conseguir los primeros puestos, el estar a la derecha o a la izquierda.

Esto es lo que expresan los apóstoles de Jesús en el Evangelio de hoy. Creen que por ser del grupo de los cercanos a Jesús, por haber madrugado al seguimiento “merecen” un lugar principal. Parece lógico y normal. Pero Jesús les pone delante a un niño para que vean de otra manera el problema: hacerse esclavo y servidor para ser el más importante, la acogida y la entrega a lo últimos como camino para ser “los primeros”.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA


 

domingo, 26 de septiembre de 2021

ESTAMOS PARA SERVIR



«Nuestra vida debe ser así: adorar, rezar, caminar, peregrinar, hacer penitencia. Y esto tiene una particular importancia en el continente europeo, donde la presencia de Dios se diluye —lo vemos todos los días: la presencia de Dios se diluye— por el consumismo y los “vapores” de un pensamiento único —una cosa rara pero real— fruto de la mezcla de viejas y nuevas ideologías. Y esto nos aleja de la familiaridad con el Señor, de la familiaridad con Dios. También en tal contexto, la respuesta que sana viene de la oración, del testimonio y del amor humilde. El amor humilde que sirve. Retomemos esta idea: el cristiano está para servir»

«La esperanza no decepciona nunca, la esperanza nunca va sola, sino juntos. En Budapest y en Eslovaquia nos hemos encontrado juntos con los diferentes ritos de la Iglesia católica, juntos con los hermanos de otras confesiones cristianas, juntos con los hermanos judíos, juntos con los creyentes de otras religiones, juntos con los más débiles. Este es el camino, porque el futuro será de esperanza si será juntos, no solos: esto es importante»


Francisco

Audiencia General

22-09-2021 




COMPRENDIENDO LA PALABRA


«El que os dará un vaso de agua porque sois de Cristo... no quedará sin recompensa»

Das los bienes de este mundo y recibes los bienes eternos. Das la tierra y recibes el cielo. Pero ¿a quién dar?... Escucha la Escritura que te dice cómo prestar al mismo Señor: «Quien se apiada del débil, presta al Señor» (Pr 19,17). Seguramente que Dios no tiene necesidad de ti; pero hay alguien que sí la tiene. Lo que das a uno, otro lo recibe. Porque el pobre no tiene qué devolverte; querría, pero no tiene nada; tan sólo queda en él la voluntad de orar por ti. Pero cuando un pobre ora por ti, es como si dijera a Dios: «Señor, he recibido un préstamo, sé tú mi fianza». Desde entonces, si el pobre al cual tú has prestado, es insolvente, hay un buen garante, porque Dios te dice: «Da sin miedo, yo respondo por él... Soy yo quien te lo devolverá, soy yo que lo recibo, es a mí a quien me das».

¿Crees que Dios también te dice: «Yo soy quien recibo, es a mi a quien das»? Sí, ciertamente; si Cristo es Dios no hay aquí ninguna duda porque él mismo dice: «Tuve hambre y me disteis de comer». Y como se le pregunta: «¿Cuándo es que te hemos visto hambriento?» quiere enseñarnos que él es, realmente, el garante de los pobres, que responde por todos sus miembros... y declara: «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,35s).



San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
3r sermón sobre el salmo 36

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48


Evangelio según San Marcos 9,38-43.45.47-48
Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros".

Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.

Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.

Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.

Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.

Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.

Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.

Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena,

donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

 

RESONAR DE LA PALABRA

DIBUJANDO EL ROSTRO
DE LA IGLESIA DE JESÚS

Jesús había comenzado una especie de «cursillo intensivo» para ayudar a madurar a sus discípulos y aclarar cómo ha de ser el rostro de su Comunidad. Ya meditamos el domingo pasado los primeros «temas» de ese cursillo. Hoy se presenta uno de los Zebedeos contando un «incidente» a propósito de alguien que andaba expulsando demonios en el nombre de Jesús y «se lo hemos querido impedir». ¡Ay qué pronto empezamos con prohibiciones, impedimentos y controles! ¿Y cuál es la razón para semejante «iniciativa»?

