Felipe comenzó a hablarle y partiendo de aquel pasaje, le anunció el Evangelio de Jesús. (Hechos 8, 35)
Es probable que a muchos nos suceda que cuando queremos dar testimonio del Señor pareciera que las palabras se nos atascan en la garganta. Sabemos que nos gustaría compartir con otras personas el mensaje de nuestro Salvador, pero nos refrenamos porque no queremos importunar a nadie, ni que nos tilden de fanáticos religiosos. Como resultado, desaprovechamos las oportunidades que nos presenta el Señor para dar testimonio de él y explicar la buena nueva a quienes no la han escuchado o entendido, como el etíope de la lectura de hoy.
Cuando Felipe escuchó que el Señor le decía que viajara de Jerusalén a Gaza, no se detuvo a preguntar por qué; simplemente obedeció el mandato divino, sabiendo que a su debido tiempo llegaría a entender claramente la misión. Por el camino se unió a una caravana y entre los viajeros iba un oficial etíope que leía un pasaje del libro del profeta Isaías. Intrigado, Felipe le preguntó simplemente: “¿Entiende usted lo que está leyendo?”
Lo que le contestó el etíope denota una situación que prevalece en todo el mundo hasta el día de hoy: “¿Cómo lo voy a entender, si no hay quien me lo explique?” ¿Cómo puede alguien entender el amor de Dios y la gracia salvadora de Cristo si no hay quien tome la iniciativa de explicarle ni aproveche la oportunidad para compartir el mensaje? Naturalmente, Felipe estaba bien preparado para guiar a este hombre, ya que había sido discípulo de Jesús; pero en realidad todo el que se haya comprometido con Cristo está preparado para ayudar a otros a entender el Evangelio.
La evangelización no es preocupación de los demás; es responsabilidad de todos los que nos consideramos cristianos, de todos los que formamos parte del cuerpo de Cristo en la tierra. Dios nos ha concedido el Espíritu Santo, que nos enseña y nos fortalece para compartir el Evangelio. Cuando experimentamos una buena comunión con el Señor, y verdaderamente hemos depositado nuestra vida en sus manos, podemos hablar honesta y naturalmente de él con quien desee escuchar.
“Ven, Espíritu Santo, y ayúdanos a salir a compartir con los demás la buena noticia de Cristo Jesús, dando testimonio de nuestra propia experiencia de conversión y crecimiento en la fe.”
Salmo 66 (65), 8-9. 16-17. 20
Juan 6, 44-51
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros