martes, 31 de diciembre de 2019

Parloteo inútil


Si el silencio no la precede, la palabra corre el serio peligro de ser más bien un parloteo inútil. “En la serenidad y la confianza estará vuestra fuerza”, dice Isaías (Is 30,15). El profeta reprocha al pueblo de Israel su activismo idólatra, su efervescente pasión política, hecha de alianzas de intereses o de estrategia militar, unas veces con Egipto, otras con Asiria. El pueblo de Israel ya no confía en Dios. Isaías llama a la conversión, a la calma y la serenidad. El silencio actúa en connivencia con la fe en Dios. Hay que dejar de lado el nerviosismo y las falsas excusas y arrojarse silenciosamente en brazos de Dios. La esperanza y la fuera del hombre residen en su silenciosa apuesta por Dios. Pero los hombres de la antigüedad no escucharon a Isaías. Para huir a Egipto confiaron en los carros, los caballos y el poder militar egipcio. Fue una estrepitosa locura que condujo al caos. El pueblo elegido tendría que haber puesto su vida solamente en manos de Dios y guardar silencio. Nuestro porvenir está en sus manos, y no en la ruidosa locura de las negociaciones humanas, por útiles que puedan parecer. También hoy nuestras estrategias pastorales sin exigencias, sin una llamada a la conversión, sin un regreso radical a Dios, son camino que conducen a la nada; juegos políticos que no pueden llevarnos a Dios crucificado, nuestro verdadero Libertador. 

El hombre moderno es capaz de todo tipo de ruidos, de guerras y de falsas declaraciones solemnes en medio de un caos infernal porque ha excluido a Dios de su vida, de sus combates y de su gigantesca ambición de transformar el mundo en su propio beneficio egoísta.

Card. Sarah – “La fuerza del silencio” # 34


Buen día, Espíritu Santo! 31122019


Buen día Espíritu Santo! 31122019


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 1,1-18


Evangelio según San Juan 1,1-18
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Para entender bien algunas cosas, hay que remontarse a los orígenes. Por ejemplo, para comprender cómo se comporta una persona, es muy útil conocer qué es lo que más recibió de pequeña –abrazos, caprichos o golpes-, o para entender lo que hace un grupo en el presente, es bueno saber de dónde viene, en qué contexto surgió, quién estuvo en sus comienzos. El origen condiciona el presente, siendo la base desde donde se desarrolla la libertad.

Hoy el Evangelio nos remonta a los orígenes: “En el Principio…”. Y si damos crédito a esta palabra, lo que hubo en el principio nos podrá aclarar algo sobre el presente.

Y ¿qué hubo “en el Principio”?

“En el Principio” había Silencio. Porque para que resuene algo, tiene que haber silencio. El silencio de un universo aún sin proyecto, sin comienzo. El gran silencio donde se sueñan los grandes sueños… para que un día puedan llegar a ser realidad. El silencio del amor con el que se miran los enamorados, con esa mirada cómplice donde no hacen falta las palabras. El Silencio del Amor del Dios trinitario.

“En el Principio” había Palabra. La palabra, el contenido, que irrumpe y crea la realidad. Crea, organiza, recrea… La Palabra que deshace el caos y que ordena la vida. La Palabra que expresa lo que Dios soñó, que no es otra cosa que la imagen acabada de su ser en relación: el Hijo.

“En el Principio” había Vida. La Vida en abundancia es el proyecto de Dios para el mundo. Personificada en su Hijo, esa Vida está llamada a desarrollarse, en todas sus dimensiones, entre nosotros. Y para ello, Dios ha venido a nosotros y nos ha hecho co-creadores de vida.

“En el Principio” había Luz. Luz que alumbra, que ilumina, que da seguridad, que orienta, que quita las cegueras… Luz para vivir…

Si “en el Principio” hubo Silencio, Palabra, Vida y Luz, es porque estamos llamados al silencio, a la palabra, a la vida y a la luz. No te conformes con menos. No vivas del ruido, de la incomunicación, de la muerte ni de las tinieblas. Ni dejes que otros lo hagan. Díselo de manera que lo entiendan. Como Juan Bautista en su tiempo: “no era la luz, sino testigo de la luz”. También a ti se te ha dado ser, a tu medida y en tu contexto, “testigo de la luz”. ¡Qué grande! Que en el año que comienza mañana puedas avanzar en este camino personal y misionero.

Nuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 311219


El es verdaderamente el Salvador del mundo (Jn 4,42)

Señor, hemos sabido de tus obras y hemos estado asombrados. Hemos contemplado tus maravillas y nos hemos admirado.

Una vez que descendió tu Verbo, nuestro corazón se conmovió y nuestro interior con estremecimiento se abrió a él. Cuando el silencio envolvía todo y que la noche había recorrido la mitad de su camino, tu Palabra todopoderosa ha llegado de los palacios reales (cf. Sab 18,14-15). Porque tu has derramado sobre nosotros, Padre, lo inmenso de tu caridad y no has podido retener más la abundancia de tu misericordia. Has hecho brillar la luz en las tinieblas, esparcido el rocío sobre la sequía y en el frío penetrante alumbraste un fuego ardiente. Por eso, tu Hijo apareció como alimento abundante cuando amenaza una extrema escasez, como manantial de agua viva para el alma que sufre y desfallece en pleno calor. O también, como se manifiesta el liberador a los sitiados que van a ir a combate, con la perspectiva de la muerte, bajo la amenaza de la espada enemiga. Así se reveló a nosotros, nuestro Salvador.

