“Al ver a la multitud, Jesús tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos”
La esperanza en la misericordia inagotable de Dios nos sostiene en el tumulto de las pasiones y en la tempestad de las contrariedades. Con confianza acudamos al sacramento de la penitencia donde el Señor nos espera en todo momento como un Padre de misericordia. Es cierto que en su presencia somos conscientes de no merecer su perdón; pero no dudamos de su misericordia infinita. Olvidemos, pues, nuestros pecados como Dios los olvida antes que nosotros.
No hay que volver sobre ellos, ni con el pensamiento ni en la confesión, si ya los hemos confesado anteriormente. Gracias a nuestro arrepentimiento sincero, el Señor los ha perdonado una vez por todas. Querer volver sobre ellos para quedar de nuevo absueltos o porque dudamos que nos hayan sido perdonados ¿no sería una falta de confianza en la bondad divina?
Si esto te puedo traer algún alivio, puedes volver con tu pensamiento sobre las ofensas que has hecho a la justicia de Dios, a su sabiduría, a su misericordia. Pero únicamente para llorar lágrimas saludables de arrepentimiento y de amor.
San [Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968)
capuchino
GF 171,169, Buona Giornata
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