 El problema es que “no es de los nuestros”. No forma parte de nuestro grupo, dice el apóstol. Literalmente traducido: «no nos sigue a nosotros». Así que lo que les inquieta no es si “está o no con Jesús”, sino que “no está con nosotros”. Tampoco importa que “haga milagros”, “eche demonios”, “luche por la liberación de los demás”. Todo eso tiene poco valor para ellos. Lo que les importa es que “no es de nuestro equipo”, “no es de nuestro partido”, “no es de nuestra mentalidad”, “no habla nuestra lengua”, “no es de nuestro color”, “no es de nuestra clase social”, “no tiene nuestra religión”...

El grupo de los discípulos ha ocupado el lugar de Jesús, se sienten «dueños» de él. Aquel exorcista “no es de los nuestros”. El punto de referencia no es Jesús, sino “nosotros”. No importa si hace el bien, lo que importa es que “no es de los nuestros”. La comunidad apostólica aparece intolerante y sectaria, preocupada por su expansión y por el éxito del grupo. Juan personifica la actitud natural del que se preocupa de conquistar adeptos y de reforzar el propio grupo eclesial. No parece preocuparles la salud de la gente, sino su prestigio grupal. La queja del Zebedeo pone de manifiesto los celos del grupo ante el extraño, y deja entrever que la autoridad que Jesús les había concebido la han interpretado no en clave de servicio, sino como privilegio y esclusividad.

El reproche de Jesús quiere corregir la mirada de los suyos para que se fijen, no tanto en «quién» tiene esa autoridad, quién hace exorcismos, quién usa su nombre... cuanto en el servicio y el bien que se realiza con ella. Lo primero y más importante no es que crezca el pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo. Lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Lo primero no es si tiene permiso, si está bautizado, si es creyente, si practica, si su vida está conforme a las prescripciones religiosas.... sino QUE HACE EL BIEN.

Una falsa interpretación del mensaje de Jesús nos ha conducido a veces a identificar el Reino de Dios con la Iglesia. Según esta concepción, el reino de Dios se realizaría dentro de la Iglesia, y crecería y se extendería en la medida en que crece y se extiende la Iglesia. Pues no.

En su recientísimo viaje a Bratislava, decía el Papa Francisco:

La Iglesia no es una fortaleza, no es una potencia, un castillo situado en alto que mira el mundo con distancia y suficiencia, sino más bien es la comunidad que desea atraer hacia Cristo con la alegría del Evangelio. El centro de la Iglesia no es ella misma. Salgamos de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por nuestras estructuras, por cómo nos mira la sociedad… Adentrémonos en cambio en la vida real, la vida real de la gente. A las nuevas generaciones no les atrae una propuesta de fe que no les deje su libertad interior, no les atrae una Iglesia en la que sea necesario que todos piensen del mismo modo y obedezcan ciegamente.

Estas cosas nos ocurren demasiado. En la tremenda polarización desatada en este tiempo, resulta que si el partido que gobierna no es de los nuestros... no hará nada bien. Siempre miente, siempre tiene ocultas intenciones, se equivoca de objetivos, es «el enemigo" que hay que derribar como sea... ¿De verdad que «el otro» no hace nada bien? ¿De verdad que no podemos encontrar puntos de encuentro y colaboración? ¿Sólo «los míos» lo harían mejor? ¿La actividad política no consiste en buscar consensos, acuerdos, unir fuerzas...?

Y lo mismo ocurre en el ámbito religioso: si no es de nuestro grupo-movimiento-parroquia, si no es de los nuestros... mejor no arrimarse ni mezclarse. Es como si dijeran «nosotros tenemos la verdad y correcta interpretación del Evangelio». No lo dicen, pero es como si lo dijeran. Sólo nuestros curas, nuestras celebraciones, nuestros cursillos, nuestros retiros, nuestras ideas, nuestros... Recuerda uno aquello que decía Machado: «¿Tú verdad? no, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela». Cuando no queremos escuchar la opinión del otro y dialogar con él, es que no nos interesa la verdad, sino la seguridad que me proporciona «mi» verdad. El buscador y defensor de la verdad y el bien no le cierra la boca al que tiene otras ideas, ni lo convierte en enemigo, ni le prohíbe seguir pensando, investigando o expresándose, ni intenta controlar sus obras...

Y el grupo de Jesús es el que tiende puentes, el que crea comunión, el que sabe apreciar el bien venga de donde venga, el que suma fuerzas, el que se alegra de la riqueza de lo diferente, sin pretender uniformar, imponer, silenciar, excluir... «Católico» significa espíritu universal, que sabe descubrir lo valioso en los otros, siempre en búsqueda de la Verdad (1ª lectura), dialogando, porque de los otros siempre hay algo que aprender.

 Otra advertencia importante de Jesús tiene que ver con el «escándalo». En la Biblia el «escándalo» no indica un mal ejemplo o un hecho indignante, sino una «trampa», algo que hace tropezar. A Jesús lo tacharon de escándalo sus adversarios, porque sus enseñanzas les descolocaban, les hacían dudar, les perturbaban. Aquí Jesús piensa en los que obstaculizan la fidelidad a él y a su palabra, hacen caer en el pecado, apartan a alguien de la fe, no le dejan «entrar en la vida». Los “pequeños” que creen en Jesús, son los miembros más débiles de la comunidad. Y también lo que a uno mismo le hace tropezar, caer, perderse.

Con frases muy duras, propias de la cultura judía, Jesús menciona la mano, el pie, el ojo.

• La mano: simboliza la actividad, lo que hacemos. Si nuestras obras nos hacen tropezar, es conveniente cortar con ellas por lo sano, para no acabar en el basurero. El mal obrar, el actuar con intenciones perversas o equivocadas, nos lleva al tropiezo, nos separa del Reino.

• El pie hace relación al camino, pues los senderos (metas) determinan a dónde vamos, como también a quién seguimos (modelos). El «camino» es, en la cultura semita y en muchas otras, simboliza el modo de vivir. Si nuestro estilo de vida nos hace tropezar, nos aparta de los caminos de Dios... es conveniente una buena poda.

• El ojo: Varias citas del Antiguo Testamento relacionan el ojo con un estilo de vida altanero, egoísta y aferrado a las riquezas. El ojo es símbolo de la relación con los bienes materiales; un ojo bueno/sano no es avaro ni envidioso; un ojo malo/enfermo es el que codicia y retiene para sí, desea desordenadamente. Si nuestra relación con las riquezas o bienes nos hace tropezar, si existimos para acumular y no compartir, si nuestras ambiciones y deseos no son adecuados... acabaremos en el «basurero», y perderemos el Reino, que es plenitud de la vida compartida.

Es decir: “Si tu manera de actuar (mano) te pone en peligro –te hace vivir desde y para la ambición-, cámbiala. Si vas por un camino equivocado (pie), que no lleva a la entrega y al servicio, modifica el rumbo. Si tus deseos (ojo) no van en esa misma línea de amor servicial a todos, transfórmalos”.

Escandaliza todo aquel que, con su actuación, obstaculiza o hace más difícil la vida digna y humana de los demás. Aunque la advertencia va para todos, especialmente tiene que ver con los que tienen responsabilidades, por ejemplo, en este sistema económico tan injusto, con la mala gestión política y la corrupción, con malos ejemplos de vida... deshumanizadores. Hemos escuchado la advertencia del Apóstol Santiago: "Mirad el jornal de vuestros obreros... Habéis vivido con lujo sobre la tierra"... Y también, claro, los que tienen responsabilidades pastorales, educativas...

En fin. Como decía Moisés: «¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara!». ¡Ojalá que nadie del Pueblo del Señor escandalizara! ¡Ojalá que el centro de la Iglesia (y de la sociedad) fueran siempre las necesidades de los más pequeños!.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA 

sábado, 25 de septiembre de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 250921


«Los discípulos no comprendían sus palabras"

Escuchad lo que pide el Señor: "Reconoced en mí vuestro cuerpo, vuestros miembros, vísceras, huesos y sangre» (cf. Lc 24,39). Y si lo que pertenece a Dios os causa temor, ¿será que no os gusta lo que es vuestro? ... Tal vez, la enormidad de mi Pasión, de la que sois los autores, ¿os causa vergüenza? No tengáis miedo. Esta cruz no fue mortal para mí, sino para la muerte. Estos clavos no me penetran de dolores, sino de un amor más profundo hacia vosotros. Estas heridas no causan mis gemidos, sino que os permiten entrar más hondo en mi corazón. El acuartelamiento de mi cuerpo os abre los brazos, no aumenta mi tormento. Mi sangre no se ha perdido para mí, ha sido vertida para vuestro rescate (Mc 10; 45).