Es muy bueno y deseable, reportarnos a los orígenes de quien es nuestra salvación, proclamar su encarnación, recordar de dónde ha venido y de qué forma ha descendido.



San Amadeo de Lausanne (1108-1159)
monje cisterciense, obispo
Homilía mariana III (Trad. sc©Evangelizo.org; Cfr SC 72, «Huit homélies mariales», Paris, Cerf, 1960)

lunes, 30 de diciembre de 2019

SAGRADA FAMILIA


«María, José y Jesús, la Sagrada Familia de Nazaret, representa una respuesta coral a la voluntad del Padre: los tres miembros de esta singular familia se ayudan recíprocamente a descubrir el proyecto de Dios. Ellos rezaban, trabajaban, se comunicaban y yo me pregunto: ¿tú, en tu familia, sabes comunicarte, o eres como esos chicos en que la mesa, cada uno con el teléfono móvil, está chateando? La comida parece como un silencio, como si estuvieran en misa, pero no se comunican entre ellos. Debemos retomar la comunicación en familia: los padres con los hijos, con los abuelos, los hermanos entre sí… Es una tarea que hay que hacer hoy, precisamente en la jornada de la Sagrada Familia»

Francisco
Ángelus 29-12-19


Buen día, Espíritu Santo! 30122019


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 2,36-40


Evangelio según San Lucas 2,36-40
Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Hoy la Palabra nos abre a un personaje que, lleno de sabiduría, se alegra del nacimiento de Jesús. Se trata de Ana, la profetisa que se encuentra con el niño en el Templo. Como a toda persona que se encuentra con Jesús, Ana sale transformada de ese encuentro. “Y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén”.

Han pasado muchos años… pero las cosas importantes no cambian. Porque hoy sigue habiendo muchos que aguardan la liberación de nuestro mundo, de sus violencias, de sus corrupciones… Respetando el medio ambiente, para que las próximas generaciones lo puedan disfrutar como nosotros… Muchos que sueñan el mundo como Dios lo soñó, donde las personas sean capaces de vivir como hijos y hermanos, cuidando la casa común... porque para eso fuimos hechos.

Por eso Jesús, desde la eternidad, sigue acercándose a toda persona, para tocar su vida y transformarla. Jesús tiene una palabra y un aliento para todos, y a todos quiere dar algo. Parafraseando a San Pablo, a los padres, para que den lo mejor de sí a sus hijos, huyendo tanto del permisivismo como del autoritarismo; a los hijos, para que se preparen para ser la generación que mañana lleve adelante nuestro mundo; a los jóvenes, para que de todas las ofertas de nuestro mundo tan plural, seleccionen aquellas que les construyan y construyan humanidad; a los mayores, para que no dejen de aportar su experiencia y su sabiduría a los que venimos detrás; a los niños, para que sigan creciendo –como Jesús- en estatura, sabiduría y gracia, ante Dios y ante los demás.

Este es mi deseo para ti y para los tuyos. Que el Señor Jesús toque también tu vida y te transforme. Hoy y siempre. De todo corazón.

Nuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 301219


“...se puso a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén”

¡Vara de Jesé, tú que eres una señal para todos los pueblos, cuantos reyes y profetas deseaba verte y no te vieron! Dichoso el que en su vejez ha sido colmado con el don divino de tu presencia. Se estremeció por el deseo de ver el signo; lo ha visto y se ha llenado de alegría. Habiendo recibido el beso de paz, ha dejado este mundo en paz, no sin antes anunciar que Jesús había nacido para ser en el mundo un signo de contradicción. Y esto se cumplió: a penas aparece en el mundo, la señal de paz suscita la contradicción de los que odian la paz. Porque el es paz para los hombres de buena voluntad, y para los mal intencionados es piedra de escándalo. Herodes queda turbado, y con él todo Jerusalén. El Señor ha venido a él, pero “los suyos no lo recibieron”. ¡Dichosos los pobres pastores que, velando en la noche, han sido juzgados dignos de ver la señal!

En aquel tiempo, Jesús se escondía ante los que se creían sabios y prudentes y se revelaba a los sencillos. A los pastores, el ángel les dijo: “Esto os servirá de señal.” Es para vosotros, los humildes, los obedientes, para vosotros que no os vanagloriáis de ciencia orgullosa sino que veláis en la noche, meditando la ley de Dios ¡Aquí tenéis la señal! Aquel que prometieron los ángeles, aquel que reclamaban los pueblos, aquel que habían anunciado los profetas, ahora, Dios os lo manifiesta....

Aquí tenéis, pues, vuestra señal ¿señal de qué? De perdón, de gracia de paz, de una paz que no tiene fin. “Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” Dios está con él para reconciliar al mundo consigo... Es el beso de Dios, el mediador entre Dios y los hombres, Jesús, hombre y Cristo vivo, rey de los siglos.


San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Segunda homilía sobre el Cantar de los Cantares, 8
(Referencias bíblicas: Is 11,10; Lc 10,24; Lc 2,30; Jn 8,56; Lc 2,14; Lc 2,34; Jn 1,11; Mt 11,25; Lc 2,12; Sl 1,2; Is 9,6; 1Tm 2,5)

domingo, 29 de diciembre de 2019

En el recogimiento, Dios lo hace todo

Dios lo hace todo, actúa en cualquier circunstancia y obra todas nuestras transformaciones interiores. Pero solo si le esperamos en el recogimiento y el silencio.
Es en el silencio y no en el tumulto ni en el ruido, cuando Dios penetra en las profundidades más íntimas de nuestro ser. En Quiero ver a Dios, el padre Marie-Eugéne escribía elocuentemente: “Nos sorprende esta ley divina. ¡Va tan en contra de nuestra experiencia de las leyes naturales del mundo! Aquí, en la tierra, toda transformación profunda, todo cambio exterior produce cierta agitación y se hace en el bullicio. El río no podría alcanzar el océano, que es su meta, más que por el movimiento de sus aguas, que se dirigen a él rumorosas”.

Si nos fijamos en las grandes obras, en las acciones más poderosas, en las transformaciones interiores más extraordinarias y espléndidas que Dios obra en el hombre, no cabe sino constatar que trabaja en silencio. El bautismo obra una maravillosa creación en el alma del niño o del adulto que recibe este sacramento en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Al nuevo bautizado se le sumerge dentro del nombre de la Trinidad, se le inserta en el Dios Trinitario. Se le concede una nueva vida que le permite llevar a cabo los actos divinos de los hijos de Dios. Nosotros escuchamos las palabras del sacerdote: Yo te bautizo…, vemos correr el agua por la cabeza del niño; pero de esa inmersión en la vida íntima de la Trinidad, de la gracia y de la creación que requiere nada menos que la acción personal y omnipotente de Dios, no hemos visto nada. Dios ha pronunciado su Verbo en el alma en silencio. En esa misma oscuridad silenciosa suelen acontecer los sucesivos desarrollos de la gracia.

Card. Sarah – “La fuerza del silencio” # 08

Familia


Dios nos dio a su Hijo para que viniese a vivir en una familia. Jesús pudo haber venido a vivir solo, haber nacido milagrosamente pero, en los designios eternos de Dios, la salvación viene a través de la familia.

Primero, es la familia la que necesita ser salva para que la humanidad se salve. No hay forma de que podamos salvar a la humanidad y la vida si no salvamos a nuestras familias, si no tomamos consciencia del valor sagrado de nuestra familia. Dios quiso hacerse hombre en la familia para que cada familia se volviera santa, sagrada, en Él.

Nuestra sociedad moderna no promueve a la familia como familia, sino que promueve muchos ataques contra la familia. ¿Y quién puede defender a nuestras familias? El que vino a salvarla: Jesús.

Por lo tanto, en el centro de nuestros hogares y familias, Jesús necesita estar en primer lugar. Pero si pones la situación económica, los valores materiales o el consumismo, si en el centro de tu casa lo más importante es la televisión y los medios de comunicación y tantas otras cosas, tu familia irá diluyendo el valor sagrado que tiene. Si pones tus intereses en primer lugar, tu familia será destrozada.

Dios quiso hacerse hombre en una familia para que cada familia se vuelva sagrada en Él.

Te digo con todo mi corazón, pon a Jesús en el centro de tu familia y tu hogar, déjalo vivir en tu familia como vivió en la familia de Nazaret, en medio de María y José. Jesús también quiere estar en tu casa.

Que tu casa se reúna alrededor de Jesús, que tu casa se reúna para entregarse a Jesús, que tu casa se reúna para invocar Su nombre.

Esto tiene que comenzar con nuestras propias comidas. Es triste cómo las familias se alimentan, no se alimentan de Dios, de la Palabra de Dios, y cuando se unen para comer juntas, otras cosas importan más; uno va a la sala a mirar televisión, el otro no las manos del teléfono y apenas se hace una oración para expresar la comunión familiar.

Comience a prestar atención a las cosas que parecen simples e insignificantes pero que son tan importantes para restaurar el valor sagrado de una familia.

¿Cuándo se reúne tu familia para rezar? ¿Cuándo expresas la comunión de Dios en la vida familiar?
P. Roger Araujo

La fuerza del Silencio # 08


Sagrada Familia


Buen día, Espíritu Santo! 29122019


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23


Evangelio según San Mateo 2,13-15.19-23
Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.
Cuando murió Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto,
y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño".
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel.
Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea,
donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.


RESONAR DE LA PALABRA

El pan de cada día

Cuando leemos los libros de historia se nos puede quedar la impresión de que todo se centra en algunos grandes acontecimientos: el día en que se libró una batalla, el día en que se firmó un tratado de paz o el día en que tuvo lugar un descubrimiento científico. Pero la historia real no es eso. No es sólo eso. La historia se hace en el día a día de muchas personas que se esfuerzan, que luchan, que se alegran, que disfrutan, que enferman... La vida de una familia no se puede centrar sólo en la celebración de los cumpleaños, de las vacaciones o en algunos otros acontecimientos especiales. La vida de una familia se hace en el día a día, en la limpieza de la casa, en el esfuerzo por levantarse y hacer que todos estén a tiempo para ir a sus trabajos, en la contribución diaria para que todos sean felices y se sientan bien en casa. La vida de una familia se hace en el amor, el respeto, la paciencia y el diálogo. La vida de una familia se juega en el pan de cada día y no en el banquete del día de la fiesta.

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Fueron una familia normal y corriente. María y José tuvieron que trabajar duramente (no se trabajaba de otra forma en aquellos tiempos). Su vida de familia se compuso de muchos días de semana, llenos de trabajo, de preocupaciones, de alegrías y penas compartidas, de paciencia, amor, diálogo y respeto mutuo. Días en que no se celebraba nada especial, simplemente se vivía. Pero precisamente ahí en ese día a día fue donde se fraguó la santidad de aquella familia. Hoy se convierte para nosotros en signo del amor de Dios en nuestro mundo y modelo de nuestra vida de familia. Modelo de los días de fiesta y modelo de los días de diario

Hoy nuestras familias se tienen que mirar en aquel espejo. El objetivo no es vivir como vivieron Jesús, José y María. La vida ha cambiado mucho desde entonces. Los problemas que tenemos que enfrentar nosotros no son los mismos que los que tuvo que enfrentar aquella familia. Sin duda que la relación entre los esposos ha cambiado, también la relación de los hijos con los padres y de estos con los hijos. Pero hay algo que no puede cambiar: la vida de una familia se construye sobre la base del amor y el respeto mutuo con grandes dosis de paciencia y diálogo. La violencia, la rigidez, la incomunicación llevan con seguridad a la destrucción del hogar y a la larga a la destrucción de las personas que lo forman. Amor, respeto, paciencia y diálogo son la base segura sobre la que podemos afianzar la vida de nuestras familias. De ese modo, como la familia que fueron Jesús, María y José, nuestras familias serán también un signo de la presencia amorosa de Dios en medio de nuestro mundo. 

Para la reflexión

¿En qué podemos mejorar la vida de nuestra familia? Sería bueno que la familia al completo se reuniese para dialogar sobre ello, señalar 2 ó 3 puntos concretos y hacer algún compromiso concreto. La reunión podría terminar con un momento de acción de gracias por la vida y el amor compartidos.
Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

LOS QUE QUERÍAN MATAR AL NIÑO


«Los que querían matar al niño»

Un ángel se apareció a José en sueños y le hizo saber que Herodes buscaba al Niño Jesús para matarle: «Levántate, le dijo, toma al niño y a su madre y huye a Egipto». Jesús, pues, justo recién nacido es perseguido a muerte... José obedeció al ángel inmediatamente e informó a su esposa. Tomó algunos enseres fáciles de llevar con la finalidad de seguir ejerciendo su oficio en Egipto y así tener con qué sustentar a su pobre familia. María, por su parte, reunió en un paquete pequeño las mantillas necesarias para su divino hijo; después, acercándose a la cuna en la cual descansaba el niño, se puso de rodillas, besó los pies de su querido hijo, y entre lágrimas de ternura le dijo: «¡Hijo mío y Dios mío, has venido al mundo para salvar a los hombres; apenas nacido éstos te buscan para hacerte morir!». Entonces le tomó en sus brazos, y mientras seguía llorando, los dos esposos, cerrando la puerta, tomaron el camino de noche... 

Mi amado Jesús, tú eres el rey del cielo, y ahora te veo como un fugitivo errante bajo los rasgos de un niño. ¿Qué buscas? Dímelo. Estoy emocionado y conmovido viendo tu pobreza y tu anonadamiento; pero lo que más profundamente me aflige es la negra ingratitud con la que eres tratado por los mismos que tú has venido a salvar. Lloras, y yo también lloro por haber sido uno de los que te han menospreciado y perseguido; pero quiero que sepas que ahora más prefiero tu gracia que todos los reinos del mundo.

Perdóname todos los ultrajes que te he hecho. En el viaje que hago desde esta vida hasta la eternidad permíteme llevarte en mi corazón, siguiendo el ejemplo de María que te llevó en sus brazos en el camino de huída a Egipto. Mi amado Redentor, a menudo te he echado fuera de mi alma, pero ahora tengo la confianza que eres tú quien has tomado posesión de ella. Te lo suplico: únela estrechamente a ti con las dulces cadenas de tu amor.



San Alfonso María de Ligorio (1696-1787)
obispo y doctor de la Iglesia
Meditaciones para la octava de la Epifanía, nº 3

sábado, 28 de diciembre de 2019

La expresión de un corazón silencioso


La fuerza del Silencio # 20


Buen día, Espíritu Santo! 28122019


Buen día, Espíritu Santo! 23122019


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 2,13-18


Evangelio según San Mateo 2,13-18
Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.
Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado.
Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:
En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen.