"Venid, pues, volved a mí y reconoced a vuestro Padre, al ver que os da bien a cambio de mal, amor a cambio de ultrajes y mucha caridad a cambio de grandes heridas.



San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,43b-45


Evangelio según San Lucas 9,43b-45
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

"Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres".

Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos,

Dice el evangelista que Jesús le dijo a sus discípulos: “Meteos esto bien en la cabeza.” Debe ser que sabía que tenían la cabeza dura. O que, simplemente, a veces hay cosas que no nos gusta oír y que, por tanto, no oímos. Los discípulos, acaudillados por Pedro, han tomado conciencia de que Jesús es el Mesías, el enviado de Dios para liberar al pueblo de Israel de la opresión y la injusticia.

Eso lo sabe Jesús. Como buen catequeta y pedagogo, sabe que los discípulos han dado un paso al frente. Ahora saben que él es el Mesías. Pero no tienen ni idea de qué tipo de Mesías es Jesús. Más bien tienen muy claro cómo les gustaría a ellos que Jesús fuese Mesías.

Se imaginan a Jesús en triunfo, entrando en Jerusalén después de haber barrido la ciudad y toda Palestina de los romanos invasores y de haber quitado de enmedio a todos aquellos judíos que se aprovechaban de sus hermanos, que los oprimían tanto o más que los romanos y que colaboraban con ellos. Se imaginaban a ellos mismos cabalgando al lado de Jesús, compartiendo el triunfo. Con Jesús se acabó la miseria.

Por eso sabía Jesús que les iba a costar comprender su peculiar manera de ser Mesías: estando cerca de los pobres y sencillos, siendo testigo del amor de Dios para los marginados y excluidos y encontrándose con los poderosos sin armas, renunciando a toda violencia. Asumiendo que al final las fuerzas del mal podrían ganar la batalla (¡pero no la guerra!). Por eso les dijo “meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.”

Como es natural, los discípulos no entendían. Tampoco querían entender algo que estaba tan lejos de sus expectativas. Sentían que lo que decía Jesús era verdad pero les daba miedo asumir esa verdad. A ellos, como tantas veces a nosotros, les costaba entender que la resurrección pasa por la muerte y que no puede ser de otra manera.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

viernes, 24 de septiembre de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 240921


“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho... que muera y que al tercer día resucite”

En mi ignorancia, me asombraba que la profunda sabiduría de Dios no hubiera impedido el principio del pecado, porque si hubiera sido así, me parecía, que todo habría ido bien... Jesús me respondió: "El pecado era inevitable, pero todo acabará bien, todo acabará bien, cualquier cosa, cualquiera que sea, acabará bien".

En esta simple palabra: "pecado" nuestro Señor me mostró todo lo que no es bueno: el desprecio innoble y las tribulaciones extremas que sufrió por nosotros, durante su vida y su muerte; todos los sufrimientos y los dolores, corporales y espirituales, de todas sus criaturas... Yo contemplaba todos los sufrimientos que jamás existieron o existirán, y comprendí que la Pasión de Cristo era el más grande, el más doloroso de todos y sobrepasa a todos... Pero no vi el pecado. Sé en efecto, por la fe, que no tiene sustancia ni algún tipo de ser; lo podemos conocer, de otro modo, sólo por el sufrimiento que causa. Comprendí también, que este sufrimiento era sólo por un tiempo: nos purifica; nos hace conocernos a nosotros mismos y suplicar misericordia.

La Pasión de nuestro Señor nos fortalece contra el pecado y el sufrimiento: tal es su santa voluntad. En su ternura hacia todos los que serán salvados, nuestro buen Señor les reconforta pronta y amablemente, como si les dijera: "es verdad que el pecado es la causa de todos estos dolores, pero todo acabará bien: cualquier cosa, cualquiera que sea, acabará bien". Estas palabras, me las dijo muy tiernamente, sin el menor reproche... En estas palabras, vi un misterio profundo y maravilloso escondido en Dios. Este misterio, nos lo descubrirá plenamente en el cielo. Cuando tendremos este conocimiento, veremos en toda verdad por qué permitió la llegada del pecado a este mundo. Y viendo esto, nos regocijaremos eternamente.