RESONAR DE LA PALABRA

En estas fechas de navidad parece que todos nos volvemos más sensibles a la humanidad, a todo lo que durante el resto del año parece que está dormido o dormitando. Bueno, siempre es bueno que reflexionemos sobre lo que estamos viviendo, aunque sea navidad.

Hoy es el día de los inocentes, de los que murieron entonces y de los que mueren hoy. De los inocentes que no pueden defenderse en la vida, de los que no tienen voz, de los que no han sido registrados en ningún sitio y, por tanto, no existen en los documentos oficiales, pero que sí tienen una vida propia, como la tuya y la mía.

Hoy es el día también de los que tenemos a nuestro lado con la inocencia suficiente como para quitársela de en medio. Nuestros niños, los que serán mañana los hombres y mujeres que viven creciendo entre nosotros, que los enseñamos a soñar con mundos de nubes de colores y espumas, de algodón y ternura. Los que tienen un corazón limpio y no han olvidado la sencillez y las ganas de seguir descubriendo la bondad en el corazón del hombre.

En algunos sitios siguen siendo causa de risa, pero en el fondo de nuestro ser todos deseamos ser como ellos, sencillos, amistosos, con un corazón capaz de amarlo todo.

Felicidades si hoy sigues sintiendo por dentro la inocencia que te hace asomar a la vida con otra mirada. Felicidades si todavía sigues apostando por el amor, a pesar de todo lo que te hayas encontrado de negativo en tu camino. Felicidades si te has despertado y has mirado al sol y a la tierra y te han parecido buenos. Felicidades si quieres sentir la brisa en la cara y no te importa que tus vecinos lo critiquen... porque la inocencia sigue siendo tu fiesta y Dios puede habitar en ti cada mañana para abrirse camino entre los que tienen sed de esa inocencia que perdieron en tiempo y que no logran rescatar por sí mismos.

Hagamos de este mundo una casa donde todo huela más a hombre, a pan y a justicia.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 281219


«Los mártires Inocentes proclaman tu gloria en este día, Señor, no de palabra, sino con su muerte» (Oración del día)

¿Hasta dónde pueden llegar los celos?... El crimen de hoy nos lo demuestra: el miedo de un rival para su reino terrenal llena de angustia a Herodes; monta un complot para suprimir «al Rey que acaba de nacer» (Mt 2,2), el Rey eterno; lucha contra su Creador y hace matar a unos inocentes... ¿Qué mal habían cometido esos niños? Sus mantillas eran mudas, su ojos no habían visto nada, sus oídos nada habían escuchado, nada habían hecho sus manos. Sufrieron la muerte cuando todavía no habían conocido la vida... Cristo lee el porvenir y conoce los secretos de los corazones, juzga los pensamientos y escudriña las intenciones (Sl 138): ¿por qué les ha abandonado?... El Rey del cielo que acaba de nacer ¿por qué ha ignorado a sus compañeros tan inocentes como él, olvidado a los centinelas apostados alrededor de su cuna hasta el punto que el enemigo que ha querido herir al Rey ha devastado a todo su ejército?

Hermanos míos, Cristo no ha abandonado a sus soldados sino que les ha colmado de honor haciéndoles triunfar antes de vivir y llevarse la victoria sin haber luchado... Ha querido que posean el cielo y lo prefieran a la tierra..., les ha enviado delante de él como a sus heraldos. No les ha abandonado: ha salvado a los que eran su vanguardia, no se ha olvidado de ellos...

Bienaventurados los que han cambiado el trabajo por el descanso, los dolores por el bienestar, los sufrimientos por el gozo. Están vivos, están vivos, verdaderamente viven estos que han sufrido la muerte por Cristo... Dichosas las lágrimas que por estos niños derramaron sus madres: les han valido la gracia del bautismo... Que aquél que se dignado acostar en un establo nuestro quiera conducirnos también a nosotros a los pastos del cielo.


San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia
Sermón 152; PL 52, 604

viernes, 27 de diciembre de 2019

Buen día, Espíritu Santo! 27122019


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 20,2-8


Evangelio según San Juan 20,2-8
El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.


RESONAR DE LA PALABRA

¡Discípulo de un solo Maestro!

Cuando alguien se nos muere, se acaban los contactos y todo lo llena el silencio. Si llamamos a su teléfono, su voz no responde. Si tocamos su cuerpo fallecido, no muestra sensibilidad. Pero apenas murió Jesús, a los dos días, el ambiente se llenó de rumores de resurrección: decían que estaba vivo y que se había aparecido a sus mejores amigos, entre ellos a su discípulo preferido. Hoy, en Navidad, celebramos su fiesta. Escuchemos el relato evangélico.

Celebramos hoy la fiesta de san Juan. El evangelio se centra en la figura del discípulo amado por Jesús. Fue testigo de muchos hechos de la vida de Jesús que sólo él nos transmitió. El más sorprendente, el que la Iglesia ha escogido para celebrar su fiesta es el siguiente: María Magdalena que fue la mañana del domingo al sepulcro se sobresalta y piensa que han robado el cuerpo de Jesús, pues el sepulcro está vacío. Lo comunica. Pedro y el discípulo amado salen corriendo hacia el sepulcro y verifican que el cuerpo de Jesús no está en el sepulcro. El discípulo amado no cree que lo hayan robado. Vio y creyó que había resucitado de entre los muertos, porque entendió en ese momento las Escrituras. Lo que otros interpretaban como robo, él lo interpretaba como resurrección.

El discípulo amado solo tuvo un Maestro y a él se entregó con pasión. Junto a él se hizo hombre y cristiano. Tomó muy en serio aquellas palabras de Jesús: ¡no llaméis a nadie maestro, uno solo es vuestro maestro! Junto a Jesús encontró a una mujer que tomó como madre espiritual, la misma madre de Jesús. Propio de este discípulo fue creer, sí creer siempre y amar, hacer del amor su arma más poderosa. Y fue consecuente hasta el final.

El discípulo amado no recibe en el cuarto evangelio un nombre propio. En él nos podemos reflejar cualquiera nosotros. Allí donde el Evangelio dice “discípulo amado” podemos poner nuestro propio nombre.

Yo veo hoy a mucha gente perdida, no porque no tengan maestro, sino porque tienen muchos: maestros según la conveniencia. Es como tener muchos dioses, sin comprometerse con ninguno, como tener muchos maridos o mujeres sin comprometerse con ninguna. De ese modo, el ser humano no se integra, ni unifica. Encontrar al único Maestro y entregarse apasionadamente a Él es lo único que se requiere de un cristiano.

Hace de Jesús su único maestro aquella persona que vive cada día bajo la Palabra de su Señor, que escucha y actúa desde lo que escucha. “Si no creéis no tendréis vida en vosotros”. Hace de Jesús su único maestro aquella persona que vive en el amor cada día y todo lo reduce a ese único mandamiento y es capaz de lavar los pies de cualquiera. Hace de Jesús su único maestro quien es capaz de seguirlo con María hasta el Calvario y de llegar allá donde, por miedo, muchos no llegan.

Como el discípulo amado también nosotros podemos vivir guiados por el único maestro. De él aprendemos la importancia de la fe, del amor, de vivir y permanecer unidos a la vid para dar fruto.

Ser discípulo amado de Jesús es ser experto en navidades. Sabremos descubrir los signos de Jesús resucitado e interpretar los rumores de Resurrección. Donde los demás ven contraindicaciones, nosotros veremos síntomas, huellas, signos. Donde otros veían un robo, el discípulo amado “vio y creyó”.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

SABEMOS QUE SU TESTIMONIO ES VERDADERO


«Sabemos que su testimonio es verdadero»

El Redentor tampoco quiere que falte en el pesebre quien en vida le fue particularmente querido: el discípulo que Jesús amaba (Jn 13,23). El se nos presenta como la imagen de la pureza virginal. Porque era puro, agradó al Señor. El se apoyó sobre el pecho de Jesús y allí fue iniciado en los misterios del corazón divino (Jn 13,25). Al igual que el Padre del Cielo dio testimonio de su Hijo cuando dijo: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadlo» (Mc 9,7), así parece señalarnos el Niño Dios a su discípulo amado y decirnos: «ningún incienso me es tan grato como la entrega de un corazón puro. Escuchad a aquel que pudo ver a Dios porque tenía un corazón puro» (Mt 5,8). 

Nadie ha contemplado tan profundamente los abismos escondidos de la vida divina como él. Por eso él proclama solemnemente y secretamente... el misterio del eterno nacimiento del Verbo divino. El experimentó las luchas del Señor tan de cerca como sólo lo puede hacer un alma que ama esponsalmente... Cuidadosamente ha guardado y nos ha transmitido testimonios en los cuales el Redentor confesó su divinidad, frente a amigos y enemigos... Por él sabemos qué parte nos corresponde en la vida de Cristo y en la vida del Dios Trinitario...

Juan junto al pesebre nos dice: mirad lo que se concede a quien se entrega a Dios con corazón puro. Estos participarán de la total e inagotable plenitud de la vida humano-divina de Cristo como recompensa real. Venid y bebed de las fuentes de agua viva que el Salvador abre a los sedientos y que continúan manando en la vida eterna (Jn 7,37; 3,14). La Palabra se hizo carne y está ante nosotros bajo la forma de un niño recién nacido.



Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Meditación para el 6 de enero 1941

jueves, 26 de diciembre de 2019

Buen día, Espíritu Santo! 26122019


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 10,17-22


Evangelio según San Mateo 10,17-22
Jesús dijo a sus apóstoles:
Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.
Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,
porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.
El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.
Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.


RESONAR DE LA PALABRA

Nacimiento y muerte, ¡qué próximos!