Juliana de Norwich (1342-después de 1416)
reclusa inglesa
Revelaciones del amor divino, cap. 27

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,18-22


Evangelio según San Lucas 9,18-22
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".

Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".

"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".

Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.

"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos,

A lo largo del año escuchamos muchos textos del Evangelio. Hablan de muchas cosas. Pero de vez en cuando, la liturgia nos acerca a cuestiones fundamentales. Como en el texto de hoy. “¿Quién decís vosotros que soy yo?” La pregunta es directa. Jesús no se anda con redeos y pide a sus discípulos que se definan ante él. No basta con estar informado. No basta con conocer lo que dicen los demás.

Los discípulos tienen esa información. “Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías o uno de los profetas.” Los discípulos han llegando a ese conocimiento como podemos llegar nosotros después de leer unos cuantos libros. En ellos hay diversos capítulos: Jesús el hombre, Jesús el predicador, Jesús el milagrero... Podemos conocer su biografía, todos los datos a que nos es posible acceder hoy en día. Y todavía no habríamos conocido de verdad a Jesús.

La respuesta de Pedro da en el clavo: Jesús es el “Mesías de Dios.” Eso es situarse en un nivel diferente. Ya no hablamos de un profeta. No hablamos de un hombre normal. Decir que Jesús es el Mesías de Dios significa que Jesús tiene una relación muy especial, absolutamente especial, con esa realidad tan sentida pero nunca bien conocida y tantas veces incomprendida que es Dios.

Hablar del Mesías en el contexto del pueblo de Israel habla de esperanza y vida nueva. La promesa del Mesías hablaba de una liberación colectiva del pueblo de Israel, de una superación de la opresión en que vivían. El Mesías era el signo de que Dios quería para su pueblo un futuro de libertad y bienestar.

Cuando Pedro dijo a Jesús que era el “Mesías de Dios” quizá no sabía perfectamente lo que decía pero la intuición profunda era clara. En Jesús veía al que devolvía la esperanza al pueblo, a los pobres y marginados, a los que sufrían y a los oprimidos. Jesús era el mensajero de la liberación de Dios, de la liberación que desde siempre Dios había ofrecido a su pueblo. Desde aquella lejana liberación de Egipto hasta la superación del mal y la muerte que se produciría en la resurrección de Jesús. Quizá Pedro no sabía expresar perfectamente todo esto pero estaba en el buen camino. Y, aunque con altos y bajos, fue fiel a ella.

Y nosotros, ¿quién es Jesús para nosotros?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 23 de septiembre de 2021

ELCAMINO DEL SERVICIO

 

«Si queremos seguir a Jesús, debemos recorrer el camino que Él mismo ha trazado, el camino del servicio. Nuestra fidelidad al Señor depende de nuestra disponibilidad a servir. Y esto cuesta, lo sabemos, porque “sabe a cruz”. Pero a medida que crecemos en el cuidado y la disponibilidad hacia los demás, nos volvemos más libres por dentro, más parecidos a Jesús. Cuanto más servimos, más sentimos la presencia de Dios. Sobre todo cuando servimos a los que no tienen nada que devolvernos, los pobres, abrazando sus dificultades y necesidades con la tierna compasión: y ahí descubrimos que a su vez somos amados y abrazados por Dios. Acogiendo a los que están en los márgenes, desatendidos, acogemos a Jesús, porque Él está ahí. Y en un pequeño, en un pobre al que servimos»


Francisco

Ángelus

19-09-2021 




EL DESO DE VER A CRISTO


El deseo de ver a Cristo

San Juan escribe: «Os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos» (1Jn 1,2-3). Prestad atención: «Os anunciamos eso que hemos visto y oído». Ellos vieron al mismo Señor presente en carne, escucharon de la boca del Señor sus palabras y nos las anunciaron. Y nosotros, sin duda, también las hemos escuchado, pero no le hemos visto. ¿Es que somos menos dichosos que los que le vieron y escucharon? Entonces, ¿por qué san Juan añade: «Os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros»? Ellos vieron; nosotros no hemos visto, y sin embargo, estamos unidos a ellos porque tenemos la misma fe.