Nacimiento y muerte están mucho más cerca de lo que parece. Nacemos para morir. Morimos para nacer. Extraña costumbre la de la Iglesia: ¡llama “día natalicio” al día de la muerte de sus santos! Ayer celebramos la Navidad de Jesús, hoy el día natalicio de su primer mártir: el joven Esteban. Escuchemos las palabras de Jesús que nos dan la clave.

Esteban era en Jerusalén como un inmigrante: helenista, no judío. A pesar de la situación precaria en que vivían en Jerusalén, como ahora también, los inmigrantes, a pesar de una cierta marginación incluso en la comunidad cristiana, supo asumir su vocación de mensajero de la palabra de Dios y servidor de la comunidad. Su persona destellaba un esplendor especial que seducía. Hablaba de Jesús con un frescor especial. Las autoridades percibieron su peligrosidad y, por eso, acabaron enseguida con él, condenándolo a muerte y apedreándolo. San Lucas nos presenta la muerte de Esteban con rasgos muy semejantes a la de Jesús.

En el evangelio de hoy Jesús pide a sus discípulos tres cosas: 1) que no se fíen de la gente, ni siquiera de los miembros de su familia; 2) que no se preocupen de lo que van a decir o cómo lo van a decir cuando sean llevados a los tribunales; 3) que perseveren hasta el final.

Al pedirles que no se fíen de la gente, les está diciendo que sean prudentes porque cualquiera podrá delatarlos ante las autoridades. Son objeto de un odio diabólico a causa del nombre de Jesús. Si eso ocurriere, sin embargo, que no se preocupen porque: 1) el Espíritu de Dios Padre hablaré a través de ellos; 2) y de ese modo tendrán la oportunidad de anunciar el Evangelio a gentiles, gobernadores y reyes. Finalmente, Jesús les recomienda perseverancia hasta el final, porque al final habrá salvación y rescate.

Cuando nace la criatura el dragón quiere devorarla. Eso nos dice el capítulo 12 del Apocalipsis. Cuando nace Jesús Herodes quiere matarlo. Cuando nace la Iglesia Esteban es apedreado y muere. Parece que no hay navidad que no traiga consigo un mensaje también de martirio.

Herodes, dragones homicidas, martirizadores son símbolos del mal que emerge allí donde hay un nuevo nacimiento. Cualquier buena iniciativa, cualquier buen sentimiento que quiera hacer cambiar una vida, encuentra siempre la oposición, un maldito demonio que quiere acabar con ello. No nos dejemos amedrentar por el mal. No le demos importancia al mal. Porque donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

COMPRENDIENDO LA PALABRA 261219


San Esteban ofrece su vida, como oro, al niño Jesús

Como más cercano a la fiesta del Salvador recién nacido, está san Esteban. ¿Qué es lo que ha proporcionado al primer testigo de sangre del crucificado este lugar de honor? El realizó con entusiasmo juvenil lo que dijo Cristo al venir al mundo: «Me has dado un cuerpo. Mira que he venido a cumplir tu voluntad (Hb 10,5-7). Ejercitó la obediencia perfecta, que tiene su raíz en el amor y en el amor que se manifiesta. 

Siguió al Señor en aquello que naturalmente resulta, quizás, lo más difícil para el corazón humano, tanto que parece imposible: cumplir con el mandamiento del amor a los enemigos como hizo el mismo Salvador. El Niño del pesebre, que ha venido a cumplir en plenitud la voluntad del Padre hasta la muerte en la cruz, ve en su espíritu a todos los que le van a seguir por ese camino. Su corazón palpita por el primer discípulo que será esperado en el trono del Padre con la palma del martirio. Su manecita nos lo presenta como a nuestro modelo y como si dijera: Mirad el oro que yo espero de vosotros.



Santa Teresa Benedicta de la Cruz
Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Meditación para el 6 de enero 1941

miércoles, 25 de diciembre de 2019

TODOS LOS DÍAS DEL AÑO PUEDEN SER NAVIDAD PARA VOS Y TU FAMILIA

Así es como quiero decirte Feliz Navidad: "¡No hay amor más grande que dar la vida!". Eso es lo que Jesús dijo e hizo, y así es como sucede la Navidad. Vos y yo podemos hacerlo no solo el 25 de diciembre, sino los 365 días del año. ¡El secreto es dar la vida! ¡Gracias, porque eres nuestro socio! Es gracias a tu contribución que podemos hacer una verdadera transfusión de vida en miles de personas. Gracias por tu fidelidad, sin embargo, no podemos detenernos sobre lo que ya hemos hecho, porque todavía hay muchas personas necesitadas de vida en esta Navidad. En el año,que se aproxima arranquemos juntos, decididos, porque nuestro proyecto es darle almas a Dios. Feliz Navidad!
Dios te bendiga.

Tu hermano Monseñor Jonas Abib
Fundador de la comunidad Canción Nueva
Adaptación del original en portugués


Buen día, Espíritu Santo! 25122019


RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 1,1-18


Evangelio según San Juan 1,1-18
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo".
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.


RESONAR DE LA PALABRA

Y hemos contemplado su Belleza

¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! Algo mágico nos envuelve desde anoche: todos estamos conmovidos, misteriosamente tocados por Amor. Una necesidad imperiosa de comunicación, de amor, de encuentro nos habita. ¿Qué nos ocurre? La Palabra de Dios que ahora escucharemos no solo es noticia y mensaje, ¡se ha hecho carne!.