Al discípulo que pidió tocar para creer... el Señor le dijo, para consolarnos a nosotros que no podemos tocar pero podemos llegar al Señor por la fe: «Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20,29). Él habla de nosotros, es a nosotros que nos señala. ¡Que se cumpla pues, en nosotros, esta bienaventuranza que el Señor prometió! Creamos firmemente lo que no hemos visto; los que lo vieron nos lo han anunciado para que estemos en comunión con ellos y tengamos «la plenitud de la fe» (v. 4).


San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Tratados sobre la primera carta de san Juan, I, 3

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,7-9


Evangelio según San Lucas 9,7-9
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".

Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".

Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos,

Lo menos que nos podemos preguntar es para qué quería Herodes conocer a Jesús. ¿Estaría interesado por su mensaje? La respuesta más posible es que no. Herodes era el que era. Estaba en el poder. Recibió las críticas de Juan Bautista. Hasta se dice que lo apreciaba pero eso no le contuvo a la hora de ordenar que le llevasen su cabeza en una bandeja. Todo por el que dirán. Porque en un momento de juerga, de banquete, quizá de demasiado alcohol, había prometido a su bailarina preferida que le daría cualquier cosa que le pidiera. Era rey. Tenía el poder. Pero no era muy prudente. Ni siquiera era verdaderamente fuerte. No se atrevió a reconocer su error y a desdecirse de aquella barbaridad. Prefirió matar al profeta.

Quizá también era que ni le apreciaba mucho ni atendía sus palabras. Para nada. No era más que un objeto curioso de su corte. Y una vez que lo perdió de aquella manera tan tonta, pensó que necesitaba otro profeta, otro juguete, otro milagrero.

Pero Jesús nunca se plegó a los deseos del poder. Lo suyo fueron los caminos, los lugares alternativos. No frecuentó ni la corte de Herodes ni el Templo de los Sumos Sacerdotes. Se movió como en su casa entre la gente sencilla y humilde, entre los pecadores, entre los publicanos y las prostitutas. Frecuentó los lugares marginales y oscuros de su mundo. Allí habló del reino de Dios. Para Herodes, como para los representantes oficiales de la religión judía, sólo tuvo palabras de desprecio. Los que pensaban que tenían el poder y la fuerza, los que se creían cerca de Dios por su actitud religiosa, los que se sentían por encima de los demás, son los que se quedan fuera del Reino.

Mientras tanto, por la puerta grande, entran los pobres, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, los enfermos, los que sufren. Ellos acogen en su corazón la buena nueva y se llenan de esperanza. Jesús no es para ellos un juguete de feria ni el enano de la corte que distrae el aburrimiento del soberano. Jesús es vida y salvación, amor y esperanza, luz y reconciliación.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 220921


“Tu majestad se alza por encima de los cielos. De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza.” (cf Sal 8,3)

“Lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1Co 1,25). Sí, la cruz es necedad y debilidad, pero sólo aparentemente... La doctrina de la cruz ha ganado a los espíritus por medio de predicadores ignorantes, y esto en el mundo entero. Ha iniciado una escuela donde no se trata de cuestiones banales, sino de Dios y de la verdadera fe, de la vida según el Evangelio, del juicio futuro. La cruz ha transformado en filósofos a gente sencilla e ignorante. He aquí como la necedad de la cruz es más sagaz que la sabiduría de los hombres...

¿Por qué es más fuerte? Porque se ha extendido por el mundo entero, ha sometido a todos los hombres bajo su poder y ha resistido a los innumerables adversarios que querían hacer desaparecer el nombre del Crucificado. Al contrario, este nombre se extendió y se propagó... sus enemigos perecieron, desaparecieron; lo vivos que combatían con un muerto han quedado reducidos a la impotencia... En efecto, lo que unos publicanos y pecadores, por la gracia de Dios han conseguido realizar con éxito, los filósofos, los oradores, los reyes, es decir, la tierra entera en toda su extensión, ni tan sólo han sido capaces de imaginar... Pensando en ello el apóstol Pablo dice: “La debilidad de Dios es más fuerte que todos los hombres”. De no ser así ¿cómo estos doce pescadores, pobres e ignorantes, hubieran podido imaginar una empresa de tal envergadura?



San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
4ª Homilía sobre 1ª Corintios; PG 61, 34-36

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 9,1-6


Evangelio según San Lucas 9,1-6
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades.

Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos,

diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno.

Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir.

Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".

Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

“Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra culpa llega al cielo”.
No sé si alguna vez habéis tenido esta experiencia que narra Esdras. Yo sí. Es una experiencia que puede cambiarte la vida: o te hundes y no sales adelante atrapado por la culpa o tu vida renace desde el agradecimiento y la humildad más profunda.

A veces, para cambiar, para crecer… el primer paso es sentir vergüenza y culpa. Y con ello, tener la dicha de sentir que, aun así, alguien te quiere tal como eres incondicionalmente. No hablo sólo de Dios. Hablo de alguien cercano. Porque nuestro Dios, el Dios cristiano, el encarnado, cuenta con nosotros para actuar. No es un Dios de piloto automático ni de actuaciones mágicas. Él se hace carne, Él respeta nuestros ritmos, nuestras mediaciones… Él nos da “poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades”, dice el Evangelio de hoy.¡Qué misión tan delicada se nos confía! ¡Cuánto consuelo y paz y cambio podemos acompañar con las personas que se cruzan en nuestra vida! Pero también, cuánto daño podemos hacer y hasta qué punto podemos hundir a las personas cuando el reconocimiento de una culpa o de un mal vergonzoso se convierte en el centro de nuestra mirada y de nuestro juicio. Dios no es así. San Pietro de Pietrelcina, cuya memoria recuerda hoy la Iglesia, tiene una imagen muy significativa, casi desagradable: “No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo más delicado que la pupila?”

Seamos conscientes del “poder” que nos da el seguimiento. Seamos conscientes de la misión que se no encomienda: amar y curar y jamás, anteponer la culpa a nuestro amor. Porque antes o después, también tú necesitarás que otros lo hagan contigo. No lo dudes.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

martes, 21 de septiembre de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 210921


San Mateo, uno de los cuatro evangelistas

No puede haber un número más grande ni más pequeño de evangelios de los que tenemos. En efecto, puesto que por una parte, existen cuatro regiones, en el mundo en el cual existimos, y cuatro vientos principales, y por otra, la Iglesia está extendida por toda la tierra y tiene por « columna y sostén » (1Tm 3, 15) el Evangelio y el Espíritu de vida, es natural que haya cuatro columnas que soplan la inmortalidad por los cuatro lados y dan vida a los hombres. El Verbo, artífice del universo, sentado por encima de los querubines y que es quien sostiene todas las cosas (sl 79,2 ; Heb 1,3), cuando se ha manifestado a los hombres, nos ha dado un Evangelio en cuatro formas, y sostenido, sin embargo, por un único Espíritu. Cuando David imploraba su venida, decía : «Tú, que estás sentado sobre los querubines, muéstrate a nosotros» (sl 79,2). Porque los querubines, según Ezequiel, (Ez 1,6) son cuatro, y sus figuras son la imagen de la actividad del Hijo de Dios.

«Así está escrito, el primero de los vivientes se parece a un león » (Ap 4,7), que es lo que caracteriza el poder, la preeminencia y la realeza del Hijo de Dios; « el segundo se parece a un toro », lo cual manifiesta la función de sacrificador del sacerdote; « el tercero tiene un rostro parecido al de un hombre », lo cual quiere evocar con claridad su venida en la condición humana; « el cuarto se parece a un águila en pleno vuelo », lo cual indica el don del Espíritu volando sobre la Iglesia. Los evangelios según Juan, Lucas, Mateo y Marco están pues, de acuerdo con lo que simbolizan los cuatro vivientes sobre los que tiene su trono Jesucristo…

Estos mismos trazos se encuentran en el mismo Verbo de Dios : hablaba según su divinidad y su gloria en los patriarcas que han existido con anterioridad a Moisés; asignaba una función sacerdotal y ministerial a los hombres que han vivido bajo la Ley; seguidamente, se hizo hombre por nosotros; finalmente ha enviado el don del Espíritu sobre toda la tierra, acogiéndonos así bajo sus alas (sl 16,8)… Los que refutan la forma bajo la cual se presenta el Evangelio e introducen, ya sea un número mayor o menor de figuras de las que ya existen en el Evangelio, son inútiles, ignorantes y presuntuosos.



San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208)
obispo, teólogo y mártir
Contra las herejías, III, 11, 8-9