Los villancicos que suenan y resuenan convierten nuestras ciudades y casas en algo así como un templo extendido. Las luces mueven nuestra fantasía y avivan nuestra nostalgia. Los alimentos navideños nos evocan sabores deliciosos. Los encuentros en medio del frío hacen que los amores renazcan y los lazos se estrechen. Nos duelen mucho más las divisiones y las enemistades. Enviamos mensajes de amor y felicidad en todas las direcciones. ¿Qué nos ocurre?

El Evangelio de Juan nos da la clave, pero nos resulta bastante inaccesible. Si yo pudiera decir lo mismo en términos más sencillos diría lo siguiente:

El niño Jesús, que nace en el portal de Belén es la manifestación del secreto mejor guardado. ¿Qué secreto? Habéis asistido a un espectáculo que nos ha emocionado y exaltado. Desfilan, al final, los actores por el escenario y nos roban los aplausos. Pero cuando parece que todo ha concluido, emerge de la oscuridad el autor de la obra, el gran protagonista, el creador. Así sucede el día de Navidad. El gran autor de la obra es el Dios, a quien nadie ha visto jamás. Pero ese Dios tiene un hijo. Todos pensaban que era un solo Dios, pero nunca pensaron en su fecundidad interna. Dios nos habla y nos crea a través de su Hijo, que es su Verbo, su Palabra. Y ahora, en este día de la Navidad, su Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros y hemos contemplado su Belleza. Al nacer y aparecer Jesús en la tierra, se hace presente entre nosotros el secreto mejor escondido, la clave para entender el universo, la humanidad.

Sin embargo, la luz vino a los suyos y los suyos no la recibieron, aunque a quienes la recibieron les dio el poder de ser hijos de Dios.

¡Ese es el sentido más profundo de la Navidad! Que aparece entre nosotros aquel por quien todo fue hecho, en cuya palabra poderosa subsisten todas las cosas. Todo lo que vemos nace de la inspiración de Jesús, en ella está el verbo de Dios. No es necesario que Jesús nazca de nuevo, sino que nos sea concedida la experiencia de verlo nacer en cada rostro, en cada acontecimiento, en cada realidad. Cristo nace cada día a nuestra fe. Es lo mismo que contemplar de nuevo una obra teniendo ya presente al autor.

Con esta contemplación descubriríamos cómo todos somos hermanos, cómo todos procedemos de las mismas manos creadoras, cómo no debemos enfrentarnos por particularismos. Aquí lo importante no es ser de aquí o de allá, tener este sexo o el otro, ser de este partido o del otro…. Aquí lo importante es que todos hemos sido creados en Jesús, que todos somos parte del mismo cuadro. Por eso, sin darnos cuenta, la Navidad nos lleva a subrayar la fraternidad, el amor universal.

Es interesante ver cómo Jesús tiene un nombre previo al nombre que le impusieron sus padres María y José. Su nombre era Verbo, Palabra, en hebreo Dabar. Este término hebreo “dabar” significa que Jesús era la Palabra que hace realidad lo que dice. Jesús también hoy nos dice, nos afirma. Con él sí que nacemos y renacemos cada día.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

EL VERBO SE HIZO CARNE


«El Verbo se hizo carne» (Jn 1,14)

Cristo ha venido del Padre, ha venido del Verbo, ha venido del Espíritu Santo, porque toda la Trinidad ha realizado su concepción y su encarnación. Porque venir de lo alto de la Trinidad, no fue otra cosa que ser concebido y encarnado bajo la acción de esa misma Trinidad. Por eso el salmo dice : «Él sale del extremo del cielo…» (cf. Sal 18,7).

El Hijo único engendrado del Padre en la eternidad, salió de su madre engendrada en el tiempo. Permaneciendo invisible junto al Padre, vivió visible entre los hombres. Para él, salir del Padre fue entrar en nuestra historia, aparecer visiblemente y llegar a ser lo que no era naturalmente, del hecho de su relación con el Padre.

¡Cosa admirable! No se alejaba de quien él había venido, permaneciendo en el mismo del que había salido. De manera que él igual permanecía completamente en la eternidad que en el tiempo. Se lo encontraba enteramente en el Padre, al mismo tiempo que en la Virgen, plenamente en su propia majestad y la de su Padre, al mismo tiempo que en nuestra humanidad. 

Si quieres saber cómo esto es posible, una comparación te hará comprender la verdad. La palabra, primero engendrada en el corazón, pasa entera en la vos, de forma que llega perfectamente a los otros. Sin embargo, permanece enteramente en el corazón. De la misma forma, el Verbo de bondad, que brota del corazón del Padre, sin dejar al Padre sale fuera de él.



San Amadeo de Lausanne (1108-1159)
monje cisterciense, obispo
Homilía mariana III (Trad. sc©Evangelizo.org; Cfr SC 72. «Huit homélies mariales», Paris, Cerf, 1